13
Perséfone
« Buscar»
Todos estaban empacando sus
instrumentos, entre el tiempo que le llevó percatarse que no podía alargar más
el ensayo y lo que se demorara en salir, la desesperación lo llevó a buscar a
Sherly. La figura de la mujer impersonal con la que siempre trataba, estaba
diseñada con todas las características para saber que no debías sobrepasar la
confianza y contra todas estas advertencias él había atentado contra las normas
del lugar.
— Hola, lamento molestarte, el chico
que te pedí el favor que dejaras entrar ¿Dónde está?
— Él se fue… Thom no sé qué fue lo
que le contaste pero llegó diciendo cosas raras de una tal Nightmare y que él
no había venido a ayudar ¿Estás jugando conmigo? Ya sabes que esta zona no es
de libre acceso.
—
Lo siento, en verdad era una amigo que… venía ayudar, bueno lo siento, no
volverá a suceder. De casualidad ¿Dejó algún recado para mí o un mensaje?
—
Lo único que me dejó dicho es que no te dijera que estuvo aquí.
Se quedó en silencio mirando a
Sherly, no podía reprocharle absolutamente nada, él era quien había roto las
reglas. Había orquestado todo este asunto de Thanatos Nightmare para evitar
poner él la cara y llamar a Cedric, le había pedido el favor a Damien que los
grabara desde la puerta para fingir que era una toma prohibida y después
enviárselo esperando que cayera en el truco. En ese mes estuvo múltiples veces
cerca de comunicarse con Cedric, pero siempre echaba todos sus planes a rincón
del olvido por miedo a comprometerse. Ahora que estuvo en ese mismo lugar, él
había estado esperado que al igual que en el bar, se presentara voluntariamente
a entrar y que no fuera su persona quien tuviera que ceder.
— ¿Al fin vino o no vino este chico?
— Dylan se apoyó sobre el escritorio de Sherly.
— Vino, pero no entró.
Thom se alejó de las dos figuras y
se devolvió al salón ocho para terminar de sacar las cosas que quedaban allí.
Ya era obvio para quien se enfrentara a él que estaba enojado, muy enojado.
Corrió con brusquedad las sillas y agarrando su guitarra se despachó a sí mismo
de la reunión con sus compañeros de banda. Dio una despedida impersonal y
despejó el lugar asumiendo que era indeseado allí.
Instintivamente sacó su celular
buscando construir una situación poco probable. Conociendo eso de antemano no
pudo detenerse a esperar con anhelo que Cedric lo llamara, que por supuesto
claro que podría haber sucedido si le hubiese dado su número. Eso lo hizo
enojar a un nuevo nivel, ser obligado a ver su propio egoísmo con un matiz
dañino no era bueno para nadie.
Desde siempre supo la calidad de
defectos que se indexaban en su personalidad, y estaba conforme con ellos cabe
resaltar, pero que llegara el día que se reprochara la cobardía con la que
manejaba la vida, lo puso en una situación comprometedora. No se estaba
aceptando tal y como era en ese momento.
—
Maldita sea Cedric ¿Quién te crees que eres?
Pateó
con fuerza una botella plástica que había en su camino, esta fue rodando hasta
que llegó a la calle. En el transcurso natural de los automóviles la rueda pasó
por encima del artefacto y lo impulsó con la rotación, acertando con una
misteriosa puntería a su pierna.
A
pesar de ser totalmente natural que en un momento como este se gritara de
frustración, la acción que decidió tomar entre toda la gama, fue detenerse para
mirar su pierna. La materialización de la acción-reacción lo dejó entramando el
posible significado de su frustración actual. Ya lo sabía desde el momento que
le pidió el teléfono a Cedric, se estaba comprometiendo a responder a sus
sentimientos de alguna u otra forma y le había mentido.
— Demonios…
La frase que era para sí mismo se
transformó en el aviso para los transeúntes de evitar manifestar la risa ante
el cómico evento que había presenciado. Siguió su camino con el aviso universal
de su error. La procedencia del castigo parecía provocada por algún bromista,
pero aceptó sin rechistar lo venidero en su trasegar.
