Buenas y
santas y muchas tantas.
Me debía
esto, después de fangirlear tanto con BMW y con el Shawn/Cory, tenía qué hacer
este fanfic.
Programa: Boy meets world
Pareja: Shawn/Cory – subtext - Rilaya
Advertencias: Angsty, romance, lemon y people change people /Yuri subtext
PD:
No ignoré a Auggie, solo que no supe como meterlo en el contexto.
Perdimos la eternidad
juntos
De fondo sólo se podía escuchar una
voz que se ahogaba en los sentimientos inconclusos de su vida. Quien yacía
dormido a su lado era su alma entera y a la vez era el alma de alguien más.
Shawn miraba con tanto dolor el rostro de Cory que le costaba seguir en ese
mismo cuarto.
La verdad que había escondido desde
siempre había sido no sólo que perdió a Ángela porque no estaban listos, sino
que perdió a Cory porque no podía ser su todo. Las únicas personas con las que
se arriesgó y perdió con las dos. Tantos años botados al traste y ahora Cory
volvía a estar con él, con esa misma sonrisa y dulzura que caracterizaba esa
amistad.
Ahí estaba el problema, la
“amistad”. Cory tenía una linda hija, él había terminado involucrado con la
mejor amiga de la hija de su mejor amigo y desgraciadamente veía que de alguna
manera se repetía la historia. Sabía lo que Maya sentía por Riley y se veía
reflejado en esa situación. Nada de eso hacía más fácil enfrentar la cara de
Topanga que ya sabía todo y sonreír sabiendo que ella era el destino de Cory y
no él.
Se había alejado todos esos años
porque era lo mejor y a pesar de todo ese tiempo seguía sin enamorarse. Porque
no tenía sentido buscar el remplazo de Cory, en el mismo momento en el que se
subió al altar, supo que lo perdió para siempre. Lo más triste del caso es que
él seguía esperándolo.
Cory insistió que por los buenos
momentos debían pasar una noche juntos; hablando, tomando unas cervezas,
jugando, volviendo a ser los mismos idiotas de siempre. Lo habían hecho y Shawn
no se había sentido tan vacío en toda su vida. Sabía que cuando volviera a
salir el sol, Cory se iría con Topanga y su hija, y él se quedaría solo.
Se paró de la cama y salió de la
habitación porque no podía aguantar más la presión en su pecho. Cuando llegó a
la sala tomó su chaqueta del perchero y abrió la puerta para irse a caminar. ¿A
dónde iría en la mitad de la noche? No tenía ni idea, pero no le importaba.
Necesitaría mucha carretera para volverse a encontrar a sí mismo. Era su método
para hacer las cosas.
El aire frío le golpeaba las
mejillas y en toda la calle sólo estaba él. Se sintió reconocido por el viento
helado y lo encaró sacando su cara de las solapas de la chaqueta. El tiempo se
encargaba de recordarle que no importaba que tan lejos se fuera, siempre
terminaría por volver con Cory. Esta vez no sería diferente, empezando porque
estaba en su casa, en su cama y usando su pijama.
¿Qué tan estúpido tenía que ser para
seguir sintiendo las mismas cosas durante tantísimo tiempo? Se percató que ya
había caminado suficiente cuando se dio cuenta que estaba en la estación del
metro. Si estuviese abierto se subiría y se iría al otro lado de la ciudad. La
distancia era lo único que lo había mantenido centrado en su trabajo, en seguir
con su vida y olvidar cada día después de la boda.
— ¡Shawn!
Su corazón se encogió del susto y
volteó para ver quién lo llamaba. La cara descompuesta de Cory y su carrera
frenética le hicieron derretir sus entrañas. Amaba tanto a ese hombre que le
costaba diferenciar dónde empezaba su alma y terminaba la de él. Siempre había
sido él, desde siempre.
— ¿Qué pasó? ¿Por qué te fuiste?
— Cory no tengo 5 años, sólo quería
ir a comprar algo.
— ¿Qué? ¿Qué ibas a querer tú a las
3 de la mañana?
— Cálmate ¿Quieres?
Cory jadeaba y lo miraba con
preocupación. Shawn le dio la espalda y siguió caminando. Pronto sus pasos se
sincronizaron e iban a la misma velocidad. No dijeron ninguna palabra más. Cuando
pasaron la estación del metro, Shawn pensó en una excusa para que se
devolvieran a la casa. No tenía sentido que su caminata para esclarecer su
mente fuera con la persona que la ponía turbia.
— Creo que he dejado la billetera,
será mejor que volvamos.
