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Perséfone
« Por mí»
Ya
las culturas por su mismo peso han otorgado a los números múltiples
significados antagónicos a los cuantitativos. Entre todo ese mundo
revolucionario de conceptos, se decidió que los números pueden representar la
identidad de un ser humano. Bajo este mismo parámetro, el mundo conectó a las
personas por el conocimiento de los dígitos correctos bajo ordenes establecidos
por entes externos a la voluntad del usuario.
En
ese momento poseía una combinación con un significado de superior alcance, un
simple e insulso número de teléfono lo transformaba en un organismo distinto. Al instante se
juzgaba el aterrador poder comunicativo del Homo
Sapiens Sapiens. Se constituía como una civilización dependiente de los
números para existir; era interesante darse cuenta como un concepto abstracto
como lo son los dígitos, transforma la realidad del mundo entero.
No
estaba exagerando con toda esa reflexión histórica y subjetiva acerca de la
importancia de este concepto intangible, lo que estaba sucediendo era la
organización de un terror naciente y destructivo del que recién decidió
presentar a su corteza frontal. La
interpretación de la escena en donde su participación fue orquestada por el más
cruel de los dioses disponibles en el momento, lo dejó desprovisto de cualquier
muro de contención.
El
descubrimiento se reseñaba como «el miedo a no volver a ver a Cedric». Bajo ningún modelo cosmogónico se había
imaginado que fuera Cedric quien no volviera a aparecer, ya que cobijado por
una arrogancia propia del que reconoce su papel protagónico, había asumido que
siempre iba a tener la posibilidad de acceder a una conversación con él.
Tres
meses fueron suficientes para darle una fructífera cartilla donde la
experiencia le explicaba que nada podía asegurarse ni poseerse. Por lo que
asimilando lo artero de su personalidad,
desveló el fragmento que recubierto por un fino lienzo de impotencia,
gritaba con desesperación que quería asegurar a Cedric para sí.
De
conocimiento público era que rechazaba las atribuciones desmedidas que
atentaran contra su imagen, esto refiriéndose a las idealizaciones. Conservando
en su mayoría estas construcciones de las estructuras relacionales, se
planteaba nuevas fórmulas de cimentación para lo que antes consideraba tan
imposible de asimilar.
Entre las muchas ideas que corrían
por el laberinto de sus circunvoluciones, se percató que al momento de tenerlo
al frente, la única cosa que pudo concebir fue el integrarse al estadio de la
confianza. Tan desesperado se había encontrado que por medio de su seudónimo en
el foro, se arriesgó a forzar su encuentro con el fin de confirmar identidades.
En este momento ya podía asegurar la
retención de la identidad virtual de Cedric.
No tendría el descaro de negar a
quien supiera tan cuestionable gestión que durante esos tres meses había estado
mirando de cerca por medio de su camuflaje cibernético, todos y cada uno de los
comentarios de P-shadow y se iba haciendo a la idea que pronto tendría que
cambiarse el seudónimo a New Face-Stalker.
La agitación que sintió cuando los
mensajes surcaron la materialidad y se posaron por medio de distintas
herramientas en sus saberes preconcebidos, fue fácilmente aplacada cuando
Cedric pareció molesto por las palabras que había mencionado sin ninguna mala
intención. Su idea de tranquilizarlo haciéndole saber que alguien más había ido
a verle antes y que no había sido su culpa la filtración de la información, se
transformó en el rechazo de su invitación a entrar.
Ahora
concretar una cita, ese objetivo que por irracionalidades de los locos faltos
de sensatez, se había postrado en la lista de tareas a realizar. Quería evitar
que se concretara ese encuentro, estaba aterrado por su actuar lleno de vacíos
perceptuales. Quería pedir ayudar, alguien que le explicara que era todo eso
que estaba sintiendo. Quería saber… por qué el profundo color azul de los ojos
de Cedric era lo que amalgamaba con el estado de ansiedad y carencia.
***
—
Todavía no he recibido una respuesta de la disquera, pero sin duda alguna
estaremos en la mira para concretar el contrato.
Quien
hablaba era Tiphany, la manager que cada vez elaboraba más sus deseos de
grandeza. En aquella ocasión estaba vestida con un traje formal de color azul
oscuro y el cabello recogido en una trenza que se enrollaba en sí misma. Los
largos dedos que manejaban la Tablet, se orquestaban con agraciadas maneras
junto con sus palabras.
Dylan
estaban reuniendo las palabras que quería entregarle a Tiphany con intenciones logísticas
y administrativas. Podía decirse que el que guiaba las necesidades de TUA a su
saciedad, era ese hombre dedicado. Enzo se levantó de la mesa y salió de la
habitación. Nadie fue a perseguirlo ni se interesaron en los motivos que lo llevaron
a salir de la reunión.
—
Ya con esto tienen luz verde para hacer el concierto en el teatro que Dylan me comentaba
que les ofrecieron. En lo posible deberían realizarlo antes de octubre.
—
Dylan, tengo una pregunta ¿El concierto va a tener boletería por localidad?
—
No estaba pensando que hubiese VIP o general en un teatro tan pequeño, pero si
quieres, podría pensarse en algún beneficio para unos pocos.
—
No, tienes que preocuparte por eso, es mejor no forzar eso. Creo que lo más
significativo del concierto sea darle a los fans algo más elaborado.
Eran
las consideraciones de Damien lo que le
dio esa idea terrorista. Si él llegase a tener un tratamiento especial con
Cedric que le permitiera estar en primera fila, le daría la oportunidad de
estar sobrecogido por la mirada de ese hombre.
— Las sillas deberían estar
enumeradas.
— ¿Sillas? El concierto va a ser sin
ellas, de otra forma no proyectaríamos correctamente la cantidad de personas
que podrían venir.
—
¿A quién quieres guardarle puesto? — Damien preguntó con inocencia, sin pisca
de malicia, ni malas intenciones.
—
A… mi mamá.
—
¡Claro!
Tienes toda la razón sería la primera vez que tu mamá estaría un concierto tuyo.
— Dylan sonrió con calidez.
—
En ese caso creería que podríamos dejar a tu mamá detrás de bambalinas con un
asiento para que te perciba mejor ¿qué te parece?
—
Perfecto… gracias.
No,
era imposible ya querer decir la verdad. La presencia de su madre era
indispensable, pero no estaba cubierta de esa forma. Cómo asegurarse que dentro
de trecientas personas Cedric iba a estar. Sentía la necesidad de confirmar
algo de lo que no tenía ni idea de qué se trataba. Ya había compuesto la canción,
ya los motivos racionales y necesarios se habían esfumado y aun así estaba más
obsesionado que antes de componerla.
Luego de dos horas, la reunión
culminó y lo único que pudo pensar fue en retener a Dylan. No era porque no confiara
en Damien, era su mejor amigo después de todo, pero una corazonada le llevó a
querer consultarlo con él. Alguien debía explicarle a qué se debía esa sumisión
que sentía por esos ojos azules, por la distancia que siempre existía al
mirarlos frente a frente. El tener que alzar la mirada para hallar esas
ventanas que lo llevaban al universo personal de Cedric, era totalmente extraño
y fascinante, o bajar la mirada desde el escenario para encontrarlo era un
evento lleno de ansiedad.
— ¿Podemos hablar?
— Cuéntame, ¿Te molestó algo en
especial de la reunión?
— No… es sobre otra cosa que estoy
seriamente molesto y no sé con quién hablar.
Quizás fue el tono brusco con el que
lo dijo, pero la reacción de Dylan fue dar un paso hacia atrás. Instintivamente
creyó que iba a ser golpeado por Thom, cosa que obviamente descartó cuando los
ojos grises se contorsionaron en diversas figuras que danzaban a la
interpretación de la desesperación misma.
—
¿Recuerdas a la persona que les comenté que estaba buscando para componer la
canción?
Era
una pregunta retórica, pero el tiempo en donde se supone que continuaría el
resto de entramado demoró en aparecer, haciendo dudar a Dylan si debía
contestar o no.
— Hace tres meses se enteró en donde
trabajo y me visitó… gracias a ese encuentro se pudo concretar la canción… se
supone que ya no debería necesitar entablar conversación con él, pero hace unos
días se volvió a presentar y me di cuenta que he entrado en un bucle que me
lleva tener que hablar con él. No me entiendo, ya no tienen ninguna utilidad
para mí, pero necesito asegurarme que no se va a ir.
Dylan se recostó contra el espaldar
de la silla y se quedó estupefacto con esa confesión. No era normal que se
presentara el hombre más prevenido del mundo hablando de que un simple
aparecido había derrumbado sus barreras. Thom era de la última persona que se
esperaba escuchar la palabra «necesito» refiriéndose a otra persona.
Se entrecruzaron en su cabeza todo
el desfile de las posibles respuestas que debía darle. Desde que las menos
abrasivas hasta las más controversiales se paseaban, pero ninguna era lo
suficiente valiente para hacer su entrada a la garganta de Dylan, así que el
silencio continuó sacudiendo las fibras de los presentes.
— Estoy harto de esta sensación de
ansiedad constante.
— ¿Estás enamorado de él?
—
No soy tan imbécil como para no saber si alguien me gusta o no. La sensación es
totalmente distinta, no es el típico calor que sientes en el estómago, los
latidos rápidos o los deseos de monopolización. Es algo totalmente distinto,
nunca antes había sentido algo tan terrible nunca, es como si un monstruo se me
estuviera comiendo las entrañas. Sin él no estoy bien, pero junto a él estoy
peor.
No
tenía ni la más remota idea del efecto que tuvo esa última oración en Dylan. Desde
su punto de vista era probablemente el estado más puro de enamoramiento que
hubiese visto en alguien, pero si él mismo se negaba esa posibilidad ¿Qué debía
responder entonces?
—
Debes tener una idea aunque sea de por qué no quieres que se vaya ¿verdad?
—
Sí… eso creo… es la persona que tiene la capacidad de inspirarme a componer, en
este momento ya no me siento capaz de hacerlo por mi cuenta.
—
¿Él acaso te da ideas, te guía?
—
No… sus ojos… algo tienen que sencillamente me hacen fluir las ideas
estancadas. Si tan sólo los ojos de ese tipo vinieran por aparte del cuerpo, sólo
los necesitaría a ellos y no a él.
—
¿Qué sentiste cuando lo viste después de tres meses?
—
Yo anticipé eso… yo forcé ese encuentro, pero de todas formas no estaba
preparado. Al comienzo, cuando pasé la puerta y lo vi parado, no sentí nada. Quizá
fue debido a que no había visto sus ojos, pero en el momento en que nuestras
miradas se encontraron, la ansiedad más terrible e inexplicable me invadió. Quería…
con franqueza te digo, quería pegarle un puño, quería pegarle una patada, quería
hablar con él, quería cortarle los pies para que nunca se fuera, todo eso al
mismo tiempo y en ningún momento esas sensaciones fueron agradables.
Las
ideas que iba hilando tratando de hallar una explicación se fueron perdiendo en
el océano de la amargura de su amigo. ¿Cómo era posible que se obsesionara
tanto con una persona que apenas había visto unas cuantas veces? Para él era
posible debido a que se concebía como un hombre de fácil amar, pero Thom, quien
apenas si había sanado la cicatriz dejada por la ruptura de su amor de hacía
cuatro años, ahora era un manojo de un ente desesperado de atención.
¿Y
si eso no era amor?…
—
¿Pasó algo más?
—
No… o sí, le pedí su número, le dije que lo llamaría para concretar una cita. Todo
eso pasó porque él rechazó mi invitación a tomarse algo en el bar y entré en pánico.
—
Y ahora no quieres verlo ¿me equivocó?
—
No… no quiero verlo, prefiero saber qué me pasa antes de enfrentarlo y que mi
relación con él se vuelva algo extraño que no sepa controlar.
—
¿Él tiene tu número?
—
No.
—
Te digo… amigo no te preocupes. Estás estresado y asustado, nada más. Tienes
ansiedad porque estás teniendo un periodo de estancamiento con tu composición,
así que la interacción con este chico al parecer te hace creer que lo necesitas
para componer, pero no es cierto. Él es un aparecido de hace unos meses, y TUA ha
estado bastante bien sin él durante estos tres años. Sólo es el miedo que
tienes de no poder componer bien.
—
Claro… tienes razón, debe ser eso. De otra forma no habría otra explicación a
por qué tiene que estar presente.
—
En ese caso, sólo te puedo aconsejar que cuando lo veas, pongas bien cuidado a cuál
es el efecto que tienen sus ojos y lo interiorizas para recrearlo cuando lo
necesites. La creatividad no se encuentra en otros, ella reside en cada uno y
resuena ante los estímulos y estos se pueden simular así que nada es
indispensable para inspirarte. No te preocupes, estarás bien.
La
mano de Dylan agarró con firmeza el hombro de Thom y le dio unas palmadas de
apoyo. En respuesta Thom chocó su palma contra el pecho de su compañero y se
quedó viéndole dejar la habitación. Cuando se quedó solo, soltó un fuerte
suspiro y apretó los puños contra sus piernas. No podía controlar la ira que
sentía hacia sí mismo. ¿Qué lo había llevado a depender de un recién aparecido?
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