12
Cedric
« Interés»
Anticipó con ansias
mal contenidas la llamada de Perséfone. Esa promesa de conexión era entrañable por
su misma existencia, le hizo olvidar hasta las más elementales tareas para
continuar con su vida. Asumiendo que fuera culpa de su falta de calma y no la
de la contraparte que se aprovechaba de sus atributos, aún era justificable que
no hallase la tranquilidad.
Repentinamente
despertaba en las noches y lo único que se le ocurría era abrir el foro y
esperar que alguien compartiera su alegría aun desconociendo la causa. Partiendo
de un punto donde se suponía un génesis hacia un amor dominado, el camino se
desvió por otros lugares menos transitados por aquellos que tienen autocontrol.
Las sonrisas y los suspiros iban en aumento.
De esa explosión de
emociones, pasaron veintidós días y ya a cuenta gotas fue drenando su dinamismo.
Seguía contento pero haciéndose con un mensaje que esperaba interiorizar al
terminar el mes, «Perséfone no iba a llamar». No quería dejar que eso lo
deprimiera, no tendría sentido que estuviese exigiendo un protocolo que
probablemente sólo en su cabeza se seguía.
La intensión de
madurar se caminaba paso a paso, permeándose por entre las hendiduras que
dejaban los segundos y llenando la contención de su idealización, hizo más
transitable los días que faltaban para acabar el mes. Para ese entonces estaba
seguro que ya no habría más sorpresas.
Faltando escasas horas
para comenzar el nuevo mes, el móvil vibró anunciado que tenía un nuevo
mensaje. Como muchas de las tantas veces que había cumplido su tarea en el mes,
esta vez tampoco causó ningún revuelo. Era notificado de un mensaje privado de
Thanatos Nightmare, sólo tenía una imagen asociada a esta chica y era la
palabra «entrometida».
«Hola, hace mucho
tiempo que no hablamos. Suponiendo que aún estés prevenido conmigo, esta vez
vengo a darte algo en vez de preguntarte. Una de mis amigas me pasó un video
donde aparece Perséfone ensayando junto con Hades y Ares. Ya que compartimos
gustos, quería ver si tal vez te interesaría verlo. »
No estaba emocionado
de recibir ese video, si era completamente honesto y era por la arrogancia de
la que perfectamente podría fanfarronear. Más que ver a Perséfone de lejos,
quería estar con él y se dejaba llevar por ese deseo por el hecho de saber que
ese hombre tenía la forma de contactarlo. Ya estas nimiedades no saciaban su
sed de esa existencia. Aun así, cabe aclarar que si era verdad aceptaría el
video sin rechistar.
A los pocos minutos de
contestar el mensaje, ella le llegó un link para ver el video. Thanatos
Nightmare le explicaba que su amiga trabajaba en el lugar donde los chicos
ensayaban y que ella estaba confiando en poder aumentar la información
circulante. El contenido se transformó en una alarma, su deseo de proteger lo
que más quería se exteriorizó con una reprimenda a un tercero inexistente en su
mismo plano. Thanatos Nightmare estaba totalmente segura que lo que estaba
haciendo estaba bien, pero nunca se pudo sentir confiado de unas acciones tan
imprudentes.
El video que abrió era
corto, no duraba más de cuarenta segundos, pero con total certeza podía
asegurar que eran ellos. Tener por primera vez un material audiovisual al cual
dedicarle más atención, sin querer le hizo devolver un grado de su escala de
avance que calculaba que tenía. A final de cuentas no importaba cuanta
información suya tuviera Perséfone, si nunca lo contactaba estaba en las mismas
condiciones que cualquier fan.
La
dinámica del video era muy sencilla pero a la vez acogedora, los chicos
hablaban de los acordes de una nueva canción y durante unos segundos la cámara
se enfocó en el rostro de Perséfone. Justo en ese instante la sonrisa más
hermosa se posó sobre los labios de su pasión y se cortó el video. Era una pena
que no hubiese sido con mayor calidad o inclusive mayor tiempo, pero él
comprendía que esa chica estaba haciendo esas cosas a escondidas y no tenía
todas las herramientas para hacerlo lo mejor posible.
Repitió
una decena de veces el video y acató esta información como la orden de un ente misericordioso
que le recordaba que su papel era ser un fanático más y no un prospecto de
amigo de Perséfone. No se encontraba triste o molesto por recordar su lugar, sólo
un poco decepcionado de sí mismo por no haber sido capaz de entender ese
mensaje por él mismo.