— ¿Cuántos años crees que te
conozco? ¿Qué pasa?
Shown alzó la vista y luego hizo una
mueca con una sonrisa. No fue capaz de mirarlo, sólo se dio la vuelta y se
dirigió de nuevo a su casa. Cory tampoco le dijo nada, pero él ya sabía que se
había dado cuenta de qué pasaba. No quería que se sintiera mal. Era su culpa
por tener esos sentimientos.
Luego de unos quince minutos de
caminata llegaron al umbral de la casa de Shawn. Metió las manos a su bolsillo
y sacó las llaves. Cuando abrió la puerta se le quitaron todas las ganas de
entrar. Suspiró inconscientemente y
avanzó hacia su interior.
— Tenemos que hablar.
La voz de Cory retumbó en la
silenciosa noche. Shawn no quería enfrentarse en estas circunstancias, sólo
quería terminar de pasar un buen fin de semana y seguir con su vida.
— Bien, habla. Te escucho.
Cory cerró la puerta y agilizó su
paso hacia Shawn. Lo cogió de los hombros y lo empujó hasta el sillón de la
sala. Shawn perdió el equilibrio y cayó sobre este.
— ¡¿Qué demonios te pasa?!
Antes de poder alzar la voz de
nuevo, Cory se montó sobre sus caderas. Apretó sus mejillas con sus manos y
estrelló sus labios contra los de Shawn. No importaba si sus sentidos estaban
alertas o no lo estaban, eso no lo había visto venir. Los labios de Cory tenían
unos movimientos bruscos que incluso podía decirse que le estaban doliendo.
Entre más forcejeaba para quitarse de encima a su amigo, más se apretaba este
contra él. Cuando se les acabó el aire, Cory fue quien se separó de Shawn.
Sus ojos se conectaron en ese
instante y la intensidad del beso no parecía tener un significado comparable a
lo que estaban diciendo sus miradas. Shawn tomó una bocarada de aire y puso sus
manos sobre los hombros de Cory. Lo empujó levemente hasta quitarlo de encima,
se paró del sofá y se fue a su cuarto. Cerró la puerta con llave.
Lo siguiente que escuchó fueron los
pasos de Cory dirigiéndose a la habitación. Lo sintió llegar hasta justo al
frente y después un susurro que escuchó claramente.
— ¿Ves? Ahora sí tenemos algo de qué
hablar.
Shawn estalló en cólera y golpeó la
puerta. Esto no se supone que debería pasar, su relación era sólo platónica y
lo sabía desde el comienzo. ¿Ahora en qué se iba a escudar?
— ¿Qué demonios piensas que haces?
— Shawn, tenemos que hablar sobre
esto ¿Cuántos años hemos aplazado esta conversación? Incluso la he tenido con
Topanga.
— ¡¿Cory, y qué importa ahora?! ¡Te
das cuenta que suenas ridículo diciéndome que hablemos de esto cuando ya lo
discutiste con tu esposa!
— Pero no lo he hecho contigo y
debemos hacerlo.
— ¿Quieres terminar conmigo? ¿Me vas
a quitar incluso esto?
— Abre.
La frustración no lo dejaba pensar
con calma. Y llegó a la conclusión de que tenía que acabar con esto de una vez
por todas. Abrió la puerta y dejó a Cory entrar. Cerró la puerta cuando ya
entró y le puso seguro. Esperó a que Cory se sentara en la cama y él se quedó
parado bloqueando la puerta.
Lo que aspiraba hacer era deshacerse
entre todos esos sentimientos y cortar de raíz todo lo que lo estaba llevando a
ese estado. Incluso él se daba cuenta de que era algo supremamente estúpido. No
había podido hacerlo en treinta años, ahora menos. No se había rendido ni
cuando se casó ¿Por qué ahora?
— Tú sabes que te amo Shawn. Incluso
sé que más que a Topanga.
— ¿Y qué quieres que haga con eso?
— Sé que amo a Topanga, pero yo también
sé que es un sentimiento totalmente diferente al que tengo por ti.
— Porque a ella la amas como mujer.
— No, porque la amo por lo que es y
supe que era alguien importante para mí, pero no tanto como tú.
— Tienes familia Cory, no sigas. Lo
que estás diciendo es un irrespeto a tu familia.
— Una familia que ya sabe que te
amo.
— Una familia que no es nuestra.
