lunes, 30 de septiembre de 2013

domingo, 29 de septiembre de 2013

Realidad capítulo 21



 Capítulo 21

«Cuéntame tu historia.»

Quizás no lo hubiese notado, pero su semblante era completamente diferente. Sus ojos se veían más cansados. Había ojeras bajo ellos. Se veía más pálido. Se estaba consumiendo en el estado de ansiedad injustificada causada por Joshua. ¿Por qué estaría corriendo tras cualquier pista que le diesen?  Había estado haciendo unas averiguaciones con los amigos de él y ellos fueron los que lo introdujeron para conocer a Maurice.  

Estaba reconociendo que debería estar preocupado por haber llegado a tal punto solo por alguien como ese personaje. No es que fuese a ganar nada y no iba a lograr algo con eso, entonces ¿Qué era lo que lo motivaba a seguir? 

Pregunta sin respuesta. 

Por otro lado, esperaba que Matthew, ya fuese otra historia. Él sí debía saber algo. Ya era obvio para él que desde un comienzo que no sabría qué hacer con esa información cuando la tuviese, tan sólo era sed de conocimiento.  

Había estado esperando ansiosamente, ese día de la semana en que tenía clase con Matthew.  Él tenía la respuesta a todo.  Cuando lo vio, la sensación no fue de emoción, todo lo contrario, una masa nauseabunda se posó sobre su pecho. No tardó en mucho identificar que era. Miedo. Estaba aterrorizada de saber la verdad. Por sí misma daba la certeza de que era implacable, intolerante  y tirana, por eso le temía. Ya no estaba tan seguro de querer saber, pero su terquedad no cedía. 

— Buenos días. 

Elliot levantó los ojos cansados y sonrió. Respondió el saludo y obvio olímpicamente todas las preguntas preocupadas por su estado. Matthew no se veía mejor que él.  También se veía desgastado. 

A veces se preguntaba para qué le fueron dados esos sentimientos que solo destruían y corrompían el alma. Dios ya se había tomado la ardua tarea de crear las guerras,  como para crear a seres con serviles emociones.  

La clase transcurrió sin nada relevante que deba ser contado. Elliot después de ello interceptó a Matthew y lo invitó a que se tomaran algo. No era algo muy raro entre ellos tal cosa, pero esperaba que no sospechara de su intensidad repentina.  Cuando estuvieron sentados con su respectiva bebida, Elliot evitó toda posible dilación. 

— Lamento haberte traído hasta aquí. 

— No te preocupes ¿Qué sucedió? 

— Bien… para ser sincero, hace algunos días tuvimos una pelea  Joshua y yo. 

Matthew encanó sus cejas y ya se mostraba indispuesto a la conversación. Elliot podía imaginarse por qué. 

— Y durante esa pelea, bueno, me di cuenta de las cicatrices de la mano izquierda que tenía. Yo lo que quería preguntarte era ¿sabes cómo se hizo esas cicatrices? 

No hubo respuesta inmediata. Matthew se tomó un sorbo de su jugo y parecía que meditaba sobre qué era lo que tenía que decir. Elliot entendió ya con ello que era un tema delicado, algo grave debió ser. 

— ¿Para qué quieres saber eso? 

El tono frío e injustificadamente cortante, previno a Elliot. Ese era un buen momento para retroceder y centrarse en sus cosas. No había por qué hurgar en algo que a fin de cuentas no iba a cambiar nada de lo que sentía con respecto a Joshua o a cambiar la situación actual. 

— Me preocupé cuando lo vi así. 

¡¿Qué clase de respuesta era esa?! Muy bien Elliot, haz perdido el juicio, ahora ya puedes irte a botar de un puente, se recriminó mentalmente. 

— ¿No era que se odiaban?

— Se supone, o bien se supone que eso siente Joshua por mí, pero yo… yo no lo odio. 

— A Joshua no le gusta que se hable de ese tema. Por eso no sé si debería decirte. Eso es algo que se supone que debería contarte él.

— Con la mano en el corazón ¿Crees que él me contaría algo? 

— Buen punto, lo dudo mucho, pero no por eso debería ser yo quien te cuente. 

— No te pido que me cuentes todo con lujos de detalles, pero si me gustaría saber por lo menos por qué pasó ese accidente o cómo fue.

El sorbo de jugo por parte de Matthew interrumpió el flujo de ansiedad de Elliot. No quería contarle,  no sabía si Elliot era de fiar o qué haría con esa información. No quería arrepentirse por esa decisión después.

— Lo único que puedo yo decirte es que eso fue un accidente de hace 2 años. Fue una época un tanto dura para él y para todos en general. 

— Ya veo… ¿Podría saber por qué fue dura esa época?

— Mira Elliot, tú me caes bien y me pareces una buena persona, pero estas cosas dan una mala imagen de ti. Algo así como… una vieja chismosa. Lamento la sinceridad, pero esa es la impresión que me da. 

Los sonidos habían desfilado y uno por uno le había pegado un puño en la cara a Elliot, por eso mismo se sonrojó al instante. Sintió vergüenza de sí mismo. Estaba siendo deplorable, rastrero y en extremo estúpido.

