viernes, 6 de diciembre de 2013

Para esto también sirve el blog

Buenas y santas y muchas tantas. 

Esta entrada no tiene nada relacionado con lo que escribo o para publicar algo, nada. Solo es un post donde quiero escribir cosas que tengo en la cabeza y quisiera exteriorizarlas en un lugar que no moleste a nadie.


En estos últimos meses la vida ha sido una montaña rusa. Pensé que todo estaba controlado, pero la verdad es que la vida me ha controlado a su antojo. Eso mismo se ha visto reflejado en la inspiración para plasmar ideas o en mi capacidad cognitiva para aprender lo pendiente. 

Es como si todo se hubiese congelado. Siento como si la respuesta a la razón de todo aquello estuviese implícitamente en los minutos que pierdo al día. Entonces, claramente se escabulle entre mi cabeza las preguntas existenciales típicas "¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿Estoy haciendo las cosas bien? ¿Qué cosas quiero hacer?". 

Nada es diáfano, al punto que es un verdadero incordio . 

Siempre pensé que mientras fueras firme, la vida dependía de ti, pero no hay nada más irrisorio que eso. Eso tuve que aprenderlo. Pero también aprendí otras muchas cosas que hacían más amable la existencia. 

Intenté de alguna u otra forma forzarme a continuar con lo olvidado, con lo prometido, pero todo salió un fiasco, ya sean mis traducciones o escribiendo, sencillamente muchas cosas quedaron paralizadas, siendo mis intentos, abortos de ideas. 

La presión del tiempo se asiente. Para mí no hay nada más claro que eso. Los sueños, las aspiraciones o las mismas condiciones del existir marcan que tengo que correr sin correr. Caminar a paso firme pero siendo flexible. Ser maleable, pero ser consistente. Unas dicotomias imposibles en un cuerpo físico de esta dimensión, pero posibles en el plano metafísico y psicológico. 

Moldearse a la presión para sentir resurgir el mejor aliento, el mejor espíritu. Ese es uno de mis objetivos. Quiero ser capaz de producir lo mejor de mí, en las peores circunstancias. Iluso, quizás, pero no creo que sea imposible. 

En este sueño de una noche de diciembre, al fin deslumbre una idea, algo que me decía que estaban allí las cosas. Que realmente solo era estirar la mano, tener pura consciencia que tengo las vidas en las manos de las letras. 

Maravilloso, debo decir. 

Ese sentimiento, fue como escuchar el susurro de las musas dándome alientos. Divertido y conmovedor.  

No me siento en la capacidad de correr, pero si me siento en la capacidad de afirmar que puedo hacer cosas  mejores. Que tengo aún cosas por conseguir y que tengo aún muchas cosas por terminar de hacer. Quizás, estas crisis existenciales no sean tan malas. 




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