Esa fue la frase que hizo que a Cory
se le destruyera la máscara de tranquilidad que tenía. Luego sus ojos se
llenaron de una expresión de dolor y la boca articulaba excusas que sabían que
no servían para nada. Shawn tenía claro que se le había ido la mano con lo que
acababa de decir. Bajó la mirada y se disculpó. Cory no le respondió y siguió
mirándolo con la misma expresión.
Todas las ideas de violar a Cory se
esfumaron de su mente cuando este se tomó la cabeza a dos manos y se enterró en
ellas sin dejar que Shawn viera su rostro. No fue capaz de acercarse, abrió la
puerta del cuarto y se fue directamente hacia el sofá. Se percató que ya eran
las cuatro de la mañana y pensó que si dormían, tal vez cuando se levantaran
iban a poder actuar como si nada hubiese pasado.
— Shawn, ven aquí.
La voz de Cory desde su habitación
lo puso tenso y se apretó más contra los mullidos cojines del sofá. Ni siquiera
el beso que se acababan de dar significaba algo comparado con lo que había
dicho. Había dicho algo que se habían prometido que no iba a cambiar en nada su
relación. Cory le había dicho que esa también era su familia, Riley no tenía la
culpa que Cory ya no fuera suyo, Topanga tampoco.
— ¡Shawn ven aquí!
Cory había gritado con todas sus
fuerzas, seguramente había despertado a algún vecino con ese grito.
— ¡Qué demonios Cory!
Estaba a punto de llorar, la voz se
estaba nublando y no se movió del sillón. Esa noche no estaba terminando como
imaginó. Nada estaba pasando como lo había pensado. Se puso bocabajo y presionó
su rostro contra el cojín. Deseaba que esa noche se acabara rápido, que Cory se
devolviera con su familia y lo dejara estar solo.
Estaba perdido en sus pensamientos
por lo que no sintió cómo Cory se le montaba encima. Un gemido salió producto
del peso. Se intentó voltear, pero Cory lo abrazó por detrás y recostó su
cabeza contra la nuca.
— Tú sabes que mi único deseo era
tener una familia contigo. Mi único deseo es estar conectado de alguna forma
por nuestra descendencia. Si tuvieras un hijo y estuviera con Riley sería como
si nosotros pudiésemos estar juntos.
— …Y a mí eso de qué me sirve ¡Si
soy yo el que quiere estar contigo!
Cory se apretó más contra él. Los dos habían
perdido la eternidad juntos, todo por un ideal. Topanga era un ideal y su
familia con Shawn también lo era. No era infeliz por el camino que tomó, igual
sabía que también tenía la felicidad garantizada con Shawn. Fue una decisión
difícil, pero al final quiso prolongar su existencia.
— Esta historia se está repitiendo,
no quería que alguien más estuviera con un amor no correspondido por tanto
tiempo.
— Hablas por Maya ¿Verdad?
— Sí, ella está tan enamorada de tu
hija como yo de ti y me frustra.
— Tú sabes que te amo Shawn.
— Yo también te amo Cory.
El calor que se produjo por el
contacto de los cuerpos les volvió a dar la tranquilidad. El camino que había
tomado no se podía deshacer, pero seguirían estando juntos.
— Yo quería tener una familia
contigo, tú sabes que siempre has sido tú.
— Cory, no más por favor.
— Escúchame, si escogí a Topanga no
fue porque ella fuera mujer…
— ¡Cory me estás haciendo daño! No
es justo conmigo.
— Es cierto, lo siento. Ahora no
importan los motivos.
— Sí, ya ha pasado demasiada agua
por este río. No importa.
— … Tengamos sexo Shawn.
— ¡¿Qué?!
Shawn hizo fuerza para levantarse
del sillón y tumbó a Cory de su espalda.
— Sí, este amor platónico llevémoslo
a ese nivel físico.
— Demonios, esto no se supone que
iba a terminar así. Sólo era una reunión por los viejos tiempos, reiríamos,
hablaríamos y nos dormiríamos. Al final, estarías mañana en tu casa hablando
con Topanga que seguimos siendo buenos amigos.
— No quiero dejar esto a medias Shawn, esto
también es por mí.
— No, quieres terminar conmigo… Esto
no sería capaz de soportarlo. Cory, no me quites esto. Tú no vas a estar
conmigo después de que nos acostemos.
— Es verdad, no voy a dejar a mi
familia. Pero tú tienes algo que ellos no tienen, tú sabes qué es…
— Tu familia con Topanga… ella es
una mujer fuera de serie. Yo la quiero, tú la amas, yo estoy bien con eso,
déjalo como está.