— Tienes razón, lamento mucho esto. Yo sólo estaba preocupado, pero eso no justifica lo que estoy haciendo. Matthew, mira lo he intentado todo lo que se me ha ocurrido para acercarme a Joshua. Por primera vez en mucho tiempo, en verdad quiero ser amigo de alguien, pero él solo me rechaza y lleva al extremo de lo que me queda de decencia. 

Matthew se extrañó.  Conocía a Joshua y sabía que no era un hombre rencoroso o antisocial. Para lo que le había contado, era para que su antiguo yo hubiese hecho borrón y cuenta nueva. Quizás la relación con Elliot fuera más profunda de lo que él creía. 

— Eso si me deja intrigado ¿Sabes? Yo conozco a Joshua y ya era para que fuera de lo más amigable contigo. No es una persona especialmente arisca, por lo que el problema que tienen ustedes en clase, para él sólo debería ser un juego. Si se lo está tomando tan enserio contra ti debió haber pasado algo más ¿No? 

Pues pasado cosas, han pasado. No voy a mentirte. 

— Bien, ahí tienes tu respuesta. Joshua siempre trata de evadir las personas que no lo dejan seguir con sus caprichos.

Esa frase había revelado más de lo que esperaba. Era tan obvia que no la había visto con claridad. 

— Tienes razón.  

Sosegadamente el silencio, como un anciano que después de mucho trabajo al fin puede sentarse y darse unos cuantos golpecitos en la espalda, se asentó calmando las bocas laboriosas que removían viejas capaz de polvo de los recuerdos. Elliot miraba su bebida y las pequeñas ondas que chochaban entre sí cada vez que lo movía. Esa era una respuesta que antes no tenía. Joshua solo era un niño caprichoso, incluso más que él. Le dio risa después de darse cuenta de algo tan obvio. 

— Creo que es mejor que trate de confrontarlo una vez más.  Quizás así podamos llegar a algún acuerdo. 

— Eso me parece bien Elliot. Quisiera hacerte una pregunta, si no es mucho el atrevimiento. 

— No hay problema, dime. 

— ¿Qué pasó con Joshua? 

— ¿A qué te refieres?

— ¿Por qué están peleando así?

Elliot tartamudeo unos cuantos sonidos que resultaron molestos para  Matthew. Para Matthew todo esto le era como un déjà vu. El hacerles la guerra a sus amigos, querer dejarlo de nuevo solo. Esta vez no sería tan condescendiente de ser así. Ya no era el mismo Matthew que se iba a dejar manipular por el miedo o por la tiranía, ya era lo suficientemente fuerte como para hacerle frente. 

— El problema  ha sido porque me he metido con los amigos de él y ellos al final prefirieron estar conmigo.

— ¿Me estás diciendo la verdad Elliot? 

— Sí, claro. 

— Si Joshua te está molestando para que no te juntes conmigo, no dudes en decírmelo. Él se pasa de la raya y si nadie lo detiene, arrasa con lo que tiene al frente. Si soy sincero, esa parte de él es la que más odio.

Los ojos de Elliot se abrieron a más no poder. Estaba en shock. Matthew no sabía si se estaba dando cuenta de todo lo que estaba diciendo, pero para sus oídos, era más de lo que había pedido en un principio. Él pensaba que Matthew era inocente de  toda la actitud maniaca de Joshua, pero para su sorpresa ya estaba bastante al tanto. Así que no sería nada nuevo si le contara que había escondido su celular, quien sabe para qué cosas. Pero en él no estaba decir eso. Callaría. 

— No… no sabía que Joshua era así. 

— Sí y es peor, te lo aseguro, por eso, no dudes en decirme cualquier cosa que él te haga  ¿Vale? 

— Claro, lamento todas las molestias. 

— Eso debería decirte yo. Lamento todos los problemas que Joshua causa. 

La conversación después de eso ya no tuvo relación con Joshua. Fueron cosas más triviales, pero en la cabeza de Elliot las cosas cambiaron de repente del foco desde las que estaba viendo. Joshua era una incógnita y qué difícil es evitar querer responder a esas preguntas sin respuesta. 

Las certezas que le habían quedado después de esa conversación no perdieron matiz hasta que se puso a plantearse realmente qué era lo que le interesaba de toda esta historia tan complicada. Los seres humanos traen consigo el dolor y la busca de la felicidad, por eso se vuelven tan primitivos cuando no piensan, sino sienten.  ¿Sería capaz de avanzar en ese mundo rustico de Joshua? ¿Habría cabida para él?

Joshua, devuélveme la libertad que me quitaste, pensó.  

***

Cada vez se reafirmaba más su sentido de carencia. Las veces que creía que tenía algo, siempre era arrebatado. Eso ya estaba impreso en su ser. Ahora de nuevo se quedaba solo. No podía caber más odio en su corazón. Estaba de nuevo repitiendo la misma historia que lo llevó a cometer estupideces que creyó que ya había superado. No podía contar con Matthew, ni con Maurice, ni con sus amigos. Era retado de nuevo por la vida. 

