10
Cedric
« Calma»
Era un premio, haber podido hablar con
él se le presentaba como la recompensa a un amor no correspondido. No podía
considerarse una victoria completa, ya que se debía sólo al reemplazo de algo
imposible a algo totalmente intangible como lo era el amor platónico hacia
Perséfone, es decir, Thom.
Y qué podía criticarle él a todos
esos pequeños detalles si estaba más que conforme con la situación. Le podía
importar menos, sólo había conseguido un agradable sentimiento a cambio de
prácticamente nada. Por supuesto que él no era una persona corta de espíritu
que no supiera entender que era totalmente imposible conseguir alguna
retribución romántica a su devoción por Perséfone.
Sumando
todo lo anterior, en eso derivó su motivación por evitar volver a ir a Firefly.
Lo último que quería era que Perséfone se sintiera presionado de forma negativa
con su presencia. Era una persona supremamente conformista, cabia resaltar, así
que no era difícil esa decisión.
Esta
vez iba a tratar a sus sentimientos aprehensivos de forma diferente, no
repetiría el mismo error que cometió con Elliot. Como ya se había mentalizado a
tan sólo permanecer a la distancia, la agradable sensación de tranquilidad era
deseada.
Ahora
podría entender cualquier persona que se sintiera inquieta respecto a su
actitud, el por qué en tres meses no había vuelto a ver a Perséfone. Había
logrado algo que probablemente nadie más habría hecho y quizá se debiese a esa
satisfacción lo que le disminuía la ansiedad de verlo otra vez.
En
esos tres meses, se alejó un poco de su mundo virtual y decidió prestarle un
poco más de atención a la realidad. Ya se habían acabado muchos de sus juegos
referentes a las suposiciones respecto a cómo sería el encuentro con Perséfone.
La magia cruelmente se habia asesinado voluntariamente contra la realidad.
En eso llegó la noticia a los dos meses, que por
fin habían concretado el
proyecto para presentarlo a la disquera. Eso lo alegró a sobremanera, al fin el mundo
reconocería a esa banda de la
que se había enamorado a primera
vista. Tal vez estaba madurando, por el hecho de no sentir tantos celos de
aquellos que amarían
a Perséfone.
—
No sé si estás aquí porque quieres porque no tienes nada
mejor que hacer en la casa.
El
comentario medio inconforme provenía
de su compañero
de grupo de investigación,
Seán. No eran amigos, ni
enemigos, ni tenían
alguna relación
que trascendiera la académica.
Era un chico bajo, medía
1,60 m, el cabello era verde oscuro y sus ojos eran color miel. Tenía unas facciones fuertes a pesar de
tener un cuerpo poco varonil.
En
esos tres meses se había concentrado en sacar adelante el proyecto
interdisciplinar que habían hecho con ingenieros químicos y biólogos, para una
empresa de petróleos. Con ello le sería más fácil ir adelantando lo que haría
con su tesis. También eso le quitó mucho tiempo a su afición con TUA.
—
Ninguna de las dos, estoy aquí por la responsabilidad que tengo.
Ni
una espina de sarcasmo ni rabia estaban pintadas en las palabras, fue dicho con
un tono que trasmitía un mensaje literal. Seán bufó, estando decepcionado de
haber perdido una oportunidad de pelear contra esa pared que resultaba su
indiferencia a intimar con él. No tenía
intenciones de ser su amigo, lo que se discutía como las posibles razones por
las cuales él tratara de hacer romper esa frontera, era por el bien del trabajo
mismo. Si un grupo no se comunica y una parte tampoco tiene la voluntad de
colaborar, todo colapsaría.
—
Si realmente existe ese compromiso, te pido por favor que dejes de andar
divagando pensando en cuantas veces follaras esta noche, y termines de diseñar
lo que te pedimos.
—
No sé si tú crees que diseñar sale de la noche a la mañana, así que tendrás que
esperar.
—
¿Cuánto tiempo crees que tienes?
Cedric dejó el lápiz y la escuadra
en la mesa y se levantó. Estirando los brazos y moviendo las caderas de un lado
a otro, fue caminando a la cafetera que estaba al fondo de la habitación.
Inhaló varias veces el olor a café sintiéndose lleno de una misteriosa
sensación estimulante. Eso era lo que necesitaba, una buena inyección de dinamismo.
— Lo terminaré antes de las cuatro
¿Está bien para esa hora?
— Entre antes mejor, pero por lo
menos si llega a ser hoy te agradecería. Sabes que necesitamos esos planos para
trabajar con los biólogos.
— Lo sé, lo sé, ya cálmate, hasta
ahora son las once. El día no se ha acabado.
Los sorbos amargos se diluyeron en
su sistema y los pensamientos turbios sobre su nueva personalidad se
escondieron en algún recoveco de su cerebro. Era lo mismo que haber encendido
un botón que lo ponía en modo de trabajo. Se volvió a sentar con una mirada
fija, tomó el lápiz con toda la intención de trazar todas las líneas necesarias
que le permitieran deshacerse de la presión puesta por Seán.