— ¿Y mis sentimientos? Es que tú
crees que sólo ha sido estar con Topanga y que todo se me olvida. ¿Cuántas
veces he deseado durante todos estos años que estuvieras tú en vez de Topanga?
Ella lo sabe, ella ha estado viviendo con eso durante todos estos años.
— No me metas en un triángulo
amoroso del que claramente me sacaste hace mucho tiempo atrás.
— ¿Tú quisiste a Ángela?
— Claro, tú sabes que la amé.
— ¿Y por eso dejaste de quererme?
— No seas idiota, eso…
— Es exactamente lo mismo. Esa
seguridad que te daba estar con ella y plantearte que el futuro iba a ser más
estable, es lo que yo también pensé.
— Lo sé.
Shawn tomó uno de los cojines y
golpeó el pecho de Cory con este. Se quedó un rato mirando el tapete hasta que
Cory se levantó del sofá.
Lo siguiente que acompañó el tapete
fueron las prendas de Cory. Shawn levantó la mirada y se encontró con su mejor
amigo desnudándose para colocarle fin a ese amor desmedido. El cuerpo que
recordaba, siempre estaba cambiando. Había formas que no reconocía, había
marcas que no sabía que estuviesen ahí. Era su mejor amigo, pero desnudo era un
desconocido.
— Shawn, tú sabes mejor que nadie
que después de esto nada va a acabarse.
— ¿Vas a engañar a Topanga por mí?
— Tú sabes que la he estado engañando
desde siempre. Ella me ha tomado contigo a mi lado, sabía que se estaba
engañando si pensaba que sólo era ella.
Después de que la última prenda
cayera, lo siguiente que sintió fueron los brazos de Cory rodeándolo. Un abrazo
de esos que llenan el alma. Shawn levantó la vista y encontró el rostro de su
amigo volviéndose alguien más. El amor que reflejaba su expresión era como la
recordaba, pero entre las facciones adultas supo que se estuvo añejando todos
esos sentimientos hasta hacerlos terminar en ese sillón.
La siguiente acción fue la
continuación del ataque violento de hacía un momento, solo que esta vez sí se
estaba haciendo consensuado y Shawn sí le devolvió el beso. Los labios chocaron
con fiereza, los dientes incluso se golpearon un par de veces. La lengua de
Cory se inmiscuyó dentro de la cavidad oral de Shawn con la intención de robarle
el aliento.
Las manos de Shawn rodearon el
cuello de su amigo y lo apretaba con más ahínco contra sí. Sentía un escalofrío
en todo su cuerpo, los poros se abrían para exhalar excitación. No era lo que
tenía en mente cuando pensaba en tener sexo con Cory Matthews. Empezando porque
esa idea nunca cruzó su mente, el amor de ellos era tan platónico que el sexo
ya era de por sí, bastante improbable.
La saliva empezó a escurrirse por la
comisura de los labios y el cuello tuvo como compañía un collar de saliva.
Shawn respiraba con dificultad mientras entre su propia prisa comenzó a
quitarse la ropa. Las prendas fueron cayendo con ayuda de Cory. En ese momento
no existía el choque visual de estar viendo un hombre a la mitad de sus cuarenta
balanceándose contra su cadera, sólo estaba el Armagedón de un amor más largo
que su propia existencia.
Colocó sus dedos en el borde de sus
pantalones y el forcejeó con Cory encima hacía difícil quitarse los pantalones.
Su compañero se demoró en notarlo y se paró del sofá. Tal vez la posición en la
que estaban había hecho perder mucha perspectiva a Shawn, pero cuando vio la
erección de Cory y su rostro descompuesto por lo que estaban haciendo, sus
neuronas eclosionaron y se transformaron en una masa amorfa de deseo que se iba
enredando más consigo misma.
— Maldita sea.
Fueron las últimas palabras que
articuló Shawn en toda la noche. Se
levantó y botó sus pantalones casi con ira; no tenía ni idea de a dónde habían
ido a parar. Cory se sobresaltó un poco por el cambio de actitud de Shawn, pero
poco después se lanzó a él.
Los labios se volvieron a encontrar
y las manos esta vez iban dirigida hacia la entrepierna de su amigo. Shawn
masculló entre dientes pero no se alejó, relajó las caderas para permitirse sentir
más las atenciones de Cory. Los dedos se enrollaron con habilidad entre la
virilidad y bajó el prepucio dejando ver la punta rosa que cada vez iba
adquiriendo un color más oscuro por la acumulación de sangre. El líquido preseminal
adornó los dedos de Cory pero parecía que este quería más fluidez en el
movimiento y se echó saliva en la mano.
