Quiero adelantar la mayor cantidad de historia que pueda, porque después de que entre a la universidad dudo que pueda sentarme a escribir. Sé que muchos estarán esperando que vuelva al enfoque MauriceXMatthew, pero es que no podía parar de escribir hasta que esta conversación tuviese lugar.
Espero que les guste y siempre agradecida de que me lean.
Capítulo 14
“Quiero hablarte claro.”
El calor le
despertó. Se sentía derretir en esa cama. Estiró su brazo y se encontró con la
figura de Elliot que plácidamente dormía a su lado. Miró el reloj de su muñeca
y esta marcaba que eran las 8 de la mañana. No había dormido nada. Pero su
acompañante parecía complacido y sin ganas de levantarse. Veía su piel blanca
que había sido irritada por las
lágrimas. Solo lo hacía parecer aún más un niño mimado.
No le iba a
despertar. No tenía la intención de enfrentarle. Se sentía cansado, como si
toda su energía hubiese sido drenada mientras dormía en vez de haberse
recuperado. Se recostó en la cabecera de la cama y se quedó mirando a Elliot
durante un rato. Organizaba sus ideas. Ese niño que tan solo era malcriado,
llegaba a ese punto solo porque lo que él creía seguro le fue quitado. Contaba
con una familia que estaría siempre con los brazos abiertos para él. Bueno, eso
creía entender en el mismo momento que llegó a ese extremo solo porque sus
papás le negaron la ida a su país.
Comparó un poco
con lo que había sido su vida y pensó que en parte podía entenderle. Algo que
siempre ocultó, pero que era sin duda una verdad, es que a raíz del problema
con su padre, dentro de él se generó una necesidad de cariño. Quería ser
validado por los ojos de sus padres. No podía evitar pensar que ese fue el
único deseo que le fue negado. Aún así no se derrumbó, siguió viviendo por su
madre, se volvió su motor. Pensó que fue la mejor forma de compensar todo lo
que le fue negado.
No es que
estuviese interesado en ayudar a Elliot, pero le molestaba esa fragilidad, esa
inmadurez, esa falta de percepción. Él había tenido que madurar mucho antes de
lo que ese niño hasta ahora empezaba. Pensó un poco en sí mismo y no se vio muy
lejos de una situación parecida a la que planteaba Elliot, solo que tenía un
diferente foco. Él también tenía un problema, algo que nadie había controlado.
En parte se sentía avergonzado de su constante deseo de monopolizar las vidas
de los demás, de no confiar en nadie. Ese era el problema, sentía que todo el
mundo le quería traicionar al mínimo momento. Él no era nadie para criticar a
Elliot, aunque tuviese la experiencia a sus espaldas.
Pensó en Jostein
y solo pudo pensar que lo que había hecho era digno de compararse con un
maniaco. Solo pensó que era lo correcto en ese momento, pero si lo pensaba,
había llegado muy lejos. Prácticamente secuestró a alguien para que le contara
sobre los secretos de otra persona. Llegar a esos extremos, definitivamente
necesitaba una terapia en algún lado. Sonrió sintiéndose como un imbécil y se
deslizó fuera de la cama.
— Enano, más te
vale despertarte temprano. No quieras abusar de mi nobleza. —Se burló un poco
de la forma que lo dijo.
Se paró en el
armario y sacó dos camisetas. Se colocó una negra que tenía un loco de un puma
y le botó al lado de la cama, una verde que no le gustaba. Se fue a tomarse
algo para esa sed que tenía. Salió del cuarto y a la persona que se encontró no
fue a nadie más que el novio de su mamá.
— Hola. —Joshua saludó
como siempre.
Este se quedó
callado un rato y luego le puso una mano en la hombro.
— Quiero hablar contigo.
Joshua se extrañó
ante eso, ya que era una persona que nunca había mostrado señas de querer
entablar una conversación de ese estilo.
— ¿Qué pasó?
— Eso mismo
pregunto yo. Sé que no tengo el derecho de un padre de exigirte nada, pero me
parece importarte dejar unos temas claros, ya que convivimos ahora.
Joshua encanó una
ceja y se quedó esperando el resto de la explicación.
— La verdad,
desde hace mucho rato me ha estado molestado que te encierres y te cuestes a
dormir con Maurice. Asumí que era algo normal en la relación de ustedes y traté
de no ponerle mucho problema. Debo aclarar que no es que quiera imponerme, pero
me parece importante no tener comportamientos que se puedan malintencionar.
Joshua comprendió
que quería decir. — Tranquilo, que no soy gay ni nada por el estilo.
La cara del novio
de su mamá se aflojó un poco ya que le había entendido sin tener que decirlo
él.
— Bien. Cabe
agregar que si llegases a serlo, respetaría esa decisión, pero agradecería que
no se presentara ningún evento en esta casa.
— Ah, ya veo. —La
verdad, Joshua se sintió ofendido. — ¿Algo más?
—Sí. —Espetó este.
