Capítulo 23
Cedric
«Hoy será nuestra última vez como…»
Tenía listo todo lo necesario para esa noche. El programa de radio que
iba a hacerle la entrevista a The Underworld
Alliance estaba a punto de comenzar. La emoción que lo atacaba por todos los flancos era tan agresiva que no
estaba seguro de qué hacer. Técnicamente no podía hacer nada, pero aun así sentía una gran
responsabilidad por algo que ni él mismo sabía.
La voz del locutor anunciaba el siguiente
segmento, rápidamente puso a su
computador a grabar el programa de radio. A partir de hoy todo sería distinto, TUA dejaría de ser una banda independiente y comenzaría a abrirse campo en el mundo industrial.
Eso le alegraba y al mismo tiempo lo hacía poner muy celoso, miles de personas iban a
estar mirando a Perséfone. Definitivamente
eso era algo que no quería, iba a ser desplazado
a un segundo plano por la nueva generación y probablemente se fueran al olvido.
Los pensamientos se esfumaron cuando escuchó la voz de Damien hacer la presentación de la banda. No estaba nervioso en lo
absoluto, hablaba con tal seguridad que uno juraría que no es la primera vez de ellos en la radio.
La entrevista empezó preguntando por su trayectoria; a lo que Damien con un buen sentido
del humor y siendo un buen narrador, ambientó la respuesta teatralmente. Para la siguiente pregunta que trataba
sobre la inspiración, contestó Enzo. Fue una respuesta más concisa, así que salió a complementar Dylan.
La entrevista continuó y se sintió contento ver que él ya se sabía todas las respuestas de la entrevista.
Obviamente los pequeños detalles no, pero a
grandes rasgos podría decirse que lo sabía todo.
Su momento más esperando nunca llegó, Perséfone no habló. Se preguntaba si se debería a la timidez o que tal vez estaba afónico. Al final estaba supremamente
decepcionado. El locutor dio por terminada la entrevista y siguió con otro segmento. Suspiró y apagó el streaming. Comenzó la rederización del programa de radio. La sensación no dejaba su pecho, era el anhelo más intenso por escuchar la voz de Perséfone, se planteó incluso llamarlo.
Cuando abrió el foro para crear el post con el vínculo de descarga del programa, se dio cuenta que ya se le habían adelantado un par de personas. Siguió la cadena que se había creado en esos post y agregó su grabación. Luego de explorar un rato vio un post vio de Thanatos Nightmare que titulaba «¿Por qué Perséfone no habló en el programa de radio?» para su sorpresa el mensaje estaba encabezado por una foto de toda
la banda en la cabina de radio. Cómo habría conseguido la foto
sería un misterio eterno,
pero siguió leyendo.
«Según el reporte de la estación de radio que subieron a su página web, Perséfone llegó tarde a la entrevista
porque estaba cumpliendo con otro compromiso de la disquera. Al parecer él estaba grabando otro programa de radio en
ese momento que luego sería transmitido la
siguiente semana».
Puso una respuesta corta a la noticia y
poco después recibió un mensaje de Thanatos Nightmare.
«Hola ¿Qué te pareció el programa? yo estoy muy
contenta por los chicos».
«Yo también, pero quería escuchar a Perséfone».
«Es una pena que no haya alcanzado a llegar, pero eso significa un
programa de radio de él hablando todo el rato».
Tenía razón, la siguiente semana
iba a escuchar a Perséfone. Eso lo hizo
sentir mejor.
«¿Qué te pareció la entrevista? ¿Te gustó?»
Thanatos
Nightmare se apuró en continuar la conversación. Para ser una pregunta tan simple, tuvo que pensarlo mucho. Era
obvio que sí le había gustado, pero sin Perséfone uno de sus grandes motivos se había ido. No sabía si decir eso era ser muy engreído o algo por el estilo, así que dijo la frase más genérica que se le ocurrió.
«Sí claro, me gustó. Fue una entrevista que daba a conocer en
general a la banda».
«¿Crees que la gente sí se interesará por la banda?»
《Claro, la banda
es muy buena y no se demorarán en saberlo.》
«Gracias».
Ese agradecimiento no tenía mucha razón de ser, pero lo dejó pasar. Después de eso Thanatos Nightmare se despidió.
***
Estaba en camino a llevar una pequeña tarta para celebrar la entrevista radial.
Estaba aprovechando esas excusas para hacerle compañía a la mamá de Perséfone, seguro se estaba sintiendo sola.