Después de reducir el camino del
estudio a su casa hasta volverlo un cero, se apoyó en la idea esperanzadora que
su madre iba a estar allí para consolarlo. No estaba del todo errado esperando
ver a su madre, pero se equivocó al pensar que iba a estar sola. De vez en
cuando a ella le gustaba traer a sus amigas para hacer unas tardes recreativas,
cosa que celebraba ya que ella no solía estar con muchas personas.
— Si ya llegaste.
—
Hola ma.
—
¿Quieres unirte? Gladys trajo una torta deliciosa.
Asistió con decencia y tomó una
rodaja de la torta de naranja. La comió en el sofá viendo toda la escena de
ancianitas hablando de múltiples tips
para cocinar, tejer e incluso solucionar problemas de pareja. En su ensimismamiento no disfrutó en lo más
mínimo ver la poca privacidad de la que disponía para exteriorizar su
frustración, pero era predecible que iba a respetar ese momento.
Dio las gracias asestando un beso en
la frente de cada una de las presentes. Una vez en su habitación dejó la
guitarra en su soporte y se sentó en el piso recostándose contra la cama.
Estaba forzándose para engendrar la solución a esta ambigua situación,
oficialmente no tenía ningún apoyo para exigir la presencia de Cedric en
reposición a la cita que no concretó, ni se sentía capaz de llamarlo para
arreglar su propio error.
Encendió el computador cumpliendo
con lo que la costumbre solía dictar en la rutina. Mientras los iconos cargaban
en la pantalla, impulsivamente tomó su guitarra y comenzó a componer. No había
ninguna idea que conectara esa canción a sus demás trabajos, no obstante la
necesidad de hacerlo era apremiante. La
letra que construyó en conjunto con los acordes, era con certeza la culpa que
sintió por mentirle a Cedric.
Las
horas que se pasó puliendo esa canción solo estaban destinadas a magnificar sus
sentimientos verdaderos y con toda la ayuda que recibiese de sus habilidades
confiaba que de la misma manera que cuando lo había conocido había llorado,
esta canción sirviera para aliviar un poco el peso de su engaño.
Cuando se hizo de mañana, toda la
tensión de su pecho se había desechó. Se encargó que cada detalle de este
mensaje estuviera en el lugar indicado. Nunca había compuesto una canción por
alguien más, es decir, que fuera una dedicatoria y lamentaba que su primera vez
fuera una canción de disculpas. Renderizó la letra en conjunto con la canción
modificada.
Lo
primero que hizo fue pasarle el demo a Enzo y postular su nueva creación como
una sorpresa para el concierto. Una vez tuvo respuesta de todos los
integrantes, la calma de estar avanzando hacia la libertad de su conciencia lo
dejó dormido.
***
Esperando
la respuesta a su pregunta, no podía quitarle los ojos al celular mientras
trabajaba. Hoy habían traído música en vivo para entretener a los clientes y
había una cantidad de gente inusual, como era de esperarse no podía estar
perdiendo el tiempo.
Por
fin después de tres días se había arriesgado a mandarle un mensaje a Cedric
preguntándole cómo le había ido en el ensayo de la banda, por supuesto bajo su
seudónimo de Thanatos Nightmare. De eso ya había pasado varias horas y seguía
sin recibir respuesta. Si existía alguna razón para que se hubiese ido sin
decir nada, quería saberla.
Asumía
que la falta de actividad de Cedric en el foro en esos días se debía a la misma
razón que lo llevó a no quererlo ver. Podía intuir que se debía a no haberle
llamado, pero cubriendo otras posibilidades quería estar seguro de todo lo
referente a él. Para ese entonces entendió algo que lo asustó
terriblemente, quería saber sobre él
pero ya no sabía nada de sí.
Estaba
experimentando algo que jamás le había pasado, esa ansiedad por entender lo que
otra persona pensaba sobre sí mismo, esa necesidad de tenerlo cerca para
confirmar algún tipo desconocido de incógnitas que ni siquiera se había
preguntado. Lo peor de todo es que la solución a ello era algo tan sencillo
como marcar lo que los conectaba, pero le resultaba tan difícil como ir al
espacio sideral. Estaba siendo tan inmaduro y la única excusa que tenía era lo
incontrolable que le resultaba medir las consecuencias de trasgredir y
demostrar que también tenía interés.