Estaba esperanzado en hacer atractiva su presencia de nuevo para sus amigos. Él no era indeseable o en la medida de lo posible siempre era capaz de influir en las otras personas para que fuera indispensable. Ahora haría de cuenta que nunca vio tal escena en donde ellos prácticamente se vendieron para estar con Elliot, quien sabe por qué razones. Tenía que sacar su lado más amigable para asegurarse de nuevo un lugar. 

Sus amigos lo recibieron cordialmente al entrar a clase. Eso lo relajó y le permitió desenvolverse naturalmente. De nuevo sentía que volvían a ser suyos y no de Elliot. Las conversaciones poco a poco se fueron arrastrando al terreno baldío de la ignorancia. Empezó a perderse entre las anécdotas a las cuales él no pertenecía,  sino Elliot era quien lo hacía. 

No me dejaré molestar, es natural que quieran alardear sobre esa fiesta, era lo que se decía. Se mostraba interesado aunque por dentro sentía ira. Sus amigos no pretendieron darse cuenta de eso o lo hacían a propósito, a ese instante no podía afirmar nada con certeza. ¿Estaba siendo puesto a prueba? ¿Estaba siendo puesto de lado? ¿Estaba siendo ignorado? Quién sabe. 

Poco más de un rato de conversación excluyente, su miedo se hizo presente y de nuevo se aferró a las pocas cosas que aún estaban a su alcance. 

— Al parecer se han hecho muy amigos de Elliot. No lo pensé así. 

— Sí, es un tipo de lo más particular. Deberías dejar de tirarle bronca y salir con él también. 

— Bueno… no sé qué es lo que ven en él, es un enano inmaduro nada más. 

El círculo de amigos no secundó su afirmación. Llegando al extremo de entregarle ciertas miradas recriminatorias.    

— Deberías tomarte la molestia de conocerlo Joshua. 

— ¡Pero! Él solo quiere separarnos. 

— Quizás tú eres él único que se quiere separar. Nadie te está excluyendo, pero tú ya sientes que él no debería hacer amistad con nosotros.  Él nos cae bien, no vemos por qué debemos apartarlo. 

Joshua se sintió aún más profundamente herido.  Estaba siendo cercado en una soledad que no era justa con él. 

— Vale, está bien. Dejemos así, quizás soy yo el que está equivocado. 

No iba a ponerse a pelear, No había necesidad, ya habían dejado claro su punto de vista. Elliot tendría que pagar por eso. Nada justificaba tales acciones contra su persona ¿En verdad había sido tan malo lo que había hecho? No lo creía así. Si lo veía, esta vez si iba a lograr que lo dejara en paz. 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

[Tales of the Abyss] Tu lugar



Buenas y Santas y muchas tantas. 
Hace mucho tiempo que no escribía un fic, pero sinceramente es que esta pareja lo vale. Cuando vi Tales of  the Abyss,  nunca me imaginé que me iba a traumar tanto con la historia. En verdad vi el capítulo 26 y quedé toda «¡NO! Esto no pudo haberse acabado ¡Luke! ¡Asch!» y un montón de gruñidos aledaños a quejarme. En verdad no sé por qué se me despertó un irresistible deseo de hacer que  Luke y Asch tuviesen su familia y su pequeño hogar y lugar para los dos, por eso, me dieron ganas de hacer Mpreg de ellos.
Espero lo disfruten.
Pareja: Asch x Luke
Advertencia: Universo alternativo (¿?) no tan alternativo, Mpreg, Lime.