En un principio iba a enfocar su
ingeniería a algo mucho más administrativo, por eso todo convergió en que
cuando conoció a Elliot quien estudiaba economía, él inmediatmente metier toas
las materias libres que podía en esa carrera. Eso hizo que en este proyecto se
le asignaran no solo trabajos de diseño, sino también cuestiones
administratias.
Estaba
conforme con la mayoría de sus capacidades, no era perfeccionista, ni
psicorigido, sólo de forma espontanea era capaz de sacar buenos productos. Si
ese era el caso, con entera certeza habrá de cuestionarse qué le incapacitaba
terminar exitosamente el trabajo del proyecto. Para responder eso, se dio
cuenta que estaba incapacitado a dar una respuesta. Quizás su tiempo de
inspiración había terminado.
***
Al
final, no fue capaz de entregar el diseño
a las cuatro y tuvo que seguir derecho hasa las nueve de la noche. Llegó a la casa agotado, no quería ver una linea más feente a sus ojos o colapsaría. Cuando estuvo en su cuarto, quitó la ropa sucia que habia puesto encima
de la cama, se quitó
la ropa que tenía
puesta y al final lanzó
los zapatos hasta donde dio la pared.
Al
fondo podía escuchar a su mamá ofreciendole comida, pero estaba tan
supremamente cansado que no quería
caminar hasta la sala. Podía
asumir que se le iba a hacer una atención
como premio por su honorable esfuerzo, pero no fue así. Se puso la pijama e inmediatamente
pasó al comedor.
La
comida fue una ensalada con un pedazo de carne. Todos estuvieron en silencio,
hasta que el timbre de su celular le avisó
que le había llegado un mensaje.
Sacó sin prisa el aparato,
y cuando abrió
la bandeja de entrada, se extrañó
cuando leyó que tenía un mensaje nuevo en el foro de una
chica con la que nunca había
hablado. El mensaje decía así: «Hola
soy Thanatos Nightmare, encantada de conocerte, me preguntaba si te gustaría que charlasemos un poco sobre la
banda y esas cosas. Me ha parecido muy interesante tu post sobre cómo conociste a la banda. Espero tu
respuesta, adiós»,
no tenía
ni idea de donde había
salido esa chica, por lo que en ese momento no le dieron ganas de contestarle.
Ya
más tarde, alrededor de
la media noche se despertó
de su inmaduro sueño
y tomó el celular. Era una
costumbre que se podía
considerar universal, el hecho de molestar con el celular hasta cogerle de
nuevo el sueño.
Abrió el foro y se planteó en responder el mensaje de la chica
misteriosa. Comenzó
a escribir, no tenía
prevención alguna a estrechar
relaciones con más
fans de TUA, sin embargo en ese momento no estaba tan entusiasmado como antes.
No por culpa de TUA cabía
aclarar, sólo era que tenía ganas de revivir unas sensaciones dañinas para su estado mental tranquilo.
—
Me gustaría pensar que Perséfone se sintió agradado con mi visita.
Le habló a la nada esperando a la vocecilla que
siempre le subía
la autoestima tratando de llenar todos los conceptos desconocidos con
afirmaciones favorables para sí.
Se puso a revisar de nuevo después
de mucho tiempo el grupo de Perséfone
y encontró gran cantidad de
nuevos post, pero ninguno que le llamara la atención. Esperaba encontrar algo relacionado
con noticias, pero sólo
eran de opinión.
Cuando iba a salirse, apareció la respuesta de la chica a la que le
acaba de responder. Cuando volvió
a abrir el mensaje, se sentó
en menos de un segundo. Esa chica había
dicho lo más inesperado que podía prever. «Me han dicho que tú sabes donde trabaja Perséfone», un millón de preguntas le llenaron la cabeza
con respecto a las posibles implicaciones que existirían por el hecho de que se filtrara la
información. Él estaba seguro que no había sido por un descuido suyo, porque
nunca había mencionado nada
respecto a su visita a Perséfone.
«
¿Quién te dijo eso?»
«Un
rumor corrió
por allí de que algunas
personas habían
descubierto donde trabaja y entre esas estabas tú»
«
Están totalmente
equivocadas esas personas, yo no sé
nada de eso, pero en caso de que llegases a saber, te agradecería que me dijeras»
«Ah
bueno, igual si estás
ocultando la información
podría entenderlo.»
No
fue capaz de seguir la conversación,
tenía miedo que se notara
que realmente había
visitado a ese hombre. Le llegaron más
mensajes que no le interesaba ver. Esa chica sólo se había acercado a él con el fin de ver si podía ver a Perséfone, pero por más que lo presionaran, él iba a callar.
***
Un
futuro desalentador se escurrió
frente a sí. Si llegasen a
molestar a Perséfone
con visitas no deseadas, iba a ser su culpa por no ser capaz de mantener a la
gente que se había
enterado de su afortunada posesión
de información,
al margen. Lo único
que se le ocurrió
es que debía avisarle para que
no se enfrentara a tan desagradable escena.
A
los dos días de haber recibido
esos mensajes, programó
la visita al bar. Mas que por precaución, era por paranoia que no iba a entrar y se
propuso esperar a la hora de cierre del establecimiento. Sólo iba a dirigir unas palabras de
disculpas y advertencia. Contra todo pronóstico
no estaba ni un poco nervioso.