Las
apuestas arriesgadas y llenas de baches no eran lo suyo y a pesar de todo,
había perdido el sentido de la rectitud del saber racional, cuando quiso tener
el medio para contactarle. Estaba maldito con el dramatismo en extremo que le
otorgaba tenerle tanto miedo a descubrirse incapaz de seguir adelante por su
parte, sin depender de nadie más.
Un
grito interno ensordeció todos sus otros pensamientos. No tenía sentido que se
sintiera tan descontrolado por una acción que resultaba hasta ridícula ¿Cómo
era posible que le resultara más fácil escribirle una canción de disculpa que
llamarlo antes? La parte que aún quería ser madura y separar su pánico infantil
de su objetiva alianza creativa, se paró en medio de la nada y le abofeteó.
—
¿Estás bien Perséfone?
Speedy
lo sacudió cuando se quedó inmóvil detrás de la barra. No había escuchado
la última orden que le había pedido.
—
Lo siento ¿qué decías?
— Dos Sex on the beach, por favor.
—
Ya voy.
Se
concentró en buscar el licor de melocotón mientras alistaba el jugo de naranja,
el vodka y los demás ingredientes. Qué vergüenza le daba estar desconcentrado y
todo por un tema tan irrisorio.
—
¿Pasa algo?
—
¿Por qué lo dices?
—
Porque hoy estás especialmente distante, y podría asegurar que más que distante
estás muy preocupado ¿Pasó algo con tu mamá?
—
No, no, nada de eso… la verdad es que ni yo mismo lo sé.
—
Ya sabes que puedes contar conmigo.
—
Gracias, toma, ya está lista la orden.
Deslizó
las dos copas y se quedó a la espera de los otros dos meseros que recogían los
vasos vacíos de las demás. En la mirada atenta de su jefe, pudo entender que
realmente hoy había estado teniendo un pésimo día. Una vibración le recorrió
desde la pierna hasta la conciencia para darse cuenta que al fin le habían
respondido el mensaje. El corazón no supo qué hacer en ese momento y sólo se
quedó brincando varias veces en su lugar.
Del
mismo entusiasmo con el que había esperado la respuesta, no vio venir el golpe
de decepción al leerla. No entendía muy bien el texto y lo que menos se le hacía
claro era la clara frialdad al tratarlo. Se notaba que no estaba siendo
displicente a propósito, pero se entendía que le estaba guardando algún tipo de
rencor indirecto.
«Hola.
Fui el día del ensayo pero no los vi, la verdad creo que fue una mala idea que
me hayas pasado esa información. No deberías andar revelando esos datos sin
control, puede que realmente eso se vuelva una molestia para los muchachos. Hay
que dejarles tener su privacidad.»
¿Qué
le podía responder? Su mente se quedó en blanco y entendió el respeto que él
tenía por la banda. Comprender que jugar con la imagen de su propio grupo para
manipular las acciones de Cedric no iba a dar resultado de ninguna forma, le
dio un escarmiento inesperado. Él era caprichoso, miedoso y meticuloso, todos
los bienes no favorables de su personalidad se convirtieron en un arma de doble
filo. Se sentía culpable.
«Lo
siento, no pensé que eso fuera problemático. Prometo no volver a hacerlo, pero
¿Pasó algo? ¿Por qué no hablaste con ellos?»
Pensando
que quizás estaría tan enojado que no respondería, se volvió a sus tareas
venideras. A los pocos minutos recibió la respuesta, pero no se sintió capaz de
querer mirar cuales eran los verdaderos sentimientos ocultos tras las acciones disociadoras.
Llegando las cuatro de la mañana, ya cerrando la jornada laboral, se decidió a
leer y aceptar cualquiera de las palabras que vinieran por parte de él.