***
TU LUGAR
Las mejillas estaban frías. El cuerpo estaba haciéndole alarde al viento. Su cama ya no parecía ser suya desde que había vuelto a su vida normal. Se estremecía ante su lucha perdida contra el ambiente. La soledad y la tristeza humedecían cada poro de su piel. Recorría con sus dedos su cuerpo, pero no lo sentía suyo. Asch ¿Dónde estás?, dijo tratando de comunicarse con el aludido. En su mente no hubo respuesta, no hubo resonancia, no hubo conexión. Su garganta se cerró e impidió que el aire pasara. Se hizo consciente de su cuerpo y la luz de la luna le delimitaba su expansión.
Lo necesito, su mente dijo. Abrazó esas palabras y las mantuvo cerca de su corazón. Dejó que el aire pasara de nuevo y le dijo a la figura que esperaba que representara complemento, «Construyamos nuestro lugar, déjame vivir contigo; Compartamos este milagro de vida». No hubo respuesta, no hubo resonancia, no hubo conexión.
Se levantó y se acercó a la ventana de su habitación. Delineó las cortinas y dejó que se filtrara todo por la ventana abierta. Sus ojos anhelaron la luna y anhelaron cualquier excusa para volverle a ver. El viento acarició  su cuerpo, pero no lograba estremecerlo. Ninguna presencia de la naturaleza, lograría hacer que su cuerpo entrara en el estado de completitud.
Saltó de su prisión y caminó por los campos. Los brotes no florecían, pero ya eran bellos de por sí. Desesperadamente quería encontrar la cura para su insaciable añoranza. Quién tenía el remedio, era Asch, pero egoístamente lo guardó para sí y se privó de encontrar su hogar.
La noche no fue capaz de darle un alivio, el día tampoco,  seguiría esperando, esperando para llegar a él.
***
Era contra sus motivos el hacerle caso a sus instintos. Sentía el flujo de ansiedad y deseo que emitía Luke. Sabía que él era el objeto de añoranza. No podía ignorar el cálido deseo que sutilmente lo tentaba. Mi lugar… ¿En verdad tengo algo así?
Sus pies se arrastraban en busca de ese cómodo calor. No deseaba regresar y retomar su puesto como el Luke original. Eso ya no se trataba de ello, tan solo era su alma lastimada deseando encontrar su lugar.
La mansión no le resultaba para nada propia. Era más ajena que cualquier otro lugar, pero sus pasos le habían llevado hasta allá no siendo más que por el flujo de los deseos inocentes y dulces de Luke.
La reja la superó fácilmente y se inmiscuyó en el jardín principal. La noche y su aroma característico, le trajo un tanto más de sosiego a su corazón. Su niño, aún reclamaba aquellas paredes como suyas, esos pasillos como propios y dignos de ser recorridos por su persona. No estaba especialmente alerta, era la tranquilidad de la hospitalidad del alma.
— ¿Asch?
Se volteó con prevención y la figura de Luke relució en contraste con la noche. La armonía del andar y la figura al avanzar no le resultaron demasiado exageradas.
— Me llamabas tanto idiota, que tenía que callarte de una vez por todas.
Los ojos de Luke se vidriaron. Sus brazos se extendieron y rodearon el cuello de Asch. Su cuerpo quería corroborar célula por célula su existencia. Era el esfuerzo en exceso lo que había hecho que estuviese ahí.
Asch arisco quiso alejarse, pero el abrazo, el contacto, el cariño, la conexión, todo le impedía irse. ¿Me necesitas? ¿Por qué? ¿No sería yo quien te quitará todo?
— Asch, déjame construir un hogar para ti.
La declaración lo desarmó. Lo empujó y esperaba con ese rechazo volver a la realidad. Él no era alguien que fuese a tener alguna vez un hogar. Si alguien le prometía algo así, solo le quedaría creer que es mentira.
— ¿Hogar Dices? ¡Déjate de estupideces! ¿Quién eres tú para decir esas mierdas? ¡¿Quién me quitó todo darme un hogar?!
No hubo reacción por esas palabras. Luke tomó el rostro de Asch y plantó sus labios en los de él para callas sus miedos. Era todo lo que tenía para darle. Su más incondicional apoyo. Estaría para él hasta hacerlo feliz, no tenía más sentido su vida si no era así.
Asch quedó con la mente en blanco. ¿Acaso había algo que Luke podía darle? ¿Tendría la fórmula para calmar su perturbada alma? Su brazo se deslizó por la columna de este hasta llegar a sus caderas. Sus labios se movieron buscando esa respuesta deseada en las palabras no nacidas.
Su cuerpo se abrió a cobijar a quien desesperadamente forjaba las cadenas para atarlo a él.  Le veía como con esfuerzo fundía el hierro, lo golpeaba hasta hacerlo consistente y engranaje por engranaje iba armando el pequeño lazo que había rechazado tanto tiempo atrás.
Sus manos rozaron el cuerpo frío que sutilmente pedía su calor. Se alejó de sus labios y bajó a su cuello. Le abrazó fuertemente y ya entendió que eran las cosas que crearían un nuevo lugar para él.  
— Déjame construir una familia para ti.
Una corriente le recorrió la espalda cuando las palabras de Luke llegaron a ser descodificadas ¿Familia? ¿Él podía construir tal cosa? Nunca tuvo una ¿Cómo iba a ser capaz de formar algo así? Cerró sus ojos con dolor y apretó con más fuerza al ser que manifestaba la tranquilidad.
El flujo del trasegar, pacíficamente lo desnudó, lo llevó al lugar de acople de almas. Cada poro de piel resultaba ser un maravilloso mundo de unión. No había un deseo morboso por explorar al otro ser, sólo un inocente deseo de conocimiento. ¿Cómo eres tú? ¿De qué estás hecho? ¿Cómo reaccionas ante los toques?
Luke se encontraba fascinado ante la parsimonia con la que Asch desprendía lo más intenso de sus ser sólo con la punta de sus dedos. Guiaba las manos para que tocara sus piernas, sus caderas, su abdomen, su pecho. Que le sintiera por completo. Eso tenía él para darle, su existencia completa.
Él quería sentir también al dueño de todo su ser. Entre sus manos acariciaba el largo cabello rojo que se desprendía sensualmente por toda la espalda. Estaba encantado viendo la cara de increíble ansiedad. Estaba siendo suyo, en esos instantes, todo él era suyo.
La llama que guiaba a los inconscientes actos, mostró el camino a seguir. Asch sentado, seguía abrazando a Luke que estaba entre sus piernas. Este se levantó y reclinó a Asch, guío al portador de la nueva vida a donde esta se gestaría. Lentamente fue abriéndose espacio hasta finalmente encajar como correspondía.
— Asch… —Suspiró con entrecortado deseo. — Este es tu lugar. Gestaré una familia para ti.