Thanatos Nightmare esa
noche estaba redimiendo su asalto terrorista de la otra vez. La conversación siguiente
a la explicación del video le dejó con una emoción gigante, las palabras
construyeron un sueño. A sus sentidos llegó la información de un concierto en
un teatro, que incluso tendría boletería. Todo ese tiempo seguía buscando
confirmar de la boca de esta chica esa información, a lo que ella le envió una
foto que había hecho su amiga a un pequeño tablero que estaban utilizando en el
ensayo.
Claramente en la
imagen se plasmaba la forma del teatro, de la tarima y del espacio para el público.
Quién aparecía explicando la gráfica era Hades y Perséfone estaba tapando parte
del tablero. Estaba cegado por la alegría y entre su descuido se dejó llevar
por el ritmo de la conversación que ponía Thanatos Nightmare.
En las construcciones
mentales a las que se había ceñido por el bien de la prevalencia de su valía,
no se veía con una astuta estratega con la que formaría un equipo para no
salvarse de la incursión a un mundo exclusivo de TUA. Las horas se deshicieron
con una facilidad aterradora. Las oraciones que se intercambiaban seguían
rondando acerca del mismo tema, pero al llegar al final de la noche la sorpresa
más inesperada lo dejó parado en la mitad de la habitación.
«Si quieres le puedo
pedir a mi amiga que nos avise cuando es el próximo ensayo de TUA para que
vayas y los mires.
» ¿En serio?
» Claro, yo no puedo
ir porque no tengo tiempo, pero podría pasarte la fecha del siguiente ensayo y
la dirección del lugar para que vayas, pero eso sí, tiene que ser el secreto de
estado más grande de todos. Nadie se puede enterar.
» Lo juro, nadie lo
sabrá. »
No sabía si seguir su
juramento con todas las figuras religiosas que se sabía, pero esa noticia no
dejaba de resonar en su cabeza. Iba a ser capaz de ir a ver a Perséfone, encontrar
otro lugar que podría pertenecer a ellos dos.
***
La efectividad con la
que fue convocada la gracia de la unión, se manifestó una semana después de la
conversación con Thanatos Nightmare. Durante toda esa semana ella se había
mostrado de lo más atenta y cordial haciéndole sentir seguro con sus palabras. La
confianza que se había desarrollado era un atributo agregado a la calidad de la
información que esa mujer compartía. Una vez dejaba la prevención podía darse
cuenta que era una buena persona con la cual aliarse.
Según el contacto que
tenía Thanatos Nightmare, el próximo ensayo iba a ser el fin de semana. El
colocarle una etiqueta junto a una fecha y un día le daba más cara y cuerpo a
la expectativa que sentía. Las intenciones de agradecerle a esta chica la labor
de revitalización que hacía con él cada vez que hablaban, se esfumaba ante las
evasivas respuestas de Thanatos Nightmare referentes a sí misma.
En ese tiempo le había
propuesto que ya que vivían en la misma ciudad, fueran juntos al siguiente
concierto de TUA, pero se mostró rehacía a aceptar por alguna razón que
desconocía. Dejó de insistir cuando ya era claro que ella no tenía la intención
de verlo por fuera de los dominios del foro. Antes de especular cualquier razón,
aceptó con facilidad la voluntad de su compañera.
Recibió todas las
indicaciones que facilitarían su arribo a la tierra prometida. Se memorizó la
dirección e incluso tuvo todas las referencias necesarias de la chica con la
que iba a encontrarse. Ya en su mente estaba todo calculado con extremo rigor,
las miles de variables se volvían predecibles en su cabeza y no entorpecían su
ideal.
Quedaban dos días hasta
el fin de semana y a medida que se aproximaba más la hora sin duda alguna se sentía
sobrecogido por los nervios. Era diferente a la otra vez que estaba más
tranquilo y rebuscando entre las explicaciones disponibles, postuló que eso se
debería a que Perséfone no lo había integrado voluntariamente a su actividad. Estaba
trasgrediendo su espacio para posicionarse en alguna esquina de su vida.
Ese tiempo era
conformado por millones de motivos y razones por los cuales debería intentar alejarse
de ese deseado estatus de amigo. Si le seguían dando esas libertades en las que
prácticamente le regalaban las ocasiones compartidas con Perséfone ¿A quién iba
a hacerle el reclamo por sus ilusiones destrozadas después? Desgraciadamente ni
Thanatos Nightmare ni sus otros amigos iban a hacerse responsable cuando dentro
de poco tiempo su objeto de deseo le estrellara la puerta en la cara.