Estar de pie no era propiamente la
posición más cómoda, así que Shawn lo guió de nuevo hasta el sofá. Esta vez fue
Cory quien quedó debajo. Este soltó una risita al ver lo descontrolado que
estaba Shawn. Ya sabía que él lo había estado deseando tanto cómo él, pero no
se imaginaba que cuando llegase el momento iba a estar tan descontrolado. Hasta
el momento no había hecho nada más qué besarlo.
Los labios de Shawn se fueron a su
cuello y lo llenó de caricias. Una corriente bajó por toda la espalda hasta las
caderas de Cory. Su pene estaba necesitando atención, bajó su mano y comenzó a
masturbarse. El olor que desprendía Shawn era nostálgico y a la vez adictivo.
Desde siempre había pensado que olía bien, pero ahora con su sudor y su saliva,
se daba cuenta que era más bien sensual. Alzó el rostro para alcanzar también
el cuello de su compañero y lamer un poco del sudor que se estaba formando. Era
salado y la boca se le llenó de la esencia de la colonia que utilizaba.
Su mano se comenzó a agitar más
rápidamente, deseaba que Shawn se moviese más rápido, pero este seguía dándole atenciones
a su cuello y mandíbula. Juntó sus caderas y buscó que su pene hiciera
contacto. Tomó miembro de su compañero y lo apretó contra el suyo. Un gemido
sordo se formó en su garganta, sentía las venas sobresaltadas de su amigo, los
latidos llenos de anticipación. Se derritió entre las dos virilidades, las
frotó, las enredó, las acarició hasta que tuvo que apretar sus nalgas para
contener su inminente eyaculación.
Shawn gruñía en su oído y eso lo
llenaba de una excitación animal. Quería escucharlo gritar con todo lo que
tenía, que se corriera dentro suyo, que se desesperara por volverlo a tomar.
Esa era su misión esa noche. Apretó los penes y dejó que las puntas casi
moradas se aprehendieran una a la otra. Las cabezas de los miembros sin
resistir el contacto más, dejaron salir la viscosidad blanca.
Los dos se apretaron por el placer y
abrazaron con más fuerza. Cuando se separaron se dieron cuenta que sus pechos
estaban manchados de su semen. Cory le sonrió y le dio un beso en la mejilla.
Acercó una prenda que estaba cerca y secó el pecho de Shawn y después el suyo. En
ese momento, cuando fue a buscar la mirada de su amante de una noche se dio
cuenta que tenía los ojos cerrados y el ceño fruncido como si le estuviese
doliendo algo.
— ¿Estás bien Shawn?
El aludido sacudió la cabeza de un
lado para el otro y Cory se le aguaron los ojos al verlo tan compungido. Sabía
que para Shawn era un placer culposo, más doloroso que gozoso para su
desgracia. No quería que él se sintiera mal por lo que estaban haciendo, porque
no era nada malo. Ellos habían aplazado ese momento durante treinta años y
ahora lo estaban viviendo después de tantas cosas.
— Está bien, déjalo salir.
Shawn abrió la boca tratando de
explicar qué estaba sintiendo en ese momento, pero lo único que salía era la
primera sílaba del nombre de la esposa de Cory. Este le sonrió y le dio un beso
en la frente. Cuando los labios dejaron su lugar, unos sollozos más fuertes se
manifestaron y antes de pensarlo estaba de nuevo encima de él llenándolo de
besos.
— Yo también te amo.
El abrazo se extendió al igual que las
lágrimas en el pecho de Cory; Shawn no podía dejar de llorar, pero tampoco
podía detenerse de quererlo. Se siguieron besando y explorando a sí mismos en
el reflejo corporal del otro. Cory levantó sus piernas y rodeó la cadera de
Shawn. Se apretó tanto a él que incluso sintió cómo le dolía.
― Quiero que hagamos esto hasta el
final.
Shawn entre las lágrimas asintió
rápidamente y se dejó caer por la presión. El balanceo de las caderas hizo
sincronizar los dos miembros. Cory le acarició el cabello y puso sus manos alrededor
del rostro de Shawn. Lo contempló como no lo había hecho nunca, se daba cuenta
que su amigo era tan frágil y miedoso que su única forma de enfrentar esa
situación era huyendo.
— Vamos a necesitar algo de ayuda ¿No
crees?