Se
quedó en un bar cercano.
Lo que podría
parecer una eternidad en términos
mundanos, a él
le resultó un trasegar
tranquillo y lleno de posibilidades. Estas consistan en el espacio conveniente
para hallar muchas ideas para el proyecto, fantasear con su encuentro y quierer
sobrepasar su mediocre nivel interpretativo.
Cuando
el reloj fue marcando las tres de la mañana,
él ya estaba
recogiendo sus cosas. Pagando la pequeña
cuenta de cinco cervezas, se liberó
del lazo de falta monetaria que lo contenía.
La calle estaba fotografiando las figuras desterradas de sus vínculos a la evasión y abría sus brazos para recibir el contenido
de los estómagos de los
desafortunados. Pero Cedric no tenía
nada de regalarle a la calle debido que no hacia parte del gremio.
Unas
calles más abajo y reconoció al guardia que lo retuvo la otra
noche. Se alegró
de verlo por la connotación
inferencial que traía.
Unos pasos impotentes se cometieron en consecuencia de la solidaridad del
asfalto a su necesidad. La sensación
de superioridad era nociva e ignorando el poder destructivo que podía acarrear se dejó
llevar en el flujo de alquitrán
seco.
—
Buenas noches ¿Thom se encuentra?
—Ya
se acabó la hora de atención.
—
Lo sé, no quiero ser inoportuno sólo
necesito hablar con él un segundo.
El
guardia se hundió tras las puertas que hallaba murallas impenetrables y emergió
de esa frontera el dios que todos los días se robaba parte de su aliento. Debía
reconocer que cola de caballo con la que lo había conocido informalmente era su
peinado triunfador. En ese momento toda la serenidad se escapó haciéndole la
peor travesura que en ese momento pudiese afectarle.
—
Hola, qué sorpresa.
No
era por falta de voluntad que no respondió, fue el aire traidor que se encargó
de ello. Definitivamente había algo más misterioso que el universo y más
inexplicable que la vida misma, que lo unía a la existencia denominada «Perséfone».
—
Ha pasado bastante tiempo desde que me visitaste.
—
Lo siento mucho.
—
Bueno... no es para tanto.
—
No es eso, es que por mi culpa más gente se pudo haber enterado de donde
trabajadas y...
—
Oye, llegas un poco tarde a avisar, desde que viniste he recibido muchas
visitas.
—
Lo siento mucho.
—
Cálmate, no ha habido ningún problema con esas visitas. De hecho no fuiste él
primero en visitarme.
—...
ya veo.
—
U...una... chica fue la primera que vino.
Cedric
no le importaba quien había venido antes, por el simple hecho de hacerse
conciente que quienes le suministraron la información era poseedores de una
ventaja. Tan absurdamente decepcionado se sentía que no fue capaz de seguir
mirandolo. Bajando su campo visual a sus pies, produjo una cadena hablada que
si bien era su sentir en ese momento no se interpretó correctamente.
—
Felicitaciones por completar el proyecto de la disquetera.
—...
Gra...cías.
—
Ya no te molesto más, me voy. Te deseo lo mejor.
—
Fue gracias a ti que pude terminar la canción.
La
parte encargada del procesamiento lingüístico se saturó con la
decodificación. Sus ojos azules como el
mismo cielo de verano se inyectaron en la cara sonrosada de Persėfone.
Espera... ¿qué? ¿Sonrosada?
—
Digo...no, pues gracias a personas como tú... que siempre nos apoyan.
—
Ya veo... ya veo, en ese caso me alegro mucho haber ayudado en algo a lo que
más me gusta.
—
No ha sido sólo a mí, la banda fue quien recibió tu ayuda también.
—
Sí, yo me estaba refiriendo a la banda.
Soltó
una risa refrescante cuando vio el rosado convertirse en un rojo intenso. Sólo
con eso se podía perdonar su falta de sensatez, ya que era imposible que fuera
el único en poder disfrutar un momento como este.
—
Claro, tienes razón. Deberías entrar a tomar algo, está haciendo frío.
—
Te agradezco, pero...
¿Qué
demonios estaba pensando? Si lo llegasen a ver, podría ser un problema para él.
No debía retractarse, bajo ningún motivo podía...
—
Tienes razón, si hubiese alguien que supiera que dejo entrar a los fanáticos al
bar... en ese caso ¿Quieres que quedemos
fuera?
Casi
se desmaya en ese instante, por supuesto que iba a salir con Perséfone todos
los días de su existencia, hasta el mismo infierno de ser necesario.
—
Si no tienes ningún problema, me encantaría.
—
En ese caso, dame tu celular. Yo te llamo.
Cuando
le estaba dictando el número, quería ponerse a llorar. Esa persona podía
transformar lo imposible en la realidad tangible. Su pecho estaba ardiendo en
ese agradable calor que da la persona que a uno le gusta. Al final, se despidieron con un amigable apretón de
manos. Era sin duda alguna el mejor día de su vida.
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