Desde el regalo que le dejó a Perséfone, no había pasado más. Esta iba a ser su segunda excusa para
visitarlos. Estaba emocionado, pero no fue hasta que llegó al apartamento que se dio cuenta que las
cosas iban a ser un poco distintas a lo que se imaginó.
Lo recibió la enfermera que había visto hacía unas semanas, eso
significaba que no estaba Perséfone. La enfermera lo
llevó a la habitación de Franceska y la encontró escuchando la radio.
— Buenas tardes.
— Buenas tardes. Eres el chico de la otra vez ¿Verdad?
— Sí señora, traje una torta para celebrar la entrevista de la banda.
La sonrisa de Franceska le dio a entender
que era bien recibido. Se acercó y le dejó la tarta en las piernas. Ella tocó la caja con delicadeza y sorprendentemente
dijo en voz alta el nombre de la tienda de donde lo había traído.
— ¿Quieres que nos comamos un pedazo ahora?
— Claro, si está bien con eso.
— Por supuesto, fui yo
la de la idea.
Llamó a la enfermera y le pidió el favor que trajera unos platos y un cuchillo. Toda la ceremonia
de partir la torta y servirlo se llevó a cabo en el cuarto de anciana. Cuando cada uno tuvo su porción, Franceska le pidió el favor a la enfermera que los dejara solos.
Se tensionó por la repentina muestra de seriedad de la anciana. Dejó de comer el pastel esperando a que ella
empezara a hablar. El silencio se alargó innecesariamente y él único sonido que recorría el espacio era el de la radio. Cuando Franceska
terminó su porción, el sonido del tenedor sobre el plato llamó su atención. La sonrisa de la anciana le pareció extraña, tenía un aire juguetón que no lo dejaba sentir cómodo.
— Gracias
por la tarta, estaba deliciosa.
— Con gusto, me alegra que le haya gustado.
— ¿Y bien?
— ¿...?
— Sé porque viniste, estoy esperando a que
empieces a hablar.
Quedó desubicado, miró al pastel como si este
tuviera la respuesta, pero entre los grumos de masa, no vio nada que le
pareciera obvio para responder. Así que decidió quedarse callado,
esperando a que Franceska le diera más pistas.
— Damien me contó que tú eres el chico que le prestó todos los libros de economía para que mi hijo estudiara.
— Ah, sí señora —no se dio cuenta que
había tartamudeado—.
— No tienes por qué estar nervioso, esto no es ningún interrogatorio.
— Lo siento.
— A ti te gusta mi hijo ¿Verdad?
Se alteró con esa pregunta tan directa, desgraciadamente no tenía conocimiento si Franceska era maliciosa o
era una viejita inocente, por lo que trataría de responder en pro de su imagen.
— Claro, como artista y
persona me gusta.
— Muy diplomática tu respuesta.
— No tengo mucho más que decir.
— Y estas visitas ¿Por qué las haces?
— Porque quiero que él sepa que lo estoy apoyando, porque… quiero estar presente en momentos como
estos.
Franceska sonrió con algo de tristeza y dio un gran suspiro.
— Eres un espectador de
la vida de Thom, al igual que yo.
La declaración de Franceska lo desarmó, los dos estaban compartiendo el mismo miedo. Aunque Franceska por
ser su madre, sería muy complicado ser
destronada de su puesto, pero en su caso, prácticamente podía ser reemplazado por
cualquier fan. Franceska entrecruzó los dedos de sus manos y mantuvo una postura inmaculada.
— Los dos estamos en la
misma posición, pero en dos
perspectivas diferentes. Yo como su madre no puedo apoyarlo más que desde acá y tú como su amigo, de vez
en cuando hacerle saber que estás ahí para él. Esta nueva etapa a todos nos da miedo.
«¿Por qué estaban hablando así? se suponía que esto iba a ser solo un detalle y me iría», pensó Cedric. Por los
nervios sus manos comenzaron a ponerse sudorosas, se secó la palma de las manos contra el pantalón.
— No estaba esperando más participación en la vida de Thom, yo creo que ya logré mucho solo con poder estar aquí. Si él se llega a olvidar de
mí, podré guardar estas memorias como mi mayor tesoro.
— Cedric, Thom no te va
a dejar ir. En verdad le agradas. Puede que no lo sepas, pero él se la pasa hablando de ti.
Franceska sonrió y relajó sus facciones.
— Mi hijo es alguien muy
caprichoso, terco y miedoso, pero como en su vida pocas cosas de las que ha
querido se le han dado, él prefiere evitar
ilusionarse con lo que quiere. Se mantiene lo más indiferente que puede, hasta que explota.
— Pero no siento que conmigo sea lo mismo.