— Me sorprendió la hora a la que llegaste ayer. No me parece correcto que pases
en la calle hasta esa hora. Sé que eres un joven que está en fiestas y que se
va a divertir, pero por lo menos, por tu seguridad trata de llegar más
temprano. Además, de que en lo posible no deberías traer a nadie en las condiciones
que trajiste a ese amigo tuyo ayer. Lo digo por prevención. Si a ese niño le
llegase a pasar algo, no habría otro responsable sino tú. Deberías pensar en
eso.
La atención de
Joshua se disipó y le calaron las palabras que había dicho de últimas. Era verdad,
ese enano estaba solo. No se había reportado a donde se estaba quedado. Si alguien
llegase a denunciarlo, sería él quien entraría en problemas. Joshua agachó la
cabeza y claramente se expresó, diciendo que entendía la preocupación. Olvidándose
sobre lo que fue a hacer fuera del cuarto, se devolvió y el cometido que se
impuso, era hacer que ese enano se devolviera por donde había entrado.
Empezó a sacudir
a Elliot hasta que este regresó a la consciencia.
— quiero dormir.
—Murmuró este.
— Y yo quiero que
te largues ya. — Joshua realmente molesto, se impuso. — Debes reportarte en
donde te estas quedando. Yo no quiero problemas por un borracho como tú.
— ¿Mis tíos? —
agregó este. —No importa. Ellos no están. La casa debe estar igual que cuando
la dejé.
— No me importa.
No sé qué creas tú, pero cargar con un borracho, atrae más problemas de los que
crees.
— Vale, no tienes
que ponerte en esa tónica. Tampoco es te estuviese diciendo que vengo a vivir
aquí. Solo te digo que no te preocupes, mis tíos no se preocuparían de que no
llegara a casa. Ellos ni siquiera saben
mi itinerario.
Joshua le pareció
qe lo dijo con cierto deje de tristeza, pero borró eso de su cabeza.
— Te importaría
darme algo de tomar. Estoy deshidratado.
Joshua asintió y
salió de la habitación esperando que al volver por lo menos ya estuviese
calmado. No tardó en subir con los vasos de agua y al entrar vio que este
estaba recostado con los brazos sobre los ojos.
— Toma.
Elliot se levantó
y tomó el vaso de agua. El contenido se diluyó rápidamente en el organismo de
Elliot.
— Lamento todo este
inconveniente. Déjame por lo menos compensarte con algo. Soy una persona que no
se puede quedar debiendo nada.
Joshua se quedó
callado. No tenía nada que realmente quisiese pedirle al enano. Además de que
tampoco es que su orgullo le dejase recibir algo de él.
— Mira, con que
te vayas de aquí y no te accidentes mientras llegues a tu casa es suficiente.
Elliot sonrió
ante el comentario preocupado de Joshua. Quizás realmente no era una mala
persona como ya se lo había demostrado. Le estaba dirigiendo a él esa otra
faceta que solo había visto con Matthew.
— Vale, me iré
ya, pero realmente te quedo debiendo algo.
— Sí, como quieras.
Elliot se cambió
y despidiéndose de Joshua y de las demás personas de la casa. Al dirigirse a su
casa se sintió extrañamente despejado.
***
Era de nuevo ese
día de la semana. Se diferente a como
siempre lo hacía. Esta vez fue la ansiedad y una adrenalina misteriosa la que
lo embargó. Tenía vergüenza de entrar a clase y ver a Joshua. Es que le había
mostrado una faceta realmente inoportuna. Se le había salido todo lo que tenía
de niño malcriado. Trataba generalmente de controlar esa parte inherente en él
que prácticamente le hacía pensar que si él lo quería ya era suyo. Todo se
debía a que de niño y en su adolescencia, nada le fue negado.
Entró al salón
con esa reconocida arrogancia. Tratando
de ocultar esos latidos arrítmicos de su pecho. Y quizás esperaba más de Joshua
a la hora de verlo, como una burla, un insulto o algo que le mandase una señal
que lo que había pasado en ese bar, había significado algo. Nada sucedió. Él
levantó la mirada, vio que llegó y siguió hablando con sus compañeros como si
nada. No le molestó esa acción, solo se sintió un poco frustrado.
Esperaba que
aunque fuese un poco se hubiese conmovido de su historia, que se hubiese
interesado en ella. ¡Oh craso error! Siempre tendía a pensar que la gente se
interesaba por él como si fuese lo más importante de sus vidas. En una parte
dentro de sí, creyó que era igual.
No podía
culparlo, de hecho tenía que estar reflexionado con ello ¿Realmente valía la
pena gastarle tanta cabeza pensando eso? Toda su vida le dieron lo que quisieron,
ahora tenían que hacer lo mismo con su hermano pequeño. Mas bien debería
alegrarse porque el niño fuese a tener los mismos cuidados que él.
Era una de las conclusiones
a las que había llegado gracias a Joshua. No podía decírselo, pero le dio una
cachetada mental aquel día. Había cambiado su percepción respecto a él. Quizás no
era tan malo como parecía, aunque no excusaba las cosas que había hecho, le espantaban
de igual forma. Se dirigió hacia el puesto vacío que estaba al lado de Joshua y
de forma natural le saludó. Recibió el saludo de vuelta, pero de igual forma no
pareció ponerle atención. Se resignó ante eso.