Las ondas que trasmitían ese significado le hicieron balancear las caderas. Él gestaría su hogar, él le construiría un lugar. Lo más profundo de su existencia sabía que era todo lo que necesitaba. Lo tumbó con cuidado y le tomó las caderas. Daría todo cuando fuera de sí para que ese pequeño sueño que le estaban regalando se cumpliera.
— Tendrás que darme todo lo que has dicho.  Maldito idiota, no tienes otra opción.
Luke sonrió con sus ojos llenos de lágrimas. No se preguntó el porqué de ellas. Supuso que estaba tan feliz como él.
No era un ritmo intenso, todo el cuerpo se movía lentamente, metódicamente, buscando la mayor plaza para engendrar en su ser la vida. Se movía tratando de aguantar el dolor y buscar la armonía. Estaban haciendo el amor para crear vida. Haciendo alquimia para alagar la existencia y la felicidad.
Sus labios buscaron los ajenos para pactar el contrato no verbal. Vivir en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe.
— Te haré feliz Asch. Te daré todo lo que te harás más grande y más completo.
Siempre admiró eso de Asch, en todas las circunstancias, eso era lo que más lo enaltecía. Nunca decayó, nunca imploró, era un alma noble. Sintiendo que su oda a su perfección solo incrementaba la fundición de su interior con la semilla que gestaría la vida, sintió el adormecimiento en sus caderas y como su cuerpo reaccionó contrayéndose para no dejar escapar lo que fecundaría su ser. Asch le abrazó y gruñó. Enterró sus uñas en su espalda y se liberó. En el corazón deseaba que la futura existencia en el interior de Luke, le diera vida a su resignado caminar.
Ya habían concluido el acto de completitud, pero el cuerpo se resignaba a dejar que el desacople sucediera. Eran él tan del otro, que se resignaban a separarse. Asch se asustó al pensar que al quitarse de él, no habría tal futura existencia. Quería que sucediera, quería fecundar a Luke. Así hasta la última gota de su sangre se fuera en el intento, quería que Luke engendrara su hijo.  
Le besó con pasión. Las palabras dulces se habían convertido en su único alimento. Volvió a explorar el interior. Con agresividad se empujaba para encontrar la forma de asegurar la magia. Con entereza, con decisión y sin dar un paso atrás,  actuando como lo caracterizaba, le hacía sacar la más intensa ráfaga de sonidos de la garganta de Luke. Las voces lascivas, las palabras no tan inocentes, estaba en campaña de escucharlas todas.
Luke se había desprendido de lo más intenso de su interior para darle rienda suelta a la saciedad de sus deseos. Asch pretendía dejarle impregnado en todo su ser su propiedad, él buscaba lo mismo para él. Las caderas se estremecían y su espalda se arqueaba por la agresividad y el despliegue de fugaces placeres que le tentaban a no dejar que jamás terminaran.
La ronda se fue alargando y las horas eran los arrieros del carruaje que llevaba a la culminación de la noche. Asch no estaba conformado con tan poco. Había que llenarlo para la seguridad. La segunda ronda le arrancó más gruñidos intensos que la primera vez. Era como si el abrazo del que era preso le dijera que tenía mucho más para dar, que la siguiente vez iba a ser mejor, más cercano a la infinitud.
Las horas se acabaron y Luke estaba lleno. Su cuerpo había sobrepasado el límite establecido. Desbordaba de su interior, el artífice de la gestación. Asch se preocupaba el drenaje, tenía que permanecer en su interior. Este protagonista de su preocupación cerró sus ojos y un constante inhalar y exhalar, le indicaban que estaba dormido. Se sentó y silenciosamente escudriñaba el cuerpo del durmiente.
— Tendrás… que darme todo lo que me prometiste Luke Fon Fabre.
***
Corroborar el embarazo fue la tensión más grande. Asch había decidido irse después de estar con Luke, este no le retuvo, solo con cariño le recordaba que ya había engendrado un hogar. Después de 1 mes, el doctor dio la noticia de que Luke estaba encinto. Sus padres estaba sorprendidos, más no desagradados. No esperaban que las cosas salieran de tal forma.
Luke le hablaba al pequeño en su interior, le contaba historias de su padre y le aseguraba que si escuchara su voz, se enamoraría inmediatamente. Estaba en una dicha dulce y sostenida. Él podía sentir ahora, como poco a poco se iba construyendo el lugar en donde debería estar.
El abdomen de Luke se iba abultando y el pequeño iba mostrando su temperamento. Pateaba las paredes como diciendo que ya estaba listo para enfrentar el mundo. Luke poco a poco fue decayendo ante la energía de su hijo no nacido. Ya no podía moverse como antes y las caderas y la espalda le dolían. Gestar un hijo creaban muchos sacrificios.
Su cuerpo llegó al momento en que le dio la despedida al niño. Ya no era hora de estar en el interior de Luke, tenía que salir al mundo. Había llegado su hora.
El parto de Luke tuvo ciertas complicaciones ya que era hombre, pero todo salió satisfactoriamente. El bebé de cabellos rojos y ojos verdes dio su primer grito dando a entender el vigor con el que fue bendecido. Para ese instante Asch estaba a su lado, él fue el primero en tener  su hijo en sus brazos. Estaba temblando desde la punta de la cabeza hasta los pies. Era su pequeño, el creador del lugar al que tendría que volver. Ya había un lugar a donde volver.
Asch con nervios se acercó al débil Luke y le mostró el bebé. Luke besó la cabeza del pequeño y besó a Asch. Tomó débilmente los largos cabellos rojos de Asch.
— Este es el lugar que he creado para ti. Bienvenido a casa Asch.
Una débil, pero constante corriente de lágrimas cayeron de los ojos de Asch.  Abrazó a su pequeño y nunca se sintió más feliz de estar vivo. Su pequeño se había quedado dormido y no había lugar para más alegría en su vida.
— ¿Cómo llamarás a tu hijo Asch? — Luke sonreía cansado.
— Se llamará Lykke, Lykke Fon Fabre.
Luke sonrió y se quedó dormido junto con su bebé. De ahora en adelante, tendría que reponer fuerzas, para seguir construyendo ladrillo a ladrillo el nuevo lugar al que pertenecen.
FIN
***
Espero que les haya gustado.  Yo soy feliz con esta pareja llena de pandicordios puke rainbow y un campo de rosas con arcoíris y ponis rosados (¿?) Ok, ya, creo que todos ya entendieron lo que me gustó hacer esta pareja cursi.