Shawn se rió y se soltó del abrazo
de Cory. Se fue a la cocina y trajo consigo un pote de aceite. Riéndose más lo
dejó en la mesita de la sala. Cuando de nuevo se sentó al lado de su todo, este
le tomó de las manos y se quedaron mirándose durante largo rato. Tal vez era
porque la emoción del momento había bajado un poco o porque estaban
reflexionando lo que estaban a punto de hacer, pero les tomó tiempo avanzar de
ese punto.
— ¿Sabes Shawn? Me siento extraño
por no estarme sintiendo mal en este momento —apretó su mano un poco más y
suspiró―. Pero lo que me parece más increíble es encontrarme deseando esto más
que cualquier otra cosa en el mundo.
Levantó una de sus rodillas y apoyó
su brazo libre en él. Después de varios minutos en silencio, Shawn tomó el
frasco de aceite, lo abrió y poco a poco fue embadurnándose las manos. Cory lo
miró con una sonrisa discreta e hizo lo mismo. Ya cuando estuvieron listos los
dos se pusieron frente a frente en el sofá y lentamente fueron tocando sus miembros.
Los dedos se perdían entre las curvaturas de
los testículos y el pene. Se acariciaban con tanto cuidado que la sensación era
de seda. Era la dedicación de volver a levantar el miembro de su contrario. Las
manos brillaban expandiendo los pequeños destellos por la piel aledaña a la
entrepierna. El calor se expandía con potencia por entre los dedos y el
contacto. Cory al cabo de un rato se puso de rodillas y se apoyó en pecho de
Shawn.
— Quiero que estés dentro mío.
Desde la perspectiva de Shawn lo
único que podía ver era cómo se perdía la mano izquierda de Cory tras sus
caderas. Su respuesta ante la estimulación fue un sonido fuerte de su garganta
tragando saliva. Se le dilataron las pupilas y una vez más quedó perplejo. Esa
noche todas las palabras se le quedaban a mitad de camino y se sentía como un
imbécil. Estar con tantas mujeres y experimentar tantas cosas y al final no
tenía nada que decir en un momento como ese.
El sonido acuoso rompió sus
pensamientos caóticos. Cory se había penetrado con sus dedos y ahora estaba
sacudiendo un lugar que jamás en su vida había explorado. Las facciones
juguetonas de Cory se fueron transformando en arrugas en su frente y tensión en
sus labios. No se estaba sintiendo bien y no esperaba menos. No es como si
fuera gay y eso fuera lo más natural del mundo. Estaba haciendo todo ese
esfuerzo sólo para que él pudiera estar dentro suyo.
Trataba de no hacer mucho ruido para
no hacer sentir mal a Shawn, su único deseo era que en ese momento el sexo
fuera lo más agradable posible. Los dedos se expandían en su interior y la
sensación de ruptura era tan desagradable, incluso empezaba a dudar que fuera
capaz de lograrlo. A la intrusión del tercer dedo lo dejó sin aire, tal vez se
estaba apresurando mucho.
En la inmersión del dolor sintió la
mano de Shawn en su hombro. Levantó la mirada y se encontró con una sonrisa
hermosa. Se le olvidó lo desagradable del momento y se dejó guiar por él. Se
recostó contra el brazo del sofá y Shawn guió sus piernas para que se colocaran
en sus hombros. La cabeza de Shawn se fue dirigiendo peligrosamente hacia su
entrepierna hasta que se encontraron frente a frente.
— No tienes que forzarte a esto.
— Cor…
— Lo sé, perdón.
El reproche de Shawn le hizo sentir
mariposas en el estómago. Tocó su cuello y se dejó llevar por la sensación elástica
de la lengua. El ápice lo estaba despropiando del recubrimiento de su pene y lo
dejaba a la intemperie. Los ataques de la boca de Shawn no se hicieron esperar,
en su defensa sólo arqueó su espalda y gruñó desde el fondo de su garganta. Entre
el éxtasis, su recto se quejó por el nuevo estado al que estaba siendo forzado.
Shawn introdujo dos dedos con suma delicadeza y los iba doblado lentamente
simulando el movimiento de una serpiente.
Cory encogió las piernas hasta que
estas casi tocan su pecho. Abría y cerraba la boca en conjunto de unos sonidos húmedos.
Pronto el silencio de la noche fue acompañado por los gemidos y chapuzones de líquidos
corporales. Los minutos que pasó dentro de la boca de Shawn se fueron
expandiendo hasta el punto que le parecían horas. Su cuerpo se fue abriendo a
la sensación de calor en la boca de su estómago.