Tampoco iba a obligarlo a que le mirara y le hablara.
Al comenzar la
clase, Elliot echaba miradas fugaces para saber si era posible entablar una
conversación. Cabe aclarar que no tenía idea que era lo que le motivaba a
llamar la atención. Simplemente quería hablar con él. Cogió una hoja de su
cuaderno y la arrancó. Escribió que quería invitarlo a tomar algo en
agradecimiento por lo del bar y este le respondió cortantemente que no era
necesario. Rompió la hoja y miró con decidía a Joshua ¿Por qué tenía que ser
tan cortante? Él solo quería ser amable. Reprochó esa actitud de pocos amigos.
La clase no tuvo
más interrupciones, siguió normal la catedra. Elliot se condicionó mentalmente
que no había necesidad de mejorar la relación con Joshua, sencillamente él no
quería. No tendría que él buscar lo que
no se le había perdido. Al final de la clase, se levantó rápidamente y se
dirigió a la puerta.
— Elliot. —Joshua
le llamó.
Su corazón dio un
brinco y se volteó con esa característica actitud orgullosa.
— ¿Qué pasó?
— Podemos hablar
un segundo.
Elliot se desanimó
ante el tono en que lo dijo. Parecía que iban a discutir. Siguió a Joshua quien
tomó la delantera e impuso el lugar de conversación. La cafetería de la
facultad estaba llena de personas, aun así encontraron una mesa para dos en un rincón.
Se sentaron y pidieron dos cafés.
— Bueno. —Dilató
el comienzo de la conversación. — Hay varias cosas que quiero dejar en claro
contigo. —Jugó con la servilleta que había en la mesa. — Sé que hemos tenido
varios encuentros. Sé que no empezamos bien, sé que yo fui quien comenzó ofendiéndote
esa clase. Sé que no nos hemos tratado todo lo bien que se quiere, pero, hay
cosas que debes quedarte fuera. No tienen que ver con nosotros y nuestra mala
relación. Prefiero evitar que tengamos
más problemas de ahora en adelante. Todo lo que suceda con Matthew, es mí
problema, no tuyo. Lo del celular es algo que no quiero que se repita. Llevamos
siendo amigos varios años, es algo que está lejos de tu jurisdicción. Tú hasta
ahora lo conoces.
Elliot tuvo un
despertar en todos los sentidos. Cualquier posible sensación de ansiedad o
nervios desapareció y solo quedó una turbia rabia.
— ¿Has pensado
alguna vez como se ha siente Matthew? —Interrumpió Elliot. — ¿Amistad dices?
Qué pena, pero eso está lejos de ser llamado amistad. Si realmente lo consideraras
un amigo, no desconfiarías, controlarías y manipularías de esa forma.
— ¿Yo? En serio
se nota que no nos conoces.
— ¿Qué más
necesito conocer? Joshua, tú estás es enfermo. ¿Qué derecho tienes de violar la
vida de los demás? ¿Te gustaría que te hicieran eso?
Joshua bajó la
mirada y a pesar de que no tenía que ver nada con haberse rendido en la
conversación, pensó que era mejor dejarle hablar.
— Mira Joshua.
Eres un psicópata. En serio lo eres, no sé cómo puedes pensar que está bien ir
y esconderle el celular a Matthew, quien sabe por qué razón. Estoy seguro que
si alguien te hiciese lo mismo, no responderías así tan tranquilo como
aparentas estar.
Joshua le miró a
los ojos, con esa expresión que decía “¿Ya acabase?”. Algo dentro de Elliot, se
prendió en una fogata intensa. Era ese mismo orgullo que siempre lo mantenía
por encima, lo que lo tenía ofendido.
Ese era el problema, que él no sabía escuchar, que él pensaba que lo que
estaba haciendo era bueno y perfecto. Que solo era un amigo preocupado. Detestó
eso.
— ¿No piensas
cambiar ni un poco? —Dio un ultimátum Elliot antes de sacar su mejor carta.
— ¿Tú qué crees?
—Casi se le burló en la cara Joshua.
— Está bien.
—Elliot se paró de la mesa y le cogió de la solapa de la camisa. — Para que
aprendas que se siente eso, te haré todo lo que le haces a Matthew. Después de
dirás si se siente muy bien y es muy correcto.
Sonrió como si
hubiese logrado lo inalcanzable y es que la cara de Joshua era de una consternación
que no entendía. Elliot pensó que quizás era la mejor forma de enseñarle a
Joshua lo que era respetar. Eso no tenía que ver con él, si bien era cierto, ya
era demasiado tarde, se lo tomó personal. Su orgullo era algo difícil de tratar
y era algo que tendría que aprender Joshua. Él no perdía, era así de sencillo.
— Bien, si eso es
todo lo que tienes por decir, me voy.
Elliot dejó unas
monedas por el café y sin esperar a que Joshua reaccionara, salió casi
corriendo de allí. En su cabeza, el hervidero de ideas le había dejado la cara
roja.
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