Nos vemos en una próxima.













jueves, 19 de septiembre de 2013

Capítulo 20 de Realidad




Capítulo 20
«Los que engañan son los primeros que caen».

Estaba en el mesón de la cocina del apartamento de Collin. Le había parecido extraño el impositivo ánimo que había tenido en los últimos días. Era una pierna sobre la otra aplastando su depresión. Estaba contento por él, no cabía menor duda, sin embargo, tenía curiosidad del por qué de su cambio.

— Ya está listo el desayuno. — Pasó los platos a la mesa. 

— Gracias. 

Hacía su aparición un Collin con el cabello más largo, le llegaba a los hombros. Una cara recién afeitada y unos ojos más despiertos. Se había vestido con prendas más casuales, como diciendo «bien, ya puedo ir a la universidad».

— Me imagino que habrás hablado con Matthew. —Socarronamente soltó mientras untaba sus tostadas de mantequilla.   

— ¿Ya sabías? — No pareció inmutarse. 

Los ojos de Jostein se abrieron como si así pudiese escuchar mejor. 

— La verdad, no sabía, sólo lo solté por broma. 

— Bueno, pues la broma te resultó verdad esta vez. 

No hubo palabras después de ello. Sólo se escuchaba el masticar de las tostadas y ruido de los cubiertos. Jostein se pasó un trago de jugo y le miró inquisidoramente.  

— Vamos a terminar todo en las vacaciones de verano. —Se metió un pedazo de pan en la boca. — O eso se supone. 

— ¿Qué quieres decir? 

— No sé hasta qué punto sea verdad lo que dice de que es mejor para nosotros terminar y todo el rollo de mierda que me echó cuando hablamos. 

— ¿Y si tiene miedo? 

La mirada de Collin se levantó con un ligero tono de ira. 

— Y según tú ¿Miedo de qué? 

— No lo sé. De que su orgullo se vea pisoteado siempre por ti o que quizás, no sepa cómo afrontar el hecho de que tal vez si te quiere. El arrepentimiento de haberte dejado. En fin, tantas cosas pueden ser.
Suspiró pesadamente y miró el plato con un deje de hastío. Collin quitó los cabellos de su rostro y los  llevó detrás de su oreja. 

— Yo tampoco lo sé. No quiero terminar con él, pero en momentos como estos quisiera mandarlo a la mierda y no volverlo a ver jamás. 

— Hablé con él hace unos días. 

No pareció importarle a Collin quien siguió comiendo como si no hubiese dicho nada.

— Quise, que sacara más a colación el tema de los dos, como para también tener claro a qué atenernos.
Hizo una pausa mientras miraba sus manos y trataba  de organizar como mejor podía  la conversación que había tenido con él el otro día. 

— Yo creo Collin, que… a estas alturas es mejor darle el tiempo para que piense. Y es que en el último viaje, solo puedo decir que él no pasa de ser un niño. Tan inmaduro en lo que cabe de sí que me dio hasta pesar. 

— ¿Inmaduro dices? —Esas palabras lo enfurecieron. — Lo qué es él es un completo imbécil, de eso no cabe duda.  De seguro en estos momentos debe estar con el primero que se le apareció en el camino y con él si no tiene dudas de estar o no estar. ¿Qué clase de mierdas me vienes a soltar? 