Entre los gruñidos declaró que
estaba a punto de venirse y antes de que la visión se volviese blanca fue
desprovisto de la fuente de placer. Parpadeó un par de veces para encontrarse
con Shawn lubricando su miembro. Automáticamente sus manos se aferraron de los
cojines bajo él y los apretó con fuerza. Iba a ser embestido para desaparecer
entre los pliegues de su deseo y su cuerpo. Shawn se posicionó entre sus
piernas y lucía nervioso.
Eran dos hombres que habían pasado
cuarenta años de su vida entre el cuerpo de una mujer y a pesar de todo estaban
involucrándose sexualmente en ese momento. La única experiencia con la que
contaban eran con el suave y armonioso cuerpo de una mujer, pero a pesar de
todo, estaban cómodos descubriendo qué los hacía sentir bien.
Sus ojos centelleaban expectantes al
mundo que les esperaba tras ese simple acto. Era tan sólo que Shawn empujara su
miembro a través del cuerpo de Cory para que todo en lo que había creído se
derrumbara. Efectivamente el momento más importante había llegado, la presión
en su esfínter era la señal.
— ¡Ahhh!
La garganta de Cory no se contuvo
ante la sorpresa. Shawn estaba adentro de él. La rigidez lo revolvía con las
embestidas lentas. Las paredes de su interior se aglutinaban en la punta y se expandían
cuando la base lo abandonaba. El dolor estaba siendo permanente en el acto,
pero a él más que importarle sentirse bien, quería consumar ese ideal que habían
tenido durante tantos años.
Se aferró a ese momento como nada en
su vida. Algunas lágrimas abandonaron sus ojos y sólo quería seguir siendo llenado
no importaba el dolor. El pene de Shawn transmitía su propio pulso y calor, por
medio de sus paredes podía saber qué tan ansioso estaba su pareja. Para
tranquilizarlo le dio un beso en la nariz y le hizo la seña de que continuara. Al
rato Shawn colocó más cojines bajo la cadera de Cory y se empujó con fuerza.
El ángulo de penetración actual
resultaba menos doloroso que el anterior y la penetración se hacía más fluida.
Las caderas de Shawn se movían con fervor por entre las hendiduras de su cuerpo
y el placer iba forjándose con paciencia entre cada embestida. Hasta el momento
lo más importante que habían experimentado en todos sus años de amistad era la
confianza. Y ahora estaban consagrando su cualidad representativa. Se estaban
conociendo desde el interior de sus existencias.
Las piernas de Cory terminaron en
los hombros del perpetrador y el ángulo de penetración fue arqueándose más. La
presión del cuerpo de Shawn estaba inclinándolos aún más. Las entrañas se
abrían con fuerza por el intruso y Cory no estaba llevando bien el cambio de la
pose. Su cabeza se estaba nublando y los pensamientos de placer se teñían de
punzadas de dolor. Puso sus brazos cubriendo sus ojos para que Shawn no se
diera cuenta de que no lo estaba disfrutando, pero él no era idiota. Bajó la marcha y fue devolviendo el tronco a
una posición más cómoda. El aliento de alivio delató a Cory.
— Lo siento, ya no soy tan flexible.
Shawn comenzó de nuevo a embestirlo,
esta vez fijándose de que su pareja lo estuviera disfrutando. Tomó las caderas
y se impulsó con movimientos circulares y lentos. Este nuevo método le regaló
unos estremecimientos desde lo profundo de sus caderas. La forma de rozar su
glande al parecer también estaba dando con los puntos buenos del recto de Cory.
Las expresiones se relajaron y los
dos estaban pendientes del momento de máximo auge. De nuevo estaban
construyendo su ritmo para llegar. Cory pidió entre las embestidas que quería
tomarse de las manos, Shawn le dio su mano izquierda y entrelazaron sus dedos.
El acto sexual que estaban haciendo
no era propiamente uno de jóvenes descontrolados, pero a pesar de no ser
intenso, era sobrecogedor. Cada célula lo estaba sintiendo al máximo y esa era
probablemente la mejor forma de hacer las cosas. La interacción se extendía
cuanto más podía, pero la resistencia no era eterna.
No sabía cuánto tiempo había pasado,
pero la sensación de tener a Shawn en su interior era tan familiar como si
hubiese pasado siempre. Sus manos rompieron el contacto en algún momento que no
podía especificar, pero no le molestaba porque estaba siendo abrazado con el
resto de la existencia.
Las respiraciones agitadas
anunciaban que estaban próximos a romper la barrera del acto. Shawn estaba aguantándose
las ganas de explotar con toda la intensidad en ese momento porque sabía que
una vez terminado el acto, todo lo demás se acabaría para siempre.
