domingo, 6 de octubre de 2013

Realidad Capítulo 24




Capítulo 24

 «El verano que llega»

La realidad parecía ya haberse vuelto loca y ser más incongruente que la fantasía. Después de la inexplicable relación que Perséfone estableció con Cedric, las cosas no se detuvieron ahí. Cabe aclarar que no era nada sexual en realidad. Perséfone manejaba un sistema bastante efectivo. Una coquetería sin ningún otro motivo que ir enredado maestramente a la presa. 

Perséfone nunca le dijo a Cedric por qué quiso establecer esa conexión con él. No le veía sentido hacerlo, pero para él era algo importante. No hubiese importado con quien, si era sincero, pero de alguna forma quería tentar el destino. Quería experimentar el entrar en contacto con alguien que te cree perfecto e inmaculado e ir destrozando esa imagen.

Desde que se había formado  The Underworld Alliance, nadie más volvió a mirarlo cómo una persona. Era como si se hubiese vuelto una deidad de un momento a otro. Odiaba eso más que cualquier cosa, pero qué podía esperar cuando estaba haciendo las cosas así. Su grupo no era precisamente uno que dijera «Bien, solo somos uno pequeño grupo que quiere cantar». El grupo gritaba «Vinimos a destruir todo y a todos».   

Le dio una bocanada a su cigarrillo y llevó su cabello detrás del espaldar. Una de la imagen que siempre te hacen vender a tus fans,  es que eres perfecto. Y cada tipo de artista maneja ese concepto de formas diferentes que se conviertan en lo más fácil para venderse. Los idols adolecentes, se venden como figuras inocentes y asequibles. Las figuras adultas se muestran llenas de errores, pero perfectas por ese mismo hecho de «humanidad». En su caso, ya entraba en la segunda lista. 

Había pensado que quizás hubiese alguna persona que no cumpliese con el patrón de fan estúpido, pero por desgracia no parecía existir alguien así. Se había sentido singularmente conmovido cuando vio a Cedric ¿Llorar en un concierto de metal? Para él sonaba como un imposible. Se sintió feliz de saber que su música entre tantos altos, también trasmitiera las emociones que desbordaban el dique.   

Cuando lo vio en el bar se dijo, ¿Por qué no? Ya lo que pasó después,  fue su innato talento de sociabilizar. Se le había declarado, pero lo tomó como un chiste. No era gay, para empezar y tampoco le interesaba irse a acostar con uno de sus fans sólo para aumentar su popularidad. Él quería desquitarse con tan solo una persona, por toda la mierda que guardaba en su cabeza la sociedad.  
   
 ¿Por qué idealizar a una figura solo por tener algo que te atrae? Ya sea un cantante, un actor, un músico o cualquier otro tipo de artista. Todos tienen el mismo modus operandi. Reniegan la humanidad para sobrestimar a alguien que también come y caga como cualquier otro humano. Se degradan para enaltecer una figura humana cómo cualquier otra. 

Y es por eso que las personas más famosas se suicidan, entran en las drogas, o cometen crímenes. Si eres invisible hasta el punto en que ni tú mismo sabes quién eres, llegará el momento que cualquier mascara que te pongas te hará creer que es tu verdadero yo. 

Los fans suelen convertirse en una dispensa de dinero entre más obsesos se vuelven. Conservar siempre un criterio objetivo hará más fácil una vida como artista. Eso reflexiona Perséfone y por eso quiere retar a uno de esos cerdos sin cerebro. 

En las canciones que compone, siempre trata de poner letras de un humano a otro humano. La gente sólo cree que es la sapiencia de un erudito que manda mensajes a los mortales ignorantes. Cogió su lápiz  y buscó unas hojas y sus partituras.  Eso… Esa era la mejor forma de exorcizar su odio a la estupidez y falta de carácter de los humanos dominados por sus propios pensamientos rastreros. 

Estaba sintiéndose perdido en alguna parte del camino que había recorrido para llegar hasta allí. ¿Encontraría a alguien que tan solo lo aceptara como un montón de carne que cada minuto se descompone un poco buscando su muerte?  

Su celular comenzó a timbrar, reptó su mano hasta alcanzarlo. 

— ¿Sí? 

— Hola, hablas con Tiphany. 

Ella era su manager. Era una señora de unos cuarenta años que los aparentaba muy bien. Ella era quien estaba inflándolos peldaño a peldaño buscando la fama. La quería por todas las oportunidades, pero se estaba sintiendo más solo a medida que crecía en esa pequeña nube en la que se había montado. 