— No te pongas bravo conmigo. Pero no creo que ahora esté tanto en ese plan de casanova. Los amigos que tiene allá, son un tanto… particulares. 

— ¿Ah sí? ¿Qué te pasó? 

— Me creerías si te dijera que uno de los amigos de él, me secuestró.
 
— ¡¿Qué?!

— Sí. Llegué yo al aeropuerto, casi quemé mi celular llamando a Matthew, pero quien me recogió fue su amigo. Quien aseguraba que Matthew estaba ocupadísimo. Me llevó a la casa de él y coaccionó para que le contara que fue todo lo que pasó entre ustedes. 

— ¿Y él cómo sabía de mí existencia? ¿Matthew le habló de mí? —Su corazón se estremeció.

— A mí no me confesó nada, pero seguramente sí hablaron. De todas formas él no iba a sacar tu nombre de la nada, tenía que haberlo escuchado de Matthew. 
 
—Ya veo. 

Jostein rumió  con el tenedor en la boca. Estaba pensando en que toda esta historia, era demasiado dramática, al punto de parecer una novela. Una novela de esas románticas baratas. Nada de contenido, pero sí todo de drama. 

— Collin, en verdad ¿Qué quieres hacer con Matthew?  

Los ojos verdes se enlagunaron y huyeron a las palabras como dos pequeños niños perdidos. Su cara hizo una mueca de dolor y tomó sus cabellos con las dos manos. 

— Quiero estar con él. Quiero estar lejos de él. Quiero que me quiera y a la vez que me odie.  Qué me libere y que me ate. Ya no sé qué quiero. Pero de algo si estoy seguro Jostein, si Matthew decide terminarme cuando vaya a Londres, lo dejaré. No lo volveré a buscar. Desapareceré cualquier rastro de su existencia en mi vida. Si decide apartarme, el será una época negra que no quisiera volver a rememorar nunca más. 

Jostein se sorprendió de esas palabras, quizás, porque nunca pensó que las fuese a decir. En verdad estaba herido, más de lo que se había imaginado. Si Matthew quería algo,  debía decidirse de la mejor manera, tal vez porque de esperar más, las cosas no iban a terminar bien para ninguno.


***
Se había rendido. Maurice había abandonado las armas y dejaba que todo fluyera.  Él ya estaba cansado de intentar aferrarse a una roca del río, pero que cualquier medio  marea lo arrastrara a metros de costa segura. Él ya sabía que Matthew le respondería así. Se sintió traicionado, no por él, sino por su falta de orgullo. ¿Qué le costaba haberse quedado callado?  ¡Ah claro! Cómo olvidar ese otro detalle. Por su estúpida boca, solo dio pistas de que había estado averiguando cosas sobre Collin. Estaba prohibido mencionarlo y helo ahí como un imbécil proliferando a los 4 vientos su nombre. Joshua lo iba a matar de seguro. 

Estaba preocupado por Matthew. Estaba tomando un rumbo que estaba proliferando desesperación. No parecía entender que era lo que tenía que hacer. Quizás su experiencia en Canadá no haya sido la mejor y cree que así iba a llegar a algún lado. Si no quería aceptar sus sentimientos de cariño, lo menos se iba a preocupar en que si lo aceptara como amigo y lo escuchara por eso. 

Quería protegerlo, todavía se encontraba ese deseo desde hace 4 años. No iba a mentirse. Tenía esperanza de que quizás en un futuro lo viese con esos ojos. No estaba siendo avaro o estúpido,  solo quería tener esa esperanza. 

No había contactado con nadie en esos últimos días. Nadie lo llamaba, él no llamaba a nadie. Se  preparó para ir a clases. Estaba más relajado desde esa determinación que quiso tomar y ahora estaba seguro que podía continuar. Poco a poco los engranajes de la cadena se iban uniendo y sin saberlo iba caminando al ritmo de quien jalaba la cadena. La vida era así, te hace caminar y crees que es por tus propias piernas, pero realmente estás es siendo arrastrado por sus caprichos. 

 Ya llegando a la universidad,  sintió que un nuevo peso se posaba en su cabeza. Era una densa niebla que parecía ser jaqueca. Lo que me faltaba,  pensó. Sus pasos se ralentizaron y al estar a pocos metros de entrar al campus  fue detenido por una persona que no conocía. 

— ¿Eres Maurice? 

— Sí ¿Quién eres tú? 

— Mucho gusto, soy Elliot, compañero de Joshua. 

Se quedó detallándolo y ya le empezaba a sonar de algún lado, pero realmente no lo conocía.   

— ¿En qué puedo ayudarte?

— Tengo que hacerte unas preguntas ¿Tienes tiempo? 

— No mucho la verdad. 
 
— Está bien, entonces seré breve. 

— A ver…

— Quisiera saber, si es posible que me contaras qué fue lo que le sucedió a Joshua en la mano izquierda ¿Por qué está tan llena de cicatrices? 