— Si yo que estoy ciega
puedo verlo, no sé cómo tú no. Eres una buena influencia para él, trata de no alejarte. El día que yo no esté, él los tendrá a ustedes.
Cedric se quedó de nuevo sin palabras, quería negar el hecho que la muerte de Franceska fuera traída al tema de conversación, pero ella parecía muy seria con lo estaba diciendo. En verdad estaba buscando
comprometer a las personas alrededor de su hijo para que no lo dejaran solo.
Ella ya debía estar sintiendo que
su fin estaba cerca.
— Mientras no sea él el que me deje a mí de lado, yo nunca lo dejaré.
— Es bueno escuchar eso. Yo sé que tengo un destino trazado, pero Thom
sigue perdido. No quiero que él desperdicie su vida
en algo tan volátil como la fama. Yo sé que él también lo sabe, que la música no es algo de lo que se pueda vivir.
— Pero ellos son muy buenos, debería creer en ellos. Yo sé que lograrán posicionarse como una gran banda.
— Conozco a mi hijo, sé que él no tiene fe en ese camino. Si él lo hiciera, yo lo apoyaría, pero siempre me ha mostrado su inconformismo.
No sabía si lo que estaba diciendo Franceska era la típica preocupación de los padres que no quieren que su hijo sea un bohemio vago, o si
realmente Perséfone no estaba pensando
seriamente en su futuro como artista. En ese caso, esa tarta que había traído no tenía mucho sentido.
— Te quiero pedir que en
serio ayudes a Thom a entrar a la universidad.
Lo mucho o poco que puedas hacer por él, para mí es suficiente.
— Lo intentaré, pero pienso que debería confiar más en su hijo.
La enfermera entró en la habitación y les avisó que ya habían llegado Perséfone y el resto de los
chicos. Cedric se puso tieso en el instante y por alguna razón pensó que era indebido estar en la misma habitación con Franceska. Se paró en un segundo y salió casi corriendo a la sala.
— Hola mamá… —la voz de Perséfone se ahogó apenas lo vio—.
Todas las miradas recayeron sobre Cedric.
El silencio que siguió a eso fue tan incómodo que nadie fue capaz de moverse de su
sitio. Cedric miró a cada integrante y
quiso que se lo tragara la tierra en ese mismo instante.
— Hola Thom, muchachos ¿Cómo les fue?
Detrás suyo, salió Franceska que parecía ajena la incomodidad de los presentes. Las
miradas que antes estaban sobre él se trasladaron a la mujer. Ella siguió hablando con los muchachos y él estaba parado en la mitad de la nada como un imbécil. No fue incluido en la conversación hasta que Franceska mencionó el pastel.
Esa su oportunidad para no parecer un
cretino, corrió a la cocina para traer
la tarta y se la ofreció a todos los presentes.
Perséfone fue el primero en
agradecerle, pero no parecía muy contento con su
regalo. Tal vez pensaba que le estaba dando dulce indiscriminadamente a su
madre, pero él se había asegurado de que fuera apta para diabéticos.
Mientras Perséfone partía el resto de la tarta,
Damien se encargó de presentarlo Dylan y
a Enzo, estos parecían supremamente
sorprendidos al verlo. Cedric comenzó a considerar las palabras de Franceska, de seguro Perséfone si había hablado de él tiempo atrás.
Ser consciente de que tal vez los dos sí habían estado pensando en el otro constantemente, lo hizo sonrojar. Miró de reojo a Perséfone y su corazón se apretó con dolor. Ese sentimiento crecía cada vez más.
— Felicitaciones por su entrevista.
Cedric redireccionó la conversación y en ese momento llegó Perséfone con la tarta para cada uno. Todos se sentaron a comer.
Franceska no quiso repetir porción y se sentó al lado de Perséfone. Cedric tomó ese gesto como uno parecido al que él había hecho en ese instante,
estaba llamando la atención por ser los
espectadores de la vida de alguien más.
La tarde se pasó volando, Cedric fue el primero en despedirse. Perséfone se apuró en acompañarlo hasta la entrada
del edificio. Ahora que estaban más cerca, pudo darse cuenta de las grandes ojeras bajo sus ojos y de
lo pálido que estaba. Sin
duda alguno debió trabajar de más.
El camino por las escaleras fue silencioso.
Había una ligera tensión entre los dos, él sabía que Perséfone quería decirle algo, pero no se atrevía. Él tampoco estaba seguro
si quería escuchar lo que tenía que decir. Llegaron a la puerta y la tensión se dispersó con la voz de Perséfone llegando a él.
— Gracias por venir y por la tarta. A todos nos
gustó mucho.
— Thom… ¿Puedo decir algo?
Sus miradas se encontraron y pudo
identificar en los ojos de Perséfone, el miedo. No sabía a qué le tenía miedo, pero lo que él quería hacer era otra cosa.
— Yo lo que más quiero en este mundo es que seas feliz; y
quiero que sepas que sin importar el camino que decidas tomar, yo te estaré apoyando. Puedo ayudarte a estudiar economía o si crees que puedo ayudarte con otras
cosas, estaré encantado de hacerlo.
— ¿De qué hablaste con mi mamá?
— Realmente de nada, yo…
— Si te sientes
comprometido por lo que te dijo ella, te pido por favor que no hagas nada.
— ¿Pero qué…?
Una llama de inconformismo se encendió en su pecho y quería dejarla correr libremente, pero su raciocinio le hizo controlarla.
Respiró profundo un par de
veces y siguió mirando a Perséfone que se veía a la defensiva.
— ¿Tienes miedo de que quiera hacer algo por ti?
Sus brazos no se controlaron y se posaron
sobre los hombros de Perséfone. Este se sobresaltó y lo miró con una nueva expresión en su rostro.
— ¿Y qué hay de lo que yo quiero hacer por ti?
— ¿Y si lo
que quieres hacer por mí, no es más que por Perséfone y no por Thom?
¿Tan mala idea fue haber intentado celebrar con él su primera entrevista? ¿Por qué de repente parecía que hubiesen
retrocedido en su relación? Perséfone le quitó las manos de sus hombros y se separó.
— En serio, gracias por lo que hiciste hoy. Es
solo que…
— No, está bien. Supongo que fui muy atrevido.
— No es eso. Te voy a ser sincero, no me gusta
que hayas hablado con mi mamá. Ella cree entender
varias cosas que están pasando ahora, pero
la verdad es que no sabe nada y no quiero que te veas involucrado en esa
confusión.
— ¿Qué es lo que ella no
sabe? ¿Lo que quieres para tu
futuro? ¿Lo importante que es
para ella que pueda verte establecido?
— … Ella no sabe nada de ti ni de mí. Ni de lo que se supone que tengo que hacer.
Hacía un momento él pensaba que Perséfone estaba seguro de su carrera como
guitarrista, pero escucharlo decir eso le hacía inclinarse hacia la opinión que tenía Franceska.
— Vale, entiendo. Lamento haberme entrometido.
Perséfone se desesperó y lo tomó de las manos evitando que siguiera con su
camino.
— No, lo siento. Yo exageré, no estoy seguro si todo lo que está pasando me gusta o no.
Cedric quiso protegerlo en ese instante. Su
persona más preciada estaba
confundida y lo único que sabía hacer para sentirse seguro, era alejar a la
gente. No quería ser un espectador.
Soltó del agarre de Perséfone y lo abrazó.
Puso su cabeza en el hombro del guitarrista
y se quedó largo rato estrechándolo contra sí. Perséfone correspondió su abrazo y se quedaron escuchando la
respiración del otro. Los dos
estaban siendo confrontados de diferentes maneras y tendrían que hallar la forma de entenderse sin hacerse
daño. Había avanzado muchísimo en ese tiempo, no quería perder todo eso por un comentario imprudente o por el miedo. Tendrían que avanzar paso a paso en esta nueva
relación.
— Lo siento, Cedric. No quería ofenderte.
— Está bien. Yo estaré aquí pase lo que pase.
El calor en la boca de su estómago le decía que estaba yendo por buen camino. Perséfone escondió su rostro en el pecho
de Cedric y se apretó más contra él.
— Quería verte.
Aunque fue un susurro, Cedric entendió las palabras claramente. La sonrisa que se
delineó en su rostro le hizo
doler las mejillas.
— Yo también quería verte. Siempre quiero
verte.
Por la confianza del momento, se dio su
pequeño gusto culposo de
acariciarle el cabello. Rodeó su cabeza con su mano
y degustó la textura sedosa.
Perséfone levantó la mirada y sus rostros quedaron muy cerca.
En otra circunstancia hubiese retirado el rostro por la vergüenza, pero ahora estaba en su momento.
— Alguien puede vernos.
Perséfone volteó el rostro y se volvió a esconder en el pecho de Cedric. Era
demasiado adorable.
— Tienes razón, esto no se ve bien.
Cedric rompió el abrazo totalmente y se alejó un poco más de lo que le hubiese
gustado.
— Ya es hora de que me vaya. Nos vemos en una próxima ocasión.
— Sí, adiós.
Lo último que quedó entre ellos fue la
promesa de una próxima vez.
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