«Específicamente
no fue nada, si soy sincero, fue para ponerle freno a mis propias ilusiones. No
soy más que un fan como cualquier otro, no hay nada especial que me una a las
vidas personales de los integrantes y prefiero alejarme por mi cuenta a que
tengan ellos que decirme que soy una molestia. »
—
¡Pero tú eres diferente!
La
angustia le hizo manifestar sonoramente su pensamiento interno. Él no era como
ningún otro, él… él… era único. Se sintió desesperado por poder hacerle
corregir esa mentalidad impersonal que había decido tomar contra él y realizó
la acción temida durante todo el último mes.
Los
números consecutivamente fueron marcados, decodificando la línea que lo uniría
a esa persona que había decidido alejarse de él. No podía permitirlo, no se
sentiría capaz de hacerlo. Cuando al fin después de dos intentos la línea fue
descolgada, se le secó la boca y no manifestó su presencia por la bocina.
—
¿Aló? — la voz somnolienta de Cedric le hizo poner los pelos de punta.
—…Lamento
llamar tan tarde.
Quizás
era por el tiempo que le estaba tomando procesar a Cedric que estaba hablando
con él, o por el hecho de no saber con quién estaba hablando pero el silencio fue anormalmente largo.
—
Lo siento… perdón por no haberte llamado en todo este tiempo…
Seguía sin haber respuesta y eso lo
ponía más ansioso. Cualquier palabra servía, pero que le confirmara que lo
estaba escuchando.
— He estado muy ocupado en este
tiempo… me preguntaba si estarías libre… para salir o algo así…
Su voz fue disminuyendo de volumen
hasta hacerse un susurro agudo que manifestaba toda su vergüenza, todo su miedo
y toda su excitación por estar hablando con él.
— ¿A esta hora? ¿Qué te pasa?
La
voz susurrante de Cedric lo dejó lleno de un cosquilleo en la punta de los
dedos. Era profunda y llena de la serenidad que era indiscutiblemente causada
por su somnolencia y a pesar de la agresividad de su respuesta no se sintió
atacado.
— No… no es necesario, es que acabo
de salir del trabajo, quizás podamos vernos más tarde.
— ¿Del trabajo? Tú no trabajas Elliot.
— ¿Elliot? — una
risa nerviosa lo acompañó y se molestó sin justificación. — Soy Perséfone,
es decir Thom.
— ¡¿Qué?! Claro, podemos vernos más
tarde ¿Dónde nos encontramos?
Hasta ese instante se daba cuenta
que hablaba con él, lo notaba por la voz distorsionada que le respondió. Ansió
que le hablara con el mismo susurro de hace un segundo, esa voz chillona le
dejaba un sabor amargo, no se mostraba confiado con su conversación.
Pensó
en citarlo en un sitio central, pero luego decidió dejar que Cedric tomara la iniciativa
en su reunión. La misma voz chillona le dio la dirección de un centro comercial
que quedaba al oriente de la ciudad, casualmente quedaba cerca del estudio
donde practicaban.
—
¿Si estás bien con eso? Porque puede ser donde te quede más cerca.
—
Está bien… nos veremos allá más tarde y este es mi número para que lo guardes.
—
Seguro… gracias por llamarme.
Esas
palabras lo derrumbaron en el asiento de la mesa que estaba limpiando. Sintió
como su cara se calentaba y sus manos se enfriaban. Ya había realizado la acción
más temida de toda la noche y no resultó ser tan terrible cómo se imaginaba. Nada
fue tan horrible, pero aún era demasiado pronto para confiarse.
—
No deberías darme las gracias, soy yo quien llamó demasiado tarde.
—
Está bien, nunca es tarde.
—
Vale, hasta pronto.
—
Chao.
Cuando cortó, un suspiro corrió en
el ambiente hasta los oídos de Speedy.
Se verían… dentro de unas horas se verían de nuevo. No podía dejar que su miedo
se interpusiera en la interacción de los dos. No importaba que él sintiera
cosas románticas por él, o si tenía miedo de causar estragos que no pudiera
reparar, en ese instante que era importante era responder tantas preguntas que
se había hecho y que estando solo no había encontrado respuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario