lunes, 20 de julio de 2015

Con tan sólo un paso - Capítulo 11


11

Perséfone


 

« Por mí»

 

 

Ya las culturas por su mismo peso han otorgado a los números múltiples significados antagónicos a los cuantitativos. Entre todo ese mundo revolucionario de conceptos, se decidió que los números pueden representar la identidad de un ser humano. Bajo este mismo parámetro, el mundo conectó a las personas por el conocimiento de los dígitos correctos bajo ordenes establecidos por entes externos a la voluntad del usuario.

 

En ese momento poseía una combinación con un significado de superior alcance, un simple e insulso número de teléfono lo transformaba  en un organismo distinto. Al instante se juzgaba el aterrador poder comunicativo del Homo Sapiens Sapiens. Se constituía como una civilización dependiente de los números para existir; era interesante darse cuenta como un concepto abstracto como lo son los dígitos, transforma la realidad del mundo entero.

 

No estaba exagerando con toda esa reflexión histórica y subjetiva acerca de la importancia de este concepto intangible, lo que estaba sucediendo era la organización de un terror naciente y destructivo del que recién decidió presentar a su corteza frontal.  La interpretación de la escena en donde su participación fue orquestada por el más cruel de los dioses disponibles en el momento, lo dejó desprovisto de cualquier muro de contención.

 

El descubrimiento se reseñaba como «el miedo a no volver a ver a Cedric».  Bajo ningún modelo cosmogónico se había imaginado que fuera Cedric quien no volviera a aparecer, ya que cobijado por una arrogancia propia del que reconoce su papel protagónico, había asumido que siempre iba a tener la posibilidad de acceder a una conversación con él.

 

Tres meses fueron suficientes para darle una fructífera cartilla donde la experiencia le explicaba que nada podía asegurarse ni poseerse. Por lo que asimilando lo artero de su personalidad,  desveló el fragmento que recubierto por un fino lienzo de impotencia, gritaba con desesperación que quería asegurar a Cedric para sí.

 

De conocimiento público era que rechazaba las atribuciones desmedidas que atentaran contra su imagen, esto refiriéndose a las idealizaciones. Conservando en su mayoría estas construcciones de las estructuras relacionales, se planteaba nuevas fórmulas de cimentación para lo que antes consideraba tan imposible de asimilar.

 

            Entre las muchas ideas que corrían por el laberinto de sus circunvoluciones, se percató que al momento de tenerlo al frente, la única cosa que pudo concebir fue el integrarse al estadio de la confianza. Tan desesperado se había encontrado que por medio de su seudónimo en el foro, se arriesgó a forzar su encuentro con el fin de confirmar identidades.  En este momento ya podía asegurar la retención de la identidad virtual de Cedric.

 

            No tendría el descaro de negar a quien supiera tan cuestionable gestión que durante esos tres meses había estado mirando de cerca por medio de su camuflaje cibernético, todos y cada uno de los comentarios de P-shadow y se iba haciendo a la idea que pronto tendría que cambiarse el seudónimo a New Face-Stalker.  

 

            La agitación que sintió cuando los mensajes surcaron la materialidad y se posaron por medio de distintas herramientas en sus saberes preconcebidos, fue fácilmente aplacada cuando Cedric pareció molesto por las palabras que había mencionado sin ninguna mala intención. Su idea de tranquilizarlo haciéndole saber que alguien más había ido a verle antes y que no había sido su culpa la filtración de la información, se transformó en el rechazo de su invitación a entrar.

 

Ahora concretar una cita, ese objetivo que por irracionalidades de los locos faltos de sensatez, se había postrado en la lista de tareas a realizar. Quería evitar que se concretara ese encuentro, estaba aterrado por su actuar lleno de vacíos perceptuales. Quería pedir ayudar, alguien que le explicara que era todo eso que estaba sintiendo. Quería saber… por qué el profundo color azul de los ojos de Cedric era lo que amalgamaba con el estado de ansiedad y carencia.

 

***

 

— Todavía no he recibido una respuesta de la disquera, pero sin duda alguna estaremos en la mira para concretar el contrato.

 

Quien hablaba era Tiphany, la manager que cada vez elaboraba más sus deseos de grandeza. En aquella ocasión estaba vestida con un traje formal de color azul oscuro y el cabello recogido en una trenza que se enrollaba en sí misma. Los largos dedos que manejaban la Tablet, se orquestaban con agraciadas maneras junto con sus palabras.

 

Dylan estaban reuniendo las palabras que quería entregarle a Tiphany con intenciones logísticas y administrativas. Podía decirse que el que guiaba las necesidades de TUA a su saciedad, era ese hombre dedicado. Enzo se levantó de la mesa y salió de la habitación. Nadie fue a perseguirlo ni se interesaron en los motivos que lo llevaron a salir de la reunión.

 

— Ya con esto tienen luz verde para hacer el concierto en el teatro que Dylan me comentaba que les ofrecieron. En lo posible deberían realizarlo antes de octubre.

 

— Dylan, tengo una pregunta ¿El concierto va a tener boletería por localidad?

 

— No estaba pensando que hubiese VIP o general en un teatro tan pequeño, pero si quieres, podría pensarse en algún beneficio para unos pocos.

 

— No, tienes que preocuparte por eso, es mejor no forzar eso. Creo que lo más significativo del concierto sea darle a los fans algo más elaborado.

 

Eran las consideraciones de  Damien lo que le dio esa idea terrorista. Si él llegase a tener un tratamiento especial con Cedric que le permitiera estar en primera fila, le daría la oportunidad de estar sobrecogido por la mirada de ese hombre.

 

            — Las sillas deberían estar enumeradas.

 

            — ¿Sillas? El concierto va a ser sin ellas, de otra forma no proyectaríamos correctamente la cantidad de personas que podrían venir.

 

— ¿A quién quieres guardarle puesto? — Damien preguntó con inocencia, sin pisca de malicia, ni malas intenciones.

 

— A… mi mamá.

 

     ¡Claro! Tienes toda la razón sería la primera vez que tu mamá estaría un concierto tuyo. — Dylan sonrió con calidez.

 

— En ese caso creería que podríamos dejar a tu mamá detrás de bambalinas con un asiento para que te perciba mejor ¿qué te parece?

 

— Perfecto… gracias.

 

No, era imposible ya querer decir la verdad. La presencia de su madre era indispensable, pero no estaba cubierta de esa forma. Cómo asegurarse que dentro de trecientas personas Cedric iba a estar. Sentía la necesidad de confirmar algo de lo que no tenía ni idea de qué se trataba. Ya había compuesto la canción, ya los motivos racionales y necesarios se habían esfumado y aun así estaba más obsesionado que antes de componerla.

 

            Luego de dos horas, la reunión culminó y lo único que pudo pensar fue en retener a Dylan. No era porque no confiara en Damien, era su mejor amigo después de todo, pero una corazonada le llevó a querer consultarlo con él. Alguien debía explicarle a qué se debía esa sumisión que sentía por esos ojos azules, por la distancia que siempre existía al mirarlos frente a frente. El tener que alzar la mirada para hallar esas ventanas que lo llevaban al universo personal de Cedric, era totalmente extraño y fascinante, o bajar la mirada desde el escenario para encontrarlo era un evento lleno de ansiedad.

 

            — ¿Podemos hablar?

 

            — Cuéntame, ¿Te molestó algo en especial de la reunión?

 

            — No… es sobre otra cosa que estoy seriamente molesto y no sé con quién hablar.

 

            Quizás fue el tono brusco con el que lo dijo, pero la reacción de Dylan fue dar un paso hacia atrás. Instintivamente creyó que iba a ser golpeado por Thom, cosa que obviamente descartó cuando los ojos grises se contorsionaron en diversas figuras que danzaban a la interpretación de la desesperación misma.

 

— ¿Recuerdas a la persona que les comenté que estaba buscando para componer la canción?

 

Era una pregunta retórica, pero el tiempo en donde se supone que continuaría el resto de entramado demoró en aparecer, haciendo dudar a Dylan si debía contestar o no.

 

            — Hace tres meses se enteró en donde trabajo y me visitó… gracias a ese encuentro se pudo concretar la canción… se supone que ya no debería necesitar entablar conversación con él, pero hace unos días se volvió a presentar y me di cuenta que he entrado en un bucle que me lleva tener que hablar con él. No me entiendo, ya no tienen ninguna utilidad para mí, pero necesito asegurarme que no se va a ir.

 

            Dylan se recostó contra el espaldar de la silla y se quedó estupefacto con esa confesión. No era normal que se presentara el hombre más prevenido del mundo hablando de que un simple aparecido había derrumbado sus barreras. Thom era de la última persona que se esperaba escuchar la palabra «necesito» refiriéndose a otra persona.

 

            Se entrecruzaron en su cabeza todo el desfile de las posibles respuestas que debía darle. Desde que las menos abrasivas hasta las más controversiales se paseaban, pero ninguna era lo suficiente valiente para hacer su entrada a la garganta de Dylan, así que el silencio continuó sacudiendo las fibras de los presentes.

 

            — Estoy harto de esta sensación de ansiedad constante.

 

            — ¿Estás enamorado de él?

 

— No soy tan imbécil como para no saber si alguien me gusta o no. La sensación es totalmente distinta, no es el típico calor que sientes en el estómago, los latidos rápidos o los deseos de monopolización. Es algo totalmente distinto, nunca antes había sentido algo tan terrible nunca, es como si un monstruo se me estuviera comiendo las entrañas. Sin él no estoy bien, pero junto a él estoy peor.

 

No tenía ni la más remota idea del efecto que tuvo esa última oración en Dylan. Desde su punto de vista era probablemente el estado más puro de enamoramiento que hubiese visto en alguien, pero si él mismo se negaba esa posibilidad ¿Qué debía responder entonces?

 

— Debes tener una idea aunque sea de por qué no quieres que se vaya ¿verdad?

 

— Sí… eso creo… es la persona que tiene la capacidad de inspirarme a componer, en este momento ya no me siento capaz de hacerlo por mi cuenta.

 

— ¿Él acaso te da ideas, te guía?

 

— No… sus ojos… algo tienen que sencillamente me hacen fluir las ideas estancadas. Si tan sólo los ojos de ese tipo vinieran por aparte del cuerpo, sólo los necesitaría a ellos y no a él.

 

— ¿Qué sentiste cuando lo viste después de tres meses?

 

— Yo anticipé eso… yo forcé ese encuentro, pero de todas formas no estaba preparado. Al comienzo, cuando pasé la puerta y lo vi parado, no sentí nada. Quizá fue debido a que no había visto sus ojos, pero en el momento en que nuestras miradas se encontraron, la ansiedad más terrible e inexplicable me invadió. Quería… con franqueza te digo, quería pegarle un puño, quería pegarle una patada, quería hablar con él, quería cortarle los pies para que nunca se fuera, todo eso al mismo tiempo y en ningún momento esas sensaciones fueron agradables.

 

Las ideas que iba hilando tratando de hallar una explicación se fueron perdiendo en el océano de la amargura de su amigo. ¿Cómo era posible que se obsesionara tanto con una persona que apenas había visto unas cuantas veces? Para él era posible debido a que se concebía como un hombre de fácil amar, pero Thom, quien apenas si había sanado la cicatriz dejada por la ruptura de su amor de hacía cuatro años, ahora era un manojo de un ente desesperado de atención.  

 

¿Y si eso no era amor?…

 

— ¿Pasó algo más?

 

— No… o sí, le pedí su número, le dije que lo llamaría para concretar una cita. Todo eso pasó porque él rechazó mi invitación a tomarse algo en el bar y entré en pánico.

 

— Y ahora no quieres verlo ¿me equivocó?

 

— No… no quiero verlo, prefiero saber qué me pasa antes de enfrentarlo y que mi relación con él se vuelva algo extraño que no sepa controlar.

 

— ¿Él tiene tu número?

 

— No.  

 

— Te digo… amigo no te preocupes. Estás estresado y asustado, nada más. Tienes ansiedad porque estás teniendo un periodo de estancamiento con tu composición, así que la interacción con este chico al parecer te hace creer que lo necesitas para componer, pero no es cierto. Él es un aparecido de hace unos meses, y TUA ha estado bastante bien sin él durante estos tres años. Sólo es el miedo que tienes de no poder componer bien.

 

— Claro… tienes razón, debe ser eso. De otra forma no habría otra explicación a por qué tiene que estar presente.

 

— En ese caso, sólo te puedo aconsejar que cuando lo veas, pongas bien cuidado a cuál es el efecto que tienen sus ojos y lo interiorizas para recrearlo cuando lo necesites. La creatividad no se encuentra en otros, ella reside en cada uno y resuena ante los estímulos y estos se pueden simular así que nada es indispensable para inspirarte. No te preocupes, estarás bien.

 

La mano de Dylan agarró con firmeza el hombro de Thom y le dio unas palmadas de apoyo. En respuesta Thom chocó su palma contra el pecho de su compañero y se quedó viéndole dejar la habitación. Cuando se quedó solo, soltó un fuerte suspiro y apretó los puños contra sus piernas. No podía controlar la ira que sentía hacia sí mismo. ¿Qué lo había llevado a depender de un recién aparecido?

No hay comentarios:

Publicar un comentario