Y así esos dos días
pasaron con las ideas jugando con su cordura.
***
Estuvo
unos veinte minutos antes de comenzar el ensayo, porque de esta forma se podía
comunicar con la chica antes de que dejara el turno y quedar puesto en posición.
El nombre de quien le estaba colaborando era Sherly, trabajaba como la secretaria
del estudio y era ella quien hacía las reservaciones de las bandas que pedían
lugar. Por supuesto era mujer que ya llegaba a sus treinta y cinco y la
seriedad lo frenó un poco, pero dejó que la comodidad lo embargara cuando ella
confirmó que su visita había sido avisada.
—
Ellos estarán practicando en la sala ocho. Tú vas a estar esperando en la sala
del tercer piso y yo te mando un mensaje avisándote cuando lleguen ¿vale?
—
Muchas gracias, en verdad que me gustaría poderle agradecer a Nightmare
personalmente, pero sé que no se puede así que te lo encargo.
La mujer le dio una
sonrisa totalmente confusa. Incluso pensó que había cometido un error hablado
sobre ello en ese lugar, quizás la estuviera metiendo en problemas. Cuando
quedaron los dos en silencio, ella suspiró dándole a entender que había
entendido el mensaje y que iba a dejar pasar la indiscreción y sólo respondió
formalmente con palabras que lo desligaban de cualquier responsabilidad.
Subió al tercer piso y
escondiéndose entre los mullidos cojines del sofá, se percató que estaba
sudando por los nervios como nunca. Estrujó sus manos contra sus rodillas y las
apretó con fuerza como para partir un palo. Tenía que calmarse, no entendía que
hacía diferente esta vez a las otras que lo había visto, pero de forma clara y
concreta podía concluirse que no estaba preparado.
Cuando faltaban cinco
minutos para que fuera la hora acordada recibió un mensaje de Sherly, le estaba
avisando que ya estaba entrando uno de los integrantes. Se escabulló entre sus
rodillas como si de esa forma deshiciera la acción más maniaca que podría haber
realizado jamás. Y justo en ese momento pensó, que entre tanta emoción no había
pensado que no tenía justificación de presentarse frente a Perséfone y que
probablemente no iba a ser capaz de hablar con él hoy.
Es mejor que no me
presenté con él hoy, se dijo a sí mismo dándose un consejo para evitar enfrentarse
a lo injustificable. Es que incluso no tenía nada que decirle a Perséfone, no
le exigía que cumpliera su promesa de llamarlo, no le exigía que correspondiera
a esos sentimientos que lo destrozaban por dentro, no quería pedirle que lo
tuviera en cuenta por lastima o por cualquier otro motivo que pudiese existir.
Cuando hubo decidido
que miraría un poco y después se iría, escuchó que alguien estaba subiendo las
escaleras. En ese mismo instante salió corriendo para el baño y se escondió en
uno de los cubículos. El diseño del tercer piso era algo así como un pasillo
largo donde el baño estaba al final, así que no tenía escapatoria. No se paró a
pensar que podía ser cualquier persona y que no tenía que esconderse, pero el
simple hecho de creer que era Perséfone lo espantó.
Los pasos cesaron al
frente de alguna de las salas de ensayo y concluyeron con el sonido del cierre
de la puerta. Los pulmones se escaparon por la boca airándose de vida. Cedric
salió del baño y justo en ese momento otro mensaje de Sherly llegó avisándole que
ya se habían instalado todos los miembros en la sala ocho que ya podía bajar a
verlos. Salió del baño prevenido no pudo sentirse preparado para bajar. Devolviéndose
a su puesto en los mullidos sillones, torció la cabeza para detallar el techo y
su diseño simple. Los leds iluminaban con potencia reconocible cegando su
rostro pero no alcanzaba a llegar a su interior.
— Pensé que me había
equivocado de número.
La voz grave y
profesional de Sherly lo hizo dejar su atención en la estructura. Bajó los
brazos para ponerlo dentro de sus rodillas y enfocó su mirada en la mujer que
se acercaba con tranquilidad.
— No, sí me han
llegado todos tus mensajes, es sólo que no me siento preparado a bajar.
— ¿Por qué? Si me
dijeron que ibas a entrar a la sala a ayudar.
— ¿Qué?