La chica traía un mensaje bastante bueno y esperanzador. Había logrado conseguir una disquera. Ya sabía Perséfone que todos los toques de garaje, se volverían algo a tomar en cuenta. La máquina iba a todo vapor. 

*** 

Estaban las vacaciones de verano a la vuelta de la esquina. Los pensamientos de Matthew emprendieron la migración para el evento venidero. Collin no se había comunicado con él para avisar en qué fecha llegaría. No se sentía preparado para verlo. Habían sido tantas cosas que estaban sin respuesta y las pocas que habían conseguido no hacían la mayor diferencia. 

La verdad llegaría a él sin estar buscándola. Eso fue lo que hizo que su resolución tomara forma y voluntad.
Habían pasado un poco más de 2 meses sin que hubiesen tenido un encuentro con Allan. Aquella tarde las casualidades lo llevaron a que lo encontrara disponible. Una de las clases en las que estaba inscrito, tuvo un seminario al cual debían ir  y allí fue donde encontró a Allan quien era uno de los monitores del evento. Después de terminar, se acercó a él para pedirle que hablaran y fue concedido. 

— Siento que no te he visto desde hace tiempo.

— Lo mismo digo, quién iba a pensar que te iba a encontrar como monitor aquí. 

— Sí, he ganado méritos en este último tiempo.  

— ¿Quieres ir a tomar algo? 

— Vale ¿A dónde propones? 

— No lo sé, tú escoges. 

La jovialidad de Allan despertó dentro de Matthew una cierta especie de anhelo desconocido. Estaba siendo acogido sin un miramiento tiránico ¿Desde hace cuánto todo lo que hacía causaba molestias a todo el mundo?

Sentándose en una de las sillas exteriores del café, pidieron dos tés y dos tortas de manzana. 

— Veo que has estado calmado en este último tiempo. 

— ¿A qué te refieres Allan?  

— Bueno, ya sabes ¿Te has acostado con alguien en este último tiempo? 

— No… y ¿puedo pedirte unos cuantos consejos? 

Allan leyó con la punta de sus dedos como si los mensajes estuviesen escritos en braille. Era difícil leerlo, pero ya podía hacerse una idea. 

— Cuéntame, soy todo oídos. 

— Estoy desorientado, me siento perdido. Dentro de unas semanas, llegará una persona que marcó una parte muy importante de mi vida, me quiere más de lo que yo pensaba y en este tiempo, de alguna u otra forma  me he dado cuenta que yo también lo quiero, pero he cometido muchos errores con esa persona y nos hemos hecho tanto daño que yo decidí terminar todo. Aunque tomé esa determinación, siento que estoy cometiendo otro error más, no estoy seguro cómo debería reponer tanto dolor que le hice. 

— Háblame más de eso.

— Yo siento que es con la única persona con la que no debo caer. Cuando pienso en el porqué de eso, no encuentro la respuesta por ningún lado. Y esta vez sí quiero hacer las cosas bien, ya he huido muchas veces. 

— Matthew, una pregunta si no es indiscreta ¿Cómo comenzaron esa relación con esa persona? 

— Por imposición. 

Allan se extrañó por esa respuesta. Llegó en ese momento el pedido. 

— ¿Una relación por imposición? Qué raro, suena como si sus padres los hubiesen obligado a estar juntos como en los tiempos medievales. 

— Se metió en mi vida a la fuerza, me arrastró al vals que quiso que bailáramos. 

— Ya veo, ese tipo de imposición y ¿Por qué permitiste anclado a ello? No creo que te haya atado con cadenas.

— No es fácil decirlo. Él sacaba partes de mí que no conocía o que no me gustaban. Y esas partes lastimeras de mi ser, fueron las que creyeron bien seguir ese contrato. 

— Veo, suena como un amor retorcido. 

— Lo es. 

— Bueno, cuéntame más de tu historia. 

 No sé por dónde empezar. Todas las cosas se apelmazan en un solo punto y no sé dónde está la cabeza o la cola.

— Una pregunta ¿Qué querías hacer al estar al lado de esa persona?

Matthew sintió una corriente por su columna  y se quedó meditabundo.  Nunca se preguntó nada con respecto a esa relación. Solo que le daba comodidad, que la odiaba y que aún así estaba atado inflexiblemente a Collin. ¿Esa relación tuvo alguna vez un norte? 

— Si una relación va a la deriva…

— Sólo le queda perderse. —Allan completó la frase. — Matthew ¿Cómo crees que funcionan las relaciones? 