Maurice se despejó de su pesadez y encanó los ojos con sorpresa. No supo que responder durante unos minutos y después su boca se aireó. Ese accidente era algo que Joshua había pedido encarecidamente que no mencionaran. Podría tener ese acto de lealtad con su amigo. 

— Un accidente, hasta donde yo sé. 

— ¿Qué accidente? ¿Cómo pasó? 

— No… lo sé. Joshua nunca me contó nada sobre eso. 

— Está bien… ¿Hace cuánto fue ese accidente? 

— No sabría decirte. Cuando yo conocía  Joshua, ya tenía la mano así. 

—Ya veo. Lamento mucho las molestias, me gustaría pedirte que no mencionaras nada con respecto a esto. En especial a Joshua. 

— Vale… lo haré. 

— Hasta luego, que tengas un buen día. 

El pequeño de cabellera roja se alejaba con pasos lentos. Maurice estaba tan extrañado que le olvidó que ya iba tarde para clase. ¿Qué pasó aquí?, se dijo en voz baja mientras veía desaparecer al pequeño en la multitud. 

***

Estaba viviendo un pequeño cuento de hadas. Caminaba y se sentía flotar, hablaba y pensaba que como blancanieves todos los animales acudirían a su llamado. Estaba eufórico, muy eufórico. Cedric pensaba que lo único para vivir era ir a otro toque más de The Underoworld Alliance.

Había escuchado tanto los demos y demás cosas que encontraba en internet de ellos,  que no sabía que más hacer. Había estado contactado a más fans y había adquirido un montón de conocimientos de los integrantes de la banda, pero nunca estuvo saciado de escuchar sobre Perséfone. Todo era tan pobre, tan escatimado.
Unas chicas se contactaron con él a través de unos comentarios que había hecho en un pequeño blog que estaba dedicado a ellos. Ellas aseguraban que lo habían visto trabajando como barman. No sabía si creerles o no, pero a fin de cuentas no perdía nada con ir a mirar. Después de varias semanas tratando de sacarle la información,  ellas le dijeron que le bar en donde lo habían visto se llamaba Firefly. 

Esa noche se había propuesto percatarse de esa información. Se fue un tanto formal y cogió rumbo para el susodicho bar. Casi no lo encuentra. Estaba escondido y no tenía un cartel siquiera. Era muy reservado. Por eso mismo, por ser una cara nueva, no lo dejaron entrar. 

Suspiró desilusionado. Se quedó en la puerta y a la media hora salió uno de los meseros con basura. No le prestó mucha atención hasta que la cabellera castaña clara que estaba recogida en una cola de caballo lo despertó. La figura se movía galantemente (incluso teniendo dos bolsas de basura en sus manos). 

— ¿Perséfone?

El mesero volteó el rostro y corroboró solo con su figura que si era él. 

— Aquí no es muy común que me llamen así.  

El aire se le salió de los pulmones y pensó que debía ir a regalarles unas cuantas flores a las chicas que le dieron la información. 

— Quizás ni sepas quien soy pero yo… 

— Sé quién eres. Cómo olvidar al fan más gritón de todos.  

Le regaló una discreta sonrisa y dejó la basura en el contenedor. 

— Está haciendo frío ¿Quieres entrar? Yo invito. 

Cedric se le encendieron las mejillas al escuchar eso. No podía dar crédito de tanto. ¿Por qué Perséfone hacía eso? ¿Por qué lo tenía en cuenta? ¿Por qué daba pie a hacerle creer que existía algo especial entre ellos?

No hubo respuesta, pero Perséfone ya asumía que había aceptado. Le tomó por los hombros y le empujó para dentro del bar. Dio una excusa con el guardia diciendo que era amigo suyo. 

— ¿Por qué haces esto? — Le susurró mientras le servía una cerveza. 

— No lo sé, me has caído bien, es todo. 

Un sorbo de cerveza que le sentó como si se hubiese tomado mil. La cabeza le daba vueltas y no podía quitarle los ojos a Perséfone. Este era diestro y parecía majestuoso de solo estar limpiando vasos. 

— Me llamo Cedric. 

Perséfone lo miró y sonrió. Pasó sus cabellos rebeldes detrás de la oreja y siguió limpiando el vaso. 

— ¿Cómo te llamas? ¿Tu nombre verdadero es Perséfone?

— Me da risa tu cara. 

— Dime ¿Cómo te llamas? 

— ¿Qué harás con mi nombre? 

— ¿Qué podría yo hacer? 

— No lo sé. 

— Yo tampoco. 

Ocultó su risa detrás de su mano y después de calmarse un poco volvió a su postura seria. 

— Me llamo Thom. 

— ¿En serio? 

— Sí, Me llamo Thom Jackson. 

Los ojos de Cedric se vidriaron y colocó su cabeza entre sus manos. Estaba feliz, más de lo que podía caberle en el pecho. Se tomó el resto de la cerveza y se quedó esperando a que dijera algo más. No mencionaba nada. Pero sentía que ya sabía todo lo que debía. 

— Thom, creo que me gustas. 

El aludido se fijó en él un rato y después respondió en un susurro. 

— Eso ya lo sabía. Eres demasiado obvio.