Buenas y santas y muchas tantas!
Aquí les saludo, trayéndoles los one-shot que siempre hago a comienzo de año. Me inspiré principalmente en mi último trauma J no subete de Asumiko Nakamura. Espero les guste y lo disfruten.
UNE NUESTRAS MANOS, UNE NUESTROS CORAZONES
Había
pasado más de una desgarradora experiencia. Era Kenn Jhons, un estudiante más
en el internado para solo hombres de Escocia Wrestler of Heaven. Ubicado al
norte de Escocia en la ciudad de Wick. Tan lejos de casa, que solo le quería
hacer llorar. Su familia, que era
residente en Edinburg, era acomodada en un estatus social normal, pero, por
cosas de la vida, quisieron enviarlo a un internado al norte del país, solo
para que este estuviera compitiendo con personas mejores que él. En el
internado Wrestler of Heaven, se hacía un examen de admisión en donde se medían
todo tipo de destrezas, desde las científicas, hasta las deportivas; aceptando
solo a quienes cumplían los estándares de calidad de la escuela.
No
era por alardear, pero Kenn había sido aceptado sin problemas. Entre la
educación de sus padres, había estado en un riguroso entrenamiento en
equitación y tiro al arco. En materias
científicas, una muy dedicada y consagrada vida escolar, además de tutores en
casa.
¿Cuál
era la preocupación de sus padres? El por qué de sus acciones, respondía al
hecho de que el hermano mayor de Kenn, al irse a estudiar a en una universidad
de Londres, cayó bajo el efecto de esa
droga que estaba cogiendo tanta popularidad, Anfetaminas.
Esta
era la hora en la que ellos no sabían nada de su hermano. Sus padres en esa
desesperación, tuvieron una vara rígida de educación hacía él. Cuando tan solo
tenía 3 años, ya le obligaban a leer novelas completas y no de niños
precisamente. Él no recuerda a su hermano, porque cuando eso sucedió, él solo
tenía un año y medio, aun así sus papás no hay día que no le recuerden que no
van a permitir que él termine como su hermano. Así fue como creció con ese
complejo hacia su hermano.
Se
supone que al estar en esa academia, era mejor que él. Lo que sus papás no
sabían es que ya habían hecho con él lo que quisieron y como nunca lo
escucharon, ahora ese infierno podría convertírsele en las anfetaminas a él.
Llegar
a WH, para abreviar, no es cómo lo pintan en la semana de inducción. Lo primero
que te dicen cuando te sientas en el teatro es “En esta escuela, aquel que ha ingresado, no es un estudiante, es un
miembro de nuestra familia.” En este momento se preguntaba, si las familias
eran en serio tan macabras.
Había
contado con desespero, desde el momento en el que entró, cuanto tiempo llevaba.
Se sentía como en una cárcel. Dado al nivel de exigencia tan extremo que
existía en la escuela, ellos solo tenían 1 vacación al año. Era lo mismo que
estar en una cárcel.
Después
de dos meses, ya había experimentado el infierno en la tierra. Por alguna razón
que no entendía, lo estudiantes de cursos superiores, se encargaban de dejar
muy claro, que uno no era bienvenido. Los de tu mismo curso se encargaban de
dejar claro que aquí ya no había amigos ni compañeros. Era una guerra
constante.
En 2
meses, ya lo habían encerrado en el baño de los dormitorios 9 veces. Eso era
más de 1 vez por semana. Incluso cuando se iba y se quejaba con alguna directiva
esta solo respondía déspota “En el mundo
laboral, usted encontrará personas de ese calibre, pero allá no existirá
ninguna entidad reguladora que le ayude. Nosotros como queremos lo mejor para
su educación, recrearemos la difícil vida real. Usted solucione el problema
como pueda.” No sabía si lo que estaban buscando es crear una comunidad de
genios sociópatas.
Y
aunque resultase difícil de creer, si querías sobrevivir allí, tenías que
comportarte así. Si no, seguramente el retrete 5 del pasillo, sería tu
dormitorio toda tu estadía en esa cárcel. Y aunque llamaba y se quejaba con sus
padres, ellos hacían oídos sordos y repetían hasta hartarle “Si quieres ser alguien en la vida y no como
tu hermano, piensa en educarte, piensa que es lo mejor.” Había veces que le
respondía que preferiría ser un drogadicto que ser un esclavo, pero luego de
colgar con furia, se retractaba de sus palabras.