— No tengo ni la menor idea. 

— Vale y ¿Para qué crees que sirven las relaciones?

Matthew no tenía tampoco respuesta. Las lagunas azules mansas empezaron un oleaje a un nuevo estado de tormenta. Había muchas cosas que no sabía y seguía caminando dentro de la ignorancia, con razón sólo lograba hacerse daño. 

 Matthew, la respuesta siempre ha estado en frente de tus narices, pero cómo dicen por ahí «es muy difícil leer con la hoja pegada a la cara». 

— Y cuál es la respuesta. 

— Qué eres ignorante. Una persona que no sabe, nunca va a pasar una prueba que deba presentar. En tu caso Matthew es que seguiste en una relación que nunca tuvo una razón de ser. Tú creíste que estar con él iba a generar algún beneficio que nunca trajo y esa persona creyó que con tenerte atado habían logrado llegar a un punto de estabilidad. Las cosas no funcionan así. 

— ¿Cuál hubiese sido la respuesta correcta entonces?

— No haber empezado esa relación. No conozco los detalles, pero lo que sí sé es que eres tú quien tiene la batuta. Matthew, las relaciones interpersonales se convierten en un lastre cuando se crea la dependencia emocional, cuando en la otra persona no se ve más que el instrumento para la felicidad egoísta y cuando tú no puedes mejorar cómo ser humano. Si tú no te vez reflejado en los ojos de tu pareja como un igual, entonces existe la subyugación, la invalidación y el desamparo. 

Desfilaron intempestivamente sobre la mesa las lágrimas que arrancó violentamente  Allan de Matthew. Estaba destruyéndolo con esas declaraciones, pero al mismo tiempo le estaba dando la respuesta a todo lo que creyó insoluble. 

— ¿Qué pensabas tú de esa persona?  

— Que era un instrumento que me daba beneficios. Es cierto… me sentí muchas veces infravalorado por Collin. Por eso a través del daño… yo creí que me miraría. Él nunca se preocupó por lo que quisiera, pensara  y sintiera. 

El llanto fue en aumento. Estaba sintiendo toda la soledad y desamor que se  había prohibido ver y sentir. 

— Te confesaré algo… Allan.  Yo realmente no soy el gigolo que hago tanto el esfuerzo por aparentar.  La verdad es que no me he acostado con toda la gente que he asegurado. No niego que he tenido sexo, pero toda esa historia en realidad, era una máscara que quise crear para no verme vulnerable ante esa persona. Si pensaba que yo no dependía de él exclusivamente, creí que sería más fácil herirlo y separarnos. Al final nada salió como pensé. 

— Matthew, eres más inocente de lo que crees. Todo lo que hiciste hasta aquí, era porque estabas triste. Qué respuesta más simple si la vez desde el final ¿No crees? Lo querías tanto que al darte cuenta que a él no le importabas o no en la forma que querías, todo lo que hiciste fue atacarlo. 

— ¿Sabes qué fue una de las cosas qué más odié? Él me forzó a estar con él…  ya sabes, en «ese» sentido. Y a pesar de que se disculpó, nunca se preocupó por escuchar todo lo que tenía que decirle de con respecto a ese suceso. Nunca se preocupó por mi pasado. 

— Una pareja que no se ve, no esperes que converse. Así cómo tú no te pones a hablar con un el aire o con un árbol que vez en la calle, así pasa con ustedes.

— Pero también, no puedo decir que todo fue culpa de él. Yo también cometí errores, que quizás no se merecía.

— Estás dando un buen paso en reconocer que también tuviste la culpa. Si ahora te pidieran una respuesta, si esa persona te pidiera una respuesta  ¿Qué le dirías? 

— Que hablemos. 

— Buena respuesta. Te daré una clave para cuando empieces una nueva relación. Tu pareja nunca debe ser alguien peor que tú, deber ser una persona con la que estés compitiendo activamente por mejorar. Si una pareja no te hizo crecer como ser humano, entonces no valió la pena haber invertido el tiempo en esa relación. Y lo más importante, saberse retirar, si sabes que esa persona no será tu bien mayor o esa persona realmente no te quiere, hay decir «Hasta aquí llegamos». Eso te evitará muchos dolores. 

Sintió esa charla como una catedra sobre la vida que nadie se dignó a decirle. No se sentía preparado para recibir a Collin, pero ya entendía cómo debía recibirlo. Quizás esta vez, las cosas si se resolvieran. Quizás antes de terminar, al fin se vieran como pareja.

Y así el verano que llega, poco a poco se acentúa.

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