No
había lógica que justificara esas palabras, en ningún momento se había
planteado esa posibilidad ¿Entrar? ¿Ayudar? ¿De qué estaba hablando? Camino
para acercarse a la secretaria y frunció el ceño. Al parecer había puesto
nerviosa a la mujer y esta retrocedió unos centímetros tratando de recuperar la
compostura.
— No deberías estar
aquí, deberías bajar.
— ¿Pero a ti quién te
dijo que yo iba a entrar a ayudar?
— No… eso es lo que
interpreté cuando… nuestra conocida me dijo que ibas a venir…
Desde
la estratosfera se veía que estaba tratando de inventarse algo sobre la marcha,
se le hizo raro que dijera «nuestra conocida» en vez de «mi amiga», o que
asegurara que le habían dicho que venía a ayudar. Eso le hizo despertar de
nuevo la desconfianza en Thanatos Nightmare, no podría concluir nada hasta que
fuera a la sala ocho. No sabía que estaba esperando encontrar, pero si no era
Perséfone no tenía por qué seguir ahí.
Los
escalones fueron devorados por las zancadas de sus largas piernas y los latidos
de su corazón de intensificaron. Los números de los salones iban pasando según
su secuencialidad y cuando llegó a la sala ocho, se quedó paralizado ante ella.
Había un pequeño ventanal en la parte superior de la puerta y desde allí pudo
ver la figura de Hades y Ares que estaban afinando los instrumentos.
— Era… verdad, aquí
están.
No
pudo contener una risa traviesa y se quedó estupefacto viéndolos tan
desprevenidos. De repente una cabellera castaña clara tapó la vista y él en
seguida se devolvió varios pasos hasta que perdió la visibilidad de la sala. Ahí
estaba Perséfone, en verdad había logrado adentrarse en ese espacio. Trastabilló
de camino a las escaleras y subió unos escalones hasta que se sentó en la mitad
de ellos. Colocó sus manos sobre su cara y suspiró varias veces.
¿Y
ahora qué?
—
¿En verdad no vas a entrar?
A su espalda se encontraba Sherly que recién bajaba
del tercer piso. Se movió para darle espacio de que pasara y negó con la
cabeza. Por supuesto que no iba a entrar, no quería convertirse en una molestia,
sólo quería verlo, quería…
—
Está bien, sólo voy a mirar un poco más y me iré. Gracias por todo.
No
entendió qué era la cosa tan rara que estaba diciendo y por qué Sherly no parecía
estar totalmente informada de su papel allí, pero no importaba Thanatos
Nightmare había dicho la verdad y eso era todo cuanto importaba. Después de
unos cuarenta minutos que se quedó dando vueltas por los alrededores, se sintió
confiado de volver a mirar por la ventanilla de salón.
La
escena no se había movido mucho desde que hace rato que los vio. Hades estaba
al parecer molestando a Ares, Thanatos estaba tomando un poco de agua y Perséfone
estaba sentado al otro lado tocando unos acordes en la guitarra. Sin que su
expresión cambiara se quedó mirándolo y repentinamente se sintió muy triste. Entre
más lo detallaba, más lo asaltaba esa desolación de procedencia desconocida ¿Qué
le estaba pasando?
No
hizo falta más de cinco minutos hasta que sus ojos descargaron unas lágrimas
extrañas. Se secó rápidamente los ojos con la manga y de nuevo se forzó a
observar a Perséfone, en ese momento todo se sintió romperse. Algo extraño
estaba pasando, alargó su mano y al entrar en contacto con el aire se dio
cuenta que había algo mucho más grueso que la puerta que los separaba.
Su
pecho se hinchó evitando que los sollozos salieran y dando media vuelta salió
apresuradamente del lugar. Llegó a la recepción, se despidió de Sherly y le
pidió el favor que no le contara nada a Nightmare. Apenas salió a la calle se
hizo consciente de ese peso tan terrible que tenía en el pecho, sólo necesitó
un poco de aire para percatarse que en su interior algo se estaba destrozando
violentamente.
Sus
piernas decidieron el destino por él y lo único que quiso fue a ponerse a
correr. No podía ver con claridad por las lágrimas pero con tal de evitar chocar
con alguien, no le importaba cómo estaba la calidad de su vista. Entre más se alejaba, más triste se sentía
porque se materializaba la distancia que separaba sus corazones. Reconoció que
se había sentido muy herido por no haber recibido la llamada de Perséfone, aceptó
que estaba sobrevalorando su papel en esta historia y que era imposible que se
llegasen a cumplir todos esos deseos que no tenían razón de ser.
¿Por qué tenía que ser
Perséfone?