Ahora
el tiempo avanzaba y ya había pasado 10 meses en esa cárcel. Recordaba su inocencia al entrar como
debilidad. Era algo que el ambiente te recordaba constantemente. Su cara tenía
una expresión dura y sus ojos se veían cansados, como los de un anciano.
Y
faltaba poco para salir a la única vacación del año y aunque sonara demente, no
tenía ganas de salir. No era por falta de ganas, sino porque al volver tendría
que ir a donde sus padres. Por ellos, en ese momento, sentía una combinación de
odio y de inigualable respeto. No era
algo fácil de entender, pero, así era como se sentía.
En
ese momento, ya era hora de que comenzaran las admisiones de nuevo para entrar
a la escuela. El veía todos esa gente y sentía lastima por aquellos que iban a
ser admitidos. Por cosas del destino, él había quedado encargado como quien
guaría a los nuevos estudiantes por el campus. No quería hacerlo, pero ya le
habían puesto la tarea.
La
semana de inducción de los chicos, le tocó con el grupo 1-b. Todos eran
parecidos de cierta forma a él, pero había adentro una gran diferencia. A pesar
de que sufrió tantas veces en ese colegio, no era capaz de decirles nada a los
estudiantes nuevos, así como nadie le dijo nada él.
—
Bien. —Kenn autoritariamente calló a las masas. — Ustedes se encuentran en el
ala norte del campus en donde encontraran todos los salones de clase, las
caballerizas y los campos de rugby y fútbol americano.
Todos
le miraban con unos ojos llenos de ilusión, como si les relatara el tour por un
resort. En el interior, Kenn sintió la despiadada
necesidad de que quitaran esa cara de imbéciles y aterrizaran a la realidad,
quizás, por eso tampoco dijo nada y quizás, por eso sus superiores tampoco les
dijeron nada.
Cada
vez las caras de imbéciles de los estudiantes a Kenn le producía vomito. Eran
tan estúpidamente ingenuos. Fijo su mirada sobre el grupo y encontró a un chico
que miraba con odio todo el lugar, estaba lejos de verse emocionado. Eso le
llamó mucho la atención a Kenn. Le puso una marquilla imaginaria a ese chico.
Quizás sería el único que sabría lo que realmente le esperaba en ese infierno.
Luego de terminar el tour, les dejó en la entrada de nuevo, para que siguieran
con el otro guía que los llevaría a los dormitorios. Antes de que partieran
para allá, el chico al que le había puesto su atención se acercó con esos ojos
negros fulminantes e intensos y le preguntó sin
índole de respeto.
—
¿La biblioteca dónde está?
Kenn
se quedó mirando al chico que era diferente a todos, no solo por su actitud,
sino porque su contextura. Parecía indicar que tenía ascendencia judía o quizás
española. Tenía un cabello castaño oscuro, que le caía graciosamente por la
cara y era un poco moreno.
—
Esa está en el ala media, al lado del edificio administrativo.
El
chico asintió y se volteó. Kenn no se resistió en detenerlo.
—
Espera ¿Cómo te llamas?
—
Ajizhar.
Sus
labios rojos se movieron con gracia y delicadeza, lo que dejó a Kenn algo
encantado.
—
Bien Ajizhar, soy Kenn, si necesitas cualquier cosa, no dudes en decirme.
—
Claro, sería bueno comenzando con que no fueses hipócrita.
Kenn
abrió los ojos y lo vio alejarse esquivamente. Algo en su pecho se oprimió,
quizás, era un anormal interés. Tal vez ese niño si fuera realmente un genio,
esa actitud tan arisca, es como si viera en el corazón demás. Además, parecía
ser menor a los demás, quizás por unos 2 o 3 años. Eso lo haría estar en una
preparatoria como WH a los 14 o 15 años, sería un caso nunca antes visto.
Después
de ello, sabía que no lo iba a encontrar porque todavía el año escolar para
ellos no empezaba. Sabía que faltarían unos cuantos meses para que se volviesen
a ver. Las vacaciones llegaron y Kenn ya sin más que esperar de ese lugar se
dirigió para su ciudad. En el viaje, vio a unas cuantas parejas que parecían
ser judías. De nuevo pensó que Ajizhar. Sería
bueno tenerlo como amigo — Pensó.
Ese
mes de descanso tan merecido que se había ganado, se vio reflejado en sus
padres que de forma más sumisa, reconocían sus errores en no escucharle y hasta le dijeron que si no quería volver a
WH, entonces que no lo hiciera. Eso le sorprendió a tal punto, que enserio
consideró la idea de no volver, entonces la figura de Ajizhar se cruzó por su
mente. Quizás no sea un lugar tan malo. —Pensó.
Podría
irse sin remordimientos, si le viese una vez más. Eso pasó por su mente y ese
iba a ser su propósito. En ese mes no pasó nada relevante, solo estaba ese
agradable ambiente familiar.
Llegó
abril y de nuevo estaba en el tren, dirigiéndose hacia WH. Lo deseaba y a la
vez no. Tendría la desgracia de volver al infierno, pero la necesidad de
encontrar a Ajizhar. El aire se estaba volviendo turbio, era el olor al mar.
Veía el paisaje por su ventana y el vibrar del vagón, lo comenzó a arrullar.
Era extraño, se sentía tan cómodo. Cerró los ojos y durmió con tranquilidad.
***
Era
18 de mayo. Había pasado más de un mes desde que las clases se habían reanudado
y Kenn no había encontrado a Ajizhar. Teniendo en cuenta de que estaban en
cursos distintos, los horarios no indicaban que tenían que concordar. Solo
sabía que estaba en el 1-b, pero eso no le decía mucho a fin de cuentas. Estaba
perdiendo el entusiasmo poco a poco. Había vuelto a ese infierno solo para
verlo y ahora no lo encontraba.
En
la clase de química, les exigieron hacer una investigación sobre aminoácidos.
La química orgánica no era la pasión de Kenn, por lo que a ese trabajo tenía
que ponerle 2000% más de esfuerzo. Se
fue a la biblioteca y encontró el rincón más recóndito en donde lo apropiaría
como suyo, pero esa mesa estaba llena de libros. Supuso que ya estaba alguien
más pero no le importó. Las mesas tenían más de un puesto.
Puso
sus 2 biblias de química y se quedó absorto leyendo, poco después se percató
que alguien se había sentado al frente suyo, pero no levantó la vista. Después
de todo no le importaba si estaba acompañado o solo. Al llegar a cierta parte
del libro, Kenn necesitó levantarse a buscar más información para complementar
la de las biblias. Se acercó a la parte de química y se quedó sacando libros y
revisando cual le serviría. En eso por allá vio, una de las típicas escenas a las
que ya se había acostumbrado. Estudiantes que se mentían entre las secciones de
la biblioteca menos visitadas, para besarse o ponerse a hacer cosas que no
podían en otro lugar. A pesar de ser un
campus tan grande, por eso mismo, había un par de ojos vigilantes en cada
pared, esquina, árbol o demás lugares, excepto en la biblioteca. Estaban dos
integrantes de equipo de tenis, ya todo el campus sabía que eran pareja, pero
por ese mismo hecho de ser tan individualistas y esperar el momento adecuado
para atacar, nadie los había delatado, hasta llegar a necesitar esa
información. Cabía aclarar que WH una de las cosas en las que era algo bueno,
era que no excluía a ningún estudiante en la admisión o demás, por tener una
preferencia sexual diferente. En lo único que molestaba, era en lo que típico,
que no existiera contacto sexual de ninguna índole dentro de la escuela, pero
el que existieran parejas gays en la institución no le afectaba en lo más
mínimo.
Con
el reverso el ojo, los vio allí besándose como siempre. Se hizo el de la vista
gorda hasta que escuchó una exclamación. Los dos estudiantes se encogieron
mientras uno tercero se acercaba con ira.
—
¡No sé qué clase de Dios, les permite profanar así, pero tengan respeto aunque
sea por ustedes mismos!