La mano de Cory se paseó por su
mejilla y delineó sus facciones compungidas por el esfuerzo de no eyacular. Los
suspiros que se fusionaban hasta desaparecer a los muchos intentos de volverse
gemidos. Todo el acto sexual no fue escandaloso, tal vez en otra ocasión pudo
ser mucho más elaborado, pero valoraban el sexo de adultos.
El momento ineludible vino cuando las
estocadas de Shawn se hicieron más largas. Apretó sus manos hasta que los
nudillos quedaron blancos. Ese era el momento, el final que terminaría con una
pared que no habían sido capaces de derrumbar. La última embestida se dio con
toda la fuerza que le quedaba Shawn. Su pene se liberó, llenando con su esperma
el interior de Cory. Este se estremeció ante el ingreso del chorro de la
semilla.
Después de permanecer tensos durante
unos segundos, cayeron rendidos bajo su propio peso. Las respiraciones se
fueron calmando a medida que iban pasando los minutos. Cory sintió un alivio
inmenso y no quería dañar el momento preguntándole a Shawn cómo se sentía.
― ¿Quieres que vayamos a dormir a la
cama?
Shawn asintió entre su pecho y él se
paró primero. El pene ya más relajado salió del esfínter y se tardó en acomodar
al exterior. Cory sólo suspiró ante la pérdida del compañero que había revuelto
sus adentros. Los dos tomaron la ropa que habían botado por toda la sala y se
la llevaron con ellos al cuarto. Shawn dejó todo en una silla que estaba al fondo
del cuarto y se lanzó con fuerza sobre la cama.
— ¿No te vas a colocar ropa?
— Estoy cansado quiero dormir.
En ese momento fue cuando Cory se
percató que ya eran las seis de la mañana. Él también estaba cansado, sólo se
colocó la parte de arriba del pijama y se fue al lado de Shawn que ya estaba
dormitando.
― Métete debajo de las cobijas.
Shawn gruñó en asentimiento y se corrió
para que Cory pudiese bajar las cobijas y cubrirse los dos con ellas. Sin
planearlo Shawn lo abrazó por detrás y quedaron durmiendo juntos. Entre la
calma del olor a ellos y el calor acogedor, el reino de los sueños les dio la
bienvenida.
Llegó la tarde y fue por el hambre
que Shawn se levantó. Cory había cambiado varias veces de posición en la cama y
ahora estaba boca arriba con los brazos estirados. Tal vez era por despertar
bajo la calma del sueño, pero no sentía nada respecto a saber que había perpetrado
el interior de su mejor amigo. Se colocó el pantalón del pijama y se fue hacia
la cocina. Tomó una cerveza del refrigerador y le dio un largo trago.
El amargo de la cerveza le hizo
recordar a la persona que estaba esperando a Cory después de eso. Topanga no
tenía la culpa de nada, ella era una gran mujer, pero tantos años de este amor
tenían que explotar por algún lado. «No la engañamos», se repitió muchas veces
hasta que se le quitó el sabor amargo.
— Buenos… días o tardes ya no sé qué
hora es.
— Hola.
Cory apareció arrastrando su cuerpo
con gran esfuerzo. Unas grandes ojeras estaban bajo sus ojos y tenía los labios
inflamados.
— ¿Te sientes bien?
— Un poco adolorido, pero estoy
bien. ¿Haces algo de comer?
— Sí, almorcemos
Hicieron un bistec con puré de papa.
Toda la preparación fue silenciosa, sabían que tenían que decir algo respecto a
lo sucedido, pero estaban conformes como se sentían. Después de terminar de
comer el almuerzo, Cory tomó una ducha y se cambió. Shawn se quedó en la cocina
todo el tiempo tomándose otras cuantas cervezas.
— Creo que es hora de irme.
— Vale. Saludos a tu… familia.
— Sí, les diré. Te cuidas.
— Lo haré.
Cory le sonrió diciendo con su
mirada los miles de pensamientos que cruzaban su mente. Shawn sonrió también,
pero no fue capaz de aguantar la mirada durante mucho tiempo.
— Ve, ya deben estar preocupados.
— Sí.
Cory bajó la mirada y se dirigió
hacia la puerta. Después de que esta se cerró Shawn levantó los ojos hacia el sofá
y se fue hacía allí. Se hundió entre los mullidos cojines. Tenía muchas cosas
que pensar, pero la pregunta más importante era:
— ¿Y ahora qué?
Les agradezco muuucho haber leído hasta
el final. Sé que quedó muy random este fic, pero espero les haya gustado y
larga vida al Shory.