Kenn
se acercó tratando de evitar que existiera una pelea, ya que los otros dos
estudiantes estaban dispuestos a lo que fuese necesario para que nadie contara
lo que hacían.
—
Bien, bien. —Aplaudió Kenn. — Les aconsejo muchachos, que por hoy se vayan y tú…— Se dirigió al otro estudiante, pero
antes de poder proseguir, se quedó mudo.
Se
encontró con la pequeña figura de Ajizhar. En su cabeza pasó un expreso, lleno
de ideas que no pudo analizar, pero sabía que lo más importante allí era que
estaba el pequeño que había despertado su atención. Esos ojos negros de igual
forma miraban con desprecio a todo a su alrededor. Le empujó y se fue de la
biblioteca. Kenn sentía el corazón en la mano. Lo había visto. No lo había
detenido, ¡Oh craso error!
***
Pasaron
3 semanas desde el incidente y Kenn seguía esperando el volver a verle. Al
parecer no volvió a la biblioteca. Él había estado allí, esperado a que se
apareciera, pero eso nunca pasó. Se
quedaba sin ideas.
Esa
noche, en la mitad de ella, se levantó al baño. No podía dormir. Fue al orinal
y se quedó mirando por la ventana que había sobre su cabeza que dejaba filtrar
un poco del cielo. Se sacudió un poco, se levantó los pantalones y al voltear a
ver por el pasillo de los retretes, vio un montón palos apelmazados frente a
una de las puertas.
Se
dirigió hacia allí y empezó a sacarlos, dejando un espacio en donde abrir la puerta.
Cuando lo hizo, vio a una pequeña bolita humana. Un niño abrazaba sus piernas y
estaba temblando, pero no emitía ningún sonido.
— Oe
¿Estás bien? — Kenn se acercó.
El
niño levantó la mirada y se quedó fijamente detallando la cara.
—
Así que vino alguien. Ya me había cansado de esperar.
Kenn
se quedó reconociendo la voz que le hablaba, ya que no podía ver bien.
—
¿Ajizhar?
El
niño se acercó y le miró desafiantemente.
—
Exacto ¿Quién eres?
—
Soy Kenn.
—
¿Kenn? Vale, gracias.
Esa
respuesta lo dejó frío ¿Acaso no sabía quién era? Bueno quizás solo él había
sido marcado en sus encuentros. Cuando el niño se acercó para salir, Kenn se
interpuso y Ajizhar le miró con odio. Muy seguramente pensaba que lo iba a
molestar. Puso su palma en el pecho de Kenn y con fuerza lo empujo, pero no le
pudo mover. Ese forcejeo, Kenn se dio cuenta, Ajizhar estaba temblando. Se
quedó degustando, ese extraño momento.Ajizhar
le empujaba y le empujaba pero no ganó nada, así que se devolvió.
—
Bien, si quieres dejarme encerrado, ya te puedes largar entonces.
Kenn sintió las voz temblorosa de él llegar
hasta sus tímpanos. Se acercó con decisión y tomó de los hombros a Ajizhar,
este se encogió. Pensado que le golpearía y sus ojos que trataban de mirar con firmeza,
solo se llenaron de lágrimas. Algo en Kenn se rompió. Sus ojos también se
quebraron y le abrazó.
El
niño comenzó a temblar con más fuerza y sin poderlo evitar se puso a llorar
como un bebé. Ajizhar había creado esa mascara para defenderse, pero a fin de
cuentas no era más que un niño. Un indefenso y adorable niño, que se hacía el
fuerte porque tenía miedo al dolor. Kenn le separó un poco y vio que seguía
llorando en silencio. Se acercó y besó sus ojos hasta que sus labios se
llenaron de lágrimas. Tenía que protegerlo, no había más para él. Se quiso
fundir con Ajizhar. Esa dureza, no era más que el reflejo de la misma armadura
que él se había puesto para sobrevivir en ese lugar.
—
Tuviste razón aquel día. — Kenn susurró. —Quizás solo estaba siendo un
hipócrita.
En
el baño, el pequeño Ajizhar, se quedó dormido después de tanto llorar, pero
después de esa noche, consiguió un fiel escudero. Mientras le veía dormir, Kenn
apretó su mano muy fuerte contra la de él. Su corazón